Dinah Orozco Herrera  La escritura como respiración indispensable

© Marina Camargo, 2019. © Marina Camargo, 2019.

La poeta colombiana reflexiona sobre los valores del afrofeminismo y sobre el papel que tiene su identidad en su labor como autora.

Como las identidades no son un estatus fijo desde el inicio, sino que se definen por su encuentro y su relación con otras identidades –en medio de escenarios de conflicto, lucha y negociación, donde se disputan las definiciones y acciones políticas de los grupos sociales–, asumo mi propia identidad como un fenómeno de frontera, resultado de relaciones y devenires. Es de esta manera como pertenezco a una colectividad de mujeres descendientes de la diáspora africana en Colombia, una diáspora que fue parida por la negación y el olvido, que parió silencios, y que ha sido definida a través de la percepción internalizada de la otredad.

Por ello, mi oficio de escribir, de poetizar, ha requerido de un largo aliento. En especial porque lo que hemos decidido es reunir los retazos de la herencia africana esparcidos durante siglos de tristezas y soledad, rescatar la memoria del destierro social y del estigma de la nada. El poeta portugués Fernando Pessoa decía que “la vida no basta, por eso existe la literatura”. De este mismo modo, la escritura es para mí respiración indispensable en mi búsqueda existencial. Esto es así porque considero que el verso, la palabra o la frase, están íntimamente ligados a las pulsaciones del corazón. Por eso, la cadencia –esa serie de sonidos que se repiten de un modo regular o medido, como el movimiento de las mujeres caribeñas cuando caminan– es lo que intento recoger en mi poesía a través de la combinación de acentos, repeticiones, combinaciones, pausas y/o cortes. Escribo en “pulsaciones” a la manera del filósofo francés Lyotard. Intento que el ritmo del texto se mueva como la música, así como lo manifiesto en mi poesía:

Siembra tu poema-tambor con las uñas. / Derrámale agua de mar o agua de miel. / Úntalo de polen, de azúcar quemada o de la sal materna de la tierra / para que la cáscara húmeda de sus metáforas, / donde está depositada la savia que nutre el tronco del baobab, / se vuelva dura y leñosa como la piel de la yuca. / Deposita un bosque de palabras renacientes a sus ciclos agrícolas, / y no olvides tejerle acordes de comunicación / en algún punto de partida entre el lenguaje sagrado y las zonas cósmicas, / donde habita el corazón viviente de los ancestros-raíces. (“Siembra tu poema-tambor”)

Al mismo tiempo, en mis preocupaciones literarias intento enriquecer los discursos literarios de la diáspora africana a través de una perspectiva de género. Esto implica llevar a cabo una ruptura importante. Ella me permite revisitar y cuestionar el carácter masculinista de las ideologías dominantes, poniendo en el centro las historias de las mujeres y las perspectivas feministas, y reconociendo la importancia del género y la diferencia sexual.

En general, la poesía escrita por mujeres ha sido marginada, invisibilizada, escasamente estudiada, y en los casos en que ha sido examinada, lo ha sido siempre desde la visión patriarcal del mundo. Esto ha llegado hasta el punto de no concebir que existe un tipo de conciencia literaria afrofemenina, la cual habla de la reinvención de las escrituras y subjetividades plurales, históricas, políticas y culturales de las mujeres descendientes de la diáspora africana.

Con mi escritura afrofemenina asumo el reto de construirme a mí misma y por mí misma a través de la voz sensible y pensante. A través del poder de la palabra emocional, esta voz se politiza e intenta agenciar una fractura, un cambio de paradigma de la cultura patriarcal, mediante la concepción de la creación poética como un acto de exploración de los laberintos de la imaginación, de potenciación del lenguaje, de lectura crítica de la obra en su contexto local, nacional, histórico y social:

[…] ¿Y acaso no soy una mujer-negra? / yo fui la que asesinaron, y arrojaron al ultraje de los buitres / –y no murió–. / Encontré mis orígenes entre los viejos archivos de libros / en la conjuración ritualista del mar / en los cantos espirituales de bodegas / en las tonadas encrespadas de tambor / en las contiendas de mi alma. / Allí me reinventé, / renaciendo en mi ombligo […] Nace la sibila… / pueden llamarme bruja con rimas y con razones… / Yo hablo en la lengua amputada de mis ancestras, / ellas son el fun­da­mento telar que abraza la húmeda red de mis pala­bras. / Mientras la santa inquisición interrogó la negrura milenaria de sus cuerpos-letras, / en mi sombra de vigilias he convocado / sus épicos, sus orgánicos nombres, sus nombres de lanza […] Ahora la garganta de mi voz, / ahogada en el naufragio de los remos, / hace estallar las piedras.
 

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