“En Colombia, los librepensadores son considerados marihuaneros y terroristas” – Una charla sobre arte alternativo en Bogotá

Überraschung! In Bogotá ist jetzt die Kunst überall © Hernán García Crespo – mit CC 2.0

En Bogotá, el arte inunda los rincones menos convencionales y se despliega de las galerías y los museos hacia peluquerías, bares o tiendas. Una entrevista irreverente con la artista y experta en arte Catalina Rodríguez.

Catalina Rodríguez es una reconocida artista colombiana y nueva gerente de Artes Plásticas y Visuales en el Instituto Distrital de las Artes de Bogotá (Idartes). Desde su experiencia administrativa en el área cultural, Catalina le contó a “Humboldt”, con algo de irreverencia y mucha frescura, cómo sobrevive el arte alternativo en la conservadora y esquizofrénica capital colombiana.

¿En Bogotá se puede hablar de espacios no convencionales?

Sí. En artes visuales, desde los años noventa venimos desarrollando esa escena. Actualmente, tenemos entre 18 y 20 espacios activos desarrollando programación, en donde circulan obras y discursos sobre arte, con o sin el apoyo del Estado, con plena autonomía en los contenidos que producen y en las formas de trabajar.

Según el proyecto de acuerdo No. 359 de 2008, los espacios no convencionales son los establecimientos públicos de propiedad del Distrito como colegios y bibliotecas. ¿Es cierto esto? ¿Qué ocurre con los espacios privados?

Curiosamente, de esos 18 o 20 espacios activos ninguno funciona en los escenarios no convencionales descritos en el acuerdo, sino en lugares arrendados que tienen usos mixtos: son sala de exposición, espacio para talleres y actividades de circulación, y, además, son tienda o peluquería, todo al mismo tiempo.

Algunos no comprenden estos usos híbridos y los señalan como revoltosos o molestos. Son una peluquería y hacen una fiesta para realizar una subasta, llega la policía y les piden papeles. Si no es un bar que cumple con las normas para establecimientos de comercio, entonces es ilegal. Creo que la ciudadanía asume que esos espacios alternativos son necesarios, pero las autoridades no entienden que existan usos mixtos. Además, estos lugares tienen problemas de financiación y se sostienen gracias a estos usos.

¿La idea de expresarse en estos espacios no tradicionales surge de los artistas mismos o es una iniciativa institucional?

Es una iniciativa ciudadana. A través de la recuperación de la tradicional Galería Santa Fe en los años noventa, encabezada por el Instituto Distrital de Cultura y Turismo, los ciudadanos tuvieron acceso a otras formas de hacer y pensar las prácticas artísticas. Así se generó la conciencia de emprender este tipo de proyectos, lo que mantuvo la dinámica de producción de obras, publicaciones, discursos y formas de montar exposiciones. Desde 1992 tenemos registro de proyectos que funcionaron como espacios independientes con programación propia.

¿Existe un contexto específico que esté impulsando a los artistas a buscar estos espacios?

No quiero sonar como una ”hermana camarada latinoamericana“, pero la lógica del mercado, vista como “Satanás”, ha impuesto una presión sobre las prácticas artísticas, lo cual hace que se den los espacios alternativos. La ciudad misma, su configuración espacial, sus problemas de orden y seguridad, genera espacios cercanos que les evitan a los ciudadanos desplazarse largas distancias, garantizando el ejercicio de los derechos culturales. Es un acto de emancipación producido por la ciudad; la ciudad es cruel…

¿Qué imagen se tiene del arte que tiene lugar en espacios inconvencionales?

En Colombia, la gente que se autodenomina independiente o librepensadora muchas veces es considerada marihuanera, degenerada, terrorista y guerrillera, y esto se relaciona con la sociedad colombiana, que es re-contra-católica y conservadora. Pero según la Encuesta Bienal de Culturas, sobre todo desde la de 2007, el índice de no aceptación del otro ha disminuido. Entonces, aunque somos una sociedad  que critica lo que es diferente, se han realizado procesos de apropiación cultural en donde la actitud de tolerancia ha aumentado.

¿Lo que hace artísticos a estos lugares es que las obras sean realizadas por artistas que buscan “lienzos” no convencionales o que sean un espacio en el que todos puedan ser artistas?

Esta iniciativa hace que la idea de tener una práctica artística no solo sea de quienes estudian arte, sino también de los ciudadanos. Pero en la última Encuesta descubrimos también que de hecho disminuyó la cifra de ciudadanos que piensan que hacen alguna actividad artística. Aunque estos espacios permiten que las personas miren su propia práctica como arte, la encuesta nos dice lo contrario… Bogotá es una ciudad esquizofrénica.

¿Cuáles son los espacios artísticos alternativos más interesantes en Bogotá?

“Miami” (Cra. 17, no. 36-61) es un sitio bien interesante porque ellos asumen la tarea de galería comercial de una manera abierta y no lo disfrazan. Son personas que consideran que ese espacio puede ser un aporte al arte contemporáneo, pero que es susceptible de ser explotado económicamente. Me gusta su transparencia.

De “La Redada” (Cll. 17, no. 2-51) me gusta su programación académica. Esta gente hace talleres que promueven la creatividad, son como jueguitos que te hacen pensar en cosas imposibles, baratas y fáciles de implementar en la vida cotidiana. Muchos, a través de la historia, han dejado de funcionar. La cosa muta, es como un virus, eso es chévere de los espacios no convencionales para el arte.

¿Cuál es el futuro de la movida del arte alternativo en Bogotá?

Sobre el futuro de estos espacios hay que preguntarles a ellos cómo se ven. Idartes tiene una Beca para Desarrollo de Proyectos de Circulación, con la queesperamos financiar dos o tres proyectos al año. Queremos que los estímulos se fortalezcan y crezcan.