Literatura alemana negra  Patria, identidad y racismo

 © Marina Camargo, 2020

La literatura alemana negra tiene una larga historia y abarca una extensa paleta: va desde la poesía y las autobiografías hasta los escritos académicos y de activistas. No obstante, hasta ahora las y los autores alemanes negros siguen siendo poco visibles, sobre todo en la narrativa.

En Alemania hace siglos que se escribe literatura negra. Algunos autores y autoras son migrantes, otros tienen una historia de migración, escriben en alemán o residen en Alemania, pero todos se dedican a temas similares: identidad y patria, experiencias de racismo y sus formas particulares de manejarlo.

Quizá el primer autor negro que se conoce en la historia alemana es el filósofo Anton Wilhelm Amo, quien publicó sus escritos durante el siglo XVIII, en tiempos del Sacro Imperio Romano Germánico. Siendo un niño fue llevado como esclavo desde Ghana, su país natal, hacia Europa. El científico dio clases e investigó en varias universidades alemanas. Más de cien años después, a principios del siglo XX, es posible reconocer los inicios de escritos negros de origen no académico, por ejemplo, revistas políticas como Elolombe ya Kamerun, de 1908, y la publicación comunista The Negro Worker, que se editó en Hamburgo en los primeros años de la década de 1930. La producción de la obra de teatro Sonnenaufgang im Morgenland (Sale el sol en el Oriente), del año de 1930, se le atribuye al actor negro Louis Brody, quien con su montaje quiso llamar la atención sobre los estereotipos que se tenían sobre África.

 

Darles voz a los alemanes negros

Las tempranas obras literarias de las y los autores negros se caracterizaban por el deseo de ser reconocidos y aceptados por la sociedad mayoritaria como alemanes con el mismo valor. Así, Dualla Misipo, quien nació en Camerún, creció en la República de Weimar y fue perseguido durante el nazismo, publicó en las décadas de 1960 y 1970 su epopeya Korongo: Das Lied der Waganna (Korongo: La canción de los waganna), y la narración autobiográfica Der Junge aus Duala (El chico de Duala). De esa misma época son las antologías de poesía de los participantes africanos y de ascendencia afroamericana en los programas de residencias del Coloquio Literario de Berlín, que hasta el día de hoy la academia sigue ignorando en su mayor parte.

A partir de 1980 la producción literaria negra en Alemania empezó a ganar impulso. Escritores y escritoras, así como actores y actrices africanos exiliados fundaron en el Berlín Occidental de la década de 1980 la African Writers Association (Asociación de Escritores Africanos), que publicó de 1983 a 1988 la revista literaria AWA Finnaba. Entre 1988 y 1990 se publicaron, además, las revistas Afrolook y Afrekete. En total, las tres revistas compilaron una rica colección de poesía y relatos de autoras y autores alemanes negros.
 
La publicación de Farbe bekennen: Afrodeutsche Frauen auf den Spuren ihrer Geschichte (Dar color. Mujeres afroalemanas siguen el rastro de su historia), del año de 1986, representó un hito en el activismo negro. Las autoras exploraron la historia alemana negra, expusieron el contexto social del racismo y llamaron la atención sobre la situación particular de las mujeres negras. También asociaciones federales, como ADEFRA (Mujeres negras en Alemania) y la Iniciativa de Personas Negras en Alemania (ISD), han contribuido en más de 20 años a darles una voz a los alemanes negros en la sociedad mayoritariamente blanca.

Un cambio en la autopercepción

La literatura alemana negra da testimonio de un cambio en la autopercepción. Las y los autores ya no aspiran necesariamente a que se les considere como iguales a los alemanes. Están conscientes: Sí, podemos ser alemanes, pero no es forzoso que lo seamos.

En las décadas de 1980 hasta los años del 2000, poetas como May Ayim, Raja Lubinetzki y Olumide Popoola analizaron las multifacéticas identidades afroalemanas. Abordaron la supuesta incompatibilidad entre ser negro y ser alemán, y el resultante dilema de la identidad. Así, la poeta Raja Lubinetzki escribió: “Seltsam, daß gerade ich in der deutschen Sprache / stehe, grad ich, die alles andre als deutsch / zu sein sich bekennt. / So kranke ich als deutsche Existenz vor meinem Recht / undeutsch sein zu müssen.” (Qué raro que justamente yo / exista en la lengua alemana, yo, que me reconozco como cualquier cosa menos como alemana. / Así, adolezco en mi existencia alemana del derecho / a tener que ser no-alemana.)


La poeta Chantal Sandjon escribió en 2006, en i dream revolutionary our revolutionary dream: “hoy por la noche soñé con la revolución en rojo negro & verde no en blanco y negro”. Rojo, negro y verde, los colores de la bandera panafricana, simbolizan una nueva orientación contextual: posicionan a la historia alemana negra como parte de una experiencia internacional de la diáspora negra.

Espacios para el desarrollo

Pero todavía hoy las y los autores negros son poco visibles en la producción literaria alemana, sobre todo en la narrativa. Excepciones prominentes son, entre otras, la británica Sharon Dodua Otoo, avecindada en Berlín, quien ganó en el año de 2016 el Premio Ingeborg Bachmann con su narración Herr Gröttrupp setzt sich hin (El señor Gröttrupp toma asiento”); la autora nigeriano-alemana Olumide Popoola, cuyos libros en inglés se publican a nivel internacional, y la autora Melanie Raab, cuyos libros se traducen a muchas lenguas y que ya vendió los derechos para la filmación de su primera novela, Die Falle (La trampa).


Gracias al Premio May-Ayim, otorgado en 2004, y al concurso de escritura juvenil Prophets of Wakanda, establecido por la asociación berlinesa Each One Teach One (Cada Uno enseña a Uno, EOTO), en los últimos años se han creado espacios en los que también se reconoce de manera simbólica el desarrollo literario de las y los autores negros. Tampoco se debe menospreciar a las lecturas dramatizadas y los eventos de poesía, como Parallelgesellschaft (Sociedad paralela), la One-World-Poetry-Night (Noche de poesía un mundo) y Poetry meets Hip Hop (La poesía se topa con el hip-hop). En ellos, las y los jóvenes africanos que escriben pueden pulir sus capacidades literarias.

 

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