Bolivia en palabras

Iniciamos en estas páginas una muestra de la narrativa boliviana que pueda interesar a lectores de fuera del país. Más concretamente, a un virtual público de lengua alemana, en estos nuevos tiempos de integración y comunicación entre los diferentes pueblos.

¿Cómo mostrar, qué mostrar y compartir con ese ávido o curioso público interesado en las letras bolivianas? Todo, mucho, algo…

Quienes nos dedicamos a contar historias en este país, tenemos la suerte de estar siempre comenzando de cero, comenzando de nuevo y diciendo: Existimos.

Bolivia existe, esto es Bolivia desde sus letras. Tenemos mucho, tenemos algo especial, esto sí vale la pena. Tenemos todo esto para compartir, para enriquecernos mutuamente: creadores y lectores. Para comenzar…

Sí, hay que comenzar. Algunos autores reconocidos, algunos nuevos autores. Hombres, mujeres, lugares, tiempos diferentes. Palabras y palabras. Rostros y rastros. Sentimientos. Formas de ser, de existir, de vivir, de luchar. Pero tampoco somos de otra especie; somos humanos. Somos un país de cuentistas. ¡Aquí estamos! Además de ser rebeldes y tristes y niños y adultos… Somos un país de cuentistas.

Bolivia es un país joven, quien sabe si más que los otros países de América que la rodean. También es una tierra antigua, pues antes de existir Bolivia, en su actual territorio existieron culturas de diversos rostros y lenguajes, con sus propios sueños y deseos. En sus montañas y en sus selvas.

No puede concebirse Bolivia sin las palabras montaña, selva. Tampoco valle, nieve, agua, tierra. Y menos: baile, comida, alegría, pena, sudor. Nada. Vacío. Cuento. Verdad. Mentira. No. Sí. Quién sabe. Lamento. Carcajada. Cholita. Palmera. Almas en pena. Viento.

Y producto de todo eso, ahora, a través de sus letras, ya en el siglo XXI, nos mostramos a partir de ese pasado y ese color y sabor tan único. Y nuevas palabras, tomadas del aire, del presente y del futuro. ¿Cuáles son esas nuevas palabras? ¿Terror, violencia, máquina, amor, soledad? Aquí estamos.

Manuel Vargas Severiche
La Paz, enero de 2019



 

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