Escritura a distancia  “La literatura puede ser un lugar al que volver”

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Las escritoras brasileñas Carola Saavedra y Adelaide Ivánova, así como la argentina María Cecilia Barbetta, viven y escriben en Alemania. Los efectos de la proximidad y distancia están presentes en sus procesos creativos y en la intensidad de la literatura que producen.

Los desplazamientos son parte intrínseca de la escritura de Carola Saavedra. Nació en Chile y cuando tenía tres años su familia se mudó a Brasil. Más tarde, vivió diez años en Alemania y después estuvo algún tiempo en Francia y en España.  En 2018 volvió a Alemania para instalarse en la ciudad de Colonia. “El recuerdo más antiguo que tengo, es decir, el recuerdo inaugural, es estar en el avión cuando sobrevolaba la Cordillera de los Andes, una sensación muy fuerte, porque en términos de narrativa, mi vida comienza en tránsito. Mi mirada del mundo está marcada por ese acontecimiento, por ese no pertenecer, ese desplazamiento que después se repetiría en muchas otras ocasiones con cada ruptura, cada cambio de país, cada partida. Para mí la escritura es un movimiento constante de “volver a casa”, sabiendo que no hay casa a la que volver”, dice Saavedra.

Para la poeta de Recife Adelaide Ivánova, mudarse a Berlín en el año 2011 fue un factor decisivo en su escritura. “Cuando vivía en Recife, no me sobraba tiempo para producir, porque tenía que trabajar y estudiar. Y cuando me mudé a São Paulo, ni que hablar, trabajaba de lunes a lunes. Aquí me sobra bastante tiempo para escribir tiempo, dedicarme a las actividades política, andar por la ciudad. Nunca habría conseguido escribir O martelo [El martillo, libro publicado em 2017] llevando la vida terrible que llevaba en São Paulo”, afirma Ivánova.

Lenguas próximas y distantes

Cuando se trata de la literatura, la proximidad y la distancia no son sólo conceptos geográficos sino que se asocian al uso del idioma. “Como me paso todo el día hablando una lengua que no es la mía, termino usando la lengua materna casi exclusivamente para producir . Tengo la sensación de que mi 'cerebro portugués' está siempre descansado. El alemán se convierte en la lengua de los afectos cotidianos y el portugués queda a salvo de los chantajes de las pasiones”, cuenta Ivánova.

De entre los diferentes idiomas que domina, hasta ahora Saavedra ha elegido el portugués para dar vida a sus novelas. “La lengua portuguesa me protege. Es una especie de casa para mí. Pero mi lengua materna es el español, y entonces el portugués no existe aislado, existe en relación con ese otro idioma. Lo mismo pasa el alemán o el inglés. Siento que cada idioma tiene su lugar, pero no un lugar fijo, más bien un espacio que ese idioma suele habitar”, afirma. Saavedra cuenta que recientemente ha estado ensayando con otros idiomas aunque por ahora sólo se trata del inicio de la experiencia.

Metáforas prestadas

En busca de un distanciamiento que le permitiera entender mejor la realidad de donde partió, la escritora argentina María Cecilia Barbetta escogió el alemán como idioma de sus novelas. Llegó en 1996 a Berlín para cursar un doctorado y fue precisamente la vivencia de la ciudad y la lengua alemana lo que la convirtió en escritora. “El idioma extranjero hace una cosa muy paradójica. A mí y al alemán nos separa una distancia, la que se abre siempre entre un hablante extranjero y la lengua extranjera. Y esa distancia es muy productiva a la hora de describir sentimientos intensos.  Como el idioma no es el mío, a veces uno tiene la dificultad de no poder nombrar las cosas por su nombre, porque a uno a veces le falta la palabra adecuada. Pero yo aprendí que, en vez de ver esto como un detrimento, es lo que a uno le permite mirar de una forma nueva lo que uno quiere contar”, explica Barbetta.

La relación que Barbetta tiene con Argentina es de añoranza. Es allí donde ella encuentra la intensidad necesaria para escribir. “Esa añoranza tiene que ver con todo lo que uno dejó, se podría decir más patéticamente, perdió,  y tiene que ver con el mundo de la niñez y de la adolescencia. En el momento de escribir voy en búsqueda de un lugar donde los sentimientos son muy intensos”. La Argentina que Barbetta crea es un país ficticio, una “Argentina utópica, híbrida, que junta mundos que están dispersos. Una novela, que se desarrolla en Argentina pero está escrita en alemán y une esos dos mundos. Une también las metáforas. Les regala metáforas alemanas a personajes que son hispanohablantes”.

Distanciarse para acercarse

Saavedra, por su parte, cree en un acercamiento a Latinoamérica a través de la distancia. “La distancia permita ver las semejanzas entre los países latinoamericanos. Vivimos al mismo tiempo tan próximos y tan distantes unos de los otros, miramos siempre a las potencias hegemónicas y nunca a aquellos países que comparten con nosotros el mismo destino (poscolonial). La distancia también nos obliga a mirarnos a nosotros mismos, mirar eso que normalmente es invisible porque está arraigado. Y nos permite reescribir, resignificar muchas cosas”, finaliza.

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