La vida privada en Alemania
La paradoja de la sauna

¿Esfera privada?
¿Esfera privada? | Foto: © staras - Fotolia.com

Alemania es famosa por la estricta vigilancia de la esfera privada. ¿De dónde proviene esta actitud? ¿Y está pasada de moda en tiempos de la transparencia de la información personal?

Wolfgang Schmale visita a veces los Países Bajos. Cada vez que el historiador alemán camina por la noche, queda sorprendido. “Prácticamente no hay cortinas. Uno camina al lado de las casas y puede ver directamente a las personas en sus salas. En Alemania, eso sería completamente imposible”, dice.

¿Por qué razón la mayoría de alemanes se sentirían incómodos si un extraño pudiese ver lo que sucede dentro de sus cuatro paredes? ¿Y por qué es la relación de muchos de nuestros vecinos europeos con la esfera privada tan relajada en comparación con la alemana? ¿O no es así en realidad, y lo privado es siempre un tabú, sólo que entendido de diversas maneras?

Wolfgang Schmale examina este tema desde hace años. En su opinión, aún existe un concepto de esfera privada válido para la mayoría de la gente, independientemente de las fronteras culturales. “El vínculo con un espacio limitado, una casa o un jardín, se encuentra en todas las épocas.” Lo que ha cambiado a través de la historia es la idea concreta de un espacio individual protegido lo mejor posible del influjo de la esfera pública. “Lo que hoy en día entendemos como esfera privada, por ejemplo el espacio en el que uno se puede recluir, es algo que solo apareció con el surgimiento de la burguesía en el siglo XIX”.

La esfera privada en desarrollo 

Según Schmale, la idea de lo privado se desarrolla siempre de forma relativa al estado de la sociedad. Por eso no ha de sorprender que la esfera privada se distinga según el país y la cultura. En Alemania, la necesidad de protegerse de un mundo exterior que se percibe como amenazante tiene claros motivos históricos. “No existe una explicación mejor que la experiencia histórica de vivir bajo regímenes totalitarios, el intento de nunca volver a cometer ese error y el temor del abuso de los datos personales”.

Del mismo modo, otras tendencias culturales llevan a efectos contrarios. Así, mientras que el ciudadano alemán tiende a proteger enérgicamente sus datos personales, se relaciona de forma relativamente laxa con otro aspecto de lo privado que para otras culturas es un tabú enorme: la desnudez. Mientras que para un estadounidense, desnudarse en la sauna es por lo general incómodo, para muchos alemanes eso no parece ser un problema. El movimiento nudista, según explica el historiador Schmale, ha podido ganar en Alemania muchos más seguidores que en otros países. Incluso, en la República Democrática Alemana la desnudez tenía una función social muy seria: como compensación de la ausencia de libertad política. “Todo esto llevó a una informalidad mucho mayor respecto a la intimidad corporal”.

El particular camino alemán

Por un lado cerrar las ventanas en la noche, por otro presentar públicamente la propia desnudez en la sauna o en balnearios. Para el periodista informático estadounidense Jeff Jarvis aquí hay una paradoja. Desde hace varios años, Jarvis defiende una actitud distinta respecto a la esfera privada. Según Jarvis, el principio de lo público se basa en una ética de compartir y divulgar, mientras que la esfera privada se basa en un concepto del saber exclusivo. Para él, el tabú alemán en torno a los datos personales está pasado de moda. En su libro Partes públicas, Jarvis le ha dedicado todo un capítulo a los alemanes. “En tiempos en que regiones completas de la economía se fundamentan sobre lo público, me pregunto si la psique alemana está lista, y cómo aquello tendrá efectos sobre el lugar de Alemania en la economía digital del futuro”.

Jarvis no es la única persona quien observa el llamado “particular camino alemán” con inquietud. En ningún otro país se discute el tema de la protección de datos de forma más intensa y controvertida que en Alemania. Para las empresas cuyo modelo de negocios se fundamenta sobre el sondeo de datos personales, esta situación es problemática. También para la política, obligada a minimizar los riegos del terrorismo, es cada vez más difícil defender la estricta protección de datos tradicional. Según esta posición, las medidas policiales solo son efectivas si es posible sondear y analizar cada vez más datos personales. ¿Y los ciudadanos? Los ciudadanos disfrutan desde hace tiempo las ventajas de la digitalización, sin preocuparse por el desmantelamiento de la esfera privada. Según los defensores del llamado movimiento “Post-Privacy”, nacido en los Estados Unidos y que poco a poco se extiende también a Alemania, para poder aprovechar la nueva esfera pública digital debemos aceptar la reducción de nuestra esfera privada.

No hay igualdad de derechos sin esfera privada

Pero existen buenos motivos para cuestionar esta argumentación. Para Jan Philipp Albrecht, político del Partido Verde alemán y parlamentario europeo, la progresiva erosión de nuestra esfera privada a manos de los servicios digitales pone en duda nuestra idea de libertad humana. Desde siempre –escribe Albrecht en su libroFinger weg von unseren Daten! (“¡Quiten la mano de nuestros datos!”)– ha sido decisivo para la supervivencia y el progreso de las personas que éstas puedan publicar o preservar ciertas informaciones sobre sí mismas. Justo esta condición parece estar cada vez menos presente.

Para Albrecht, el desmantelamiento de la esfera privada está por completo fuera de lugar. “No hay igualdad de derechos sin esfera privada”, sostiene. También para el historiador Wolfgang Schmale hay algo indiscutible: “Toda sociedad libre y consciente vive gracias a la libertad de pensamiento y opinión. Y esto no puede ser concebido sin la perspectiva de lo privado”.

¿Pero qué significa esto para el particular camino alemán? ¿Acaso el temor alemán relativo a la esfera privada, del que muchas personas se burlan, no está tan equivocado? Wolfgang Schmale está seguro de que los códigos culturales que reglamenten la relación entre lo público y lo privado van a cambiar también en Alemania. Pero también está seguro de que la necesidad de un recinto protegido va a sobrevivir.