Agenda feminista en Brasil – Abrir las fronteras del discurso

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Recientes campañas contra el acoso sexual y el machismo cotidiano movilizaron a millones de mujeres a través de las redes sociales y crearon debates hasta entonces desconocidas. Así se ampliaron las fronteras de las discusiones de género en Brasil.

Desde hace décadas, el movimiento feminista brasilero lucha por la igualdad de género y contra el machismo reclamando más derechos, medidas políticas y espacios de participación social. Pero las demandas y conquistas de ese movimiento no siempre encuentran un reconocimiento amplio. Últimamente, sin embargo, algunas expresiones feministas tuvieron mucho eco en Internet, donde se instaló una militancia dinámica y plural en blogs, redes sociales y páginas web, una militancia que por momentos adopta rasgos de terapia colectiva, pues allí se hacen públicos relatos personales sobre la discriminación y las agresiones que han vivido las mujeres.

La dinámica de Internet ha demostrado ser tremendamente eficiente para desplazar la frontera de invisibilidad que tienen los reclamos feministas, invisibilidad que resulta de un complejo sistema que va desde los valores que la escuela y las casas trasmiten a los niños y niñas hasta la concentración de los medios de comunicación. “Lo más importante de Internet es que los debates, que antes se limitaban a grupos determinados, hoy se extienden a toda la sociedad. Pero, ¿qué se alcanza con eso?”, pregunta Nilza Iraci, presidenta y coordinadora de comunicación de Geledés, Instituto de la Mujer Negra. “Las últimas acciones y manifestaciones de contenido feminista en nuestro país fueron muy importantes, pues han mostrado que las demandas feministas siguen siendo actuales. Las mujeres, sobre todo las jóvenes, reaccionan con los instrumentos actuales”, explica Jacqueline Pitanguy, socióloga, coordinadora ejecutiva de la organización CEPIA y miembro del Consejo Nacional de los Derechos de la Mujer.
 

Opresión cotidiana

“Gente que nunca había reflexionado sobre el tema, se reconoce en las escenas que describen la opresión que viven las mujeres en su cotidianidad”, observa Luise Bello, gerente de contenidos de Think Olga, una página web responsable de dos importantes campañas: “Chega de Fiu-Fiu” (Basta de piropos), y “#Primer Assédio” (Primer Acoso).

“El acoso sexual en el espacio público es un problema serio. Aceptado como comportamiento natural del varón, el abordaje machista hace que las mujeres eviten ciertos lugares y deban hacer rodeos, modifiquen su vida cotidiana para no tener que soportar el acoso verbal. La campaña ha puesto en evidencia que las mujeres de nuestro país nunca tuvieron completa libertad de movimiento”, dice Bello.

“La segunda ola feminista, la de los años sesenta y setenta, se caracterizó por la lucha a favor de los derechos de la mujer sobre su propio cuerpo, a favor del desacople de sexualidad y maternidad. El cuerpo de la mujer le pertenece sólo a ella y no al estado ni a la policía ni a la familia ni a los hombres”, observa Clarisse Paradis, quien se doctoró en la Universidad Federal de Minas Gerais con un trabajo sobre movimientos feministas en Latinoamérica.
 

Ampliar las fronteras del discurso

Paradis afirma que tanto en su producción teórica como en su organización política o en el dinámico espacio de Internet, el movimiento feminista actual busca atravesar nuevas fronteras. El objetivo es reconocer que no hay homogeneidad entre las mujeres del mundo. Según la investigadora, hay gigantescas diferencias entre las mujeres en lo que se refiere a condiciones de vida y oportunidades de acuerdo a la clase social, la etnia, la edad, el contexto geográfico y cultural. “No basta con que una mujer sea presidenta o llegue a ser miembro de un importante directorio empresarial, si sigue existiendo el enorme ejército de empleadas domésticas negras que sólo desde hace poco goza de los mínimos derechos laborales”, dice Paradis.

Para la paulista Carla Vitória, activista de Marcha de Mujeres (un movimiento que desde 1999 cuestiona los fundamentos del capitalismo y reúne a mujeres de más de noventa países), es muy difícil que se pueda alcanzar la igualdad de los géneros bajo las condiciones capitalistas: “Capitalismo y patriarcado son expresiones del mismo sistema. Y en momentos de crisis, el capitalismo aprovecha sistemáticamente el trabajo, el cuerpo, el espacio y los derechos de las mujeres”.

En relación con el modo de ampliar las voces y demandas feministas, Carla Vitória sostiene la necesidad de una organización más sólida. “Quienes hace años venimos militando en la calle vemos en la actividad de las redes sociales una puerta para que mujeres jóvenes, interconectadas, entren en el movimiento feminista. De todos modos, debemos seguir ocupando las calles y elevar el grado de organización. La llama que han encendido estas manifestaciones debe conservarse para ampliar nuestro campo de acción”, dice la activista.

Lo mismo opina Jacqueline Pitanguy, quien además sostiene que el movimiento feminista necesita tanto de su aspecto de denuncia como de organizaciones que planteen las demandas y desarrollen estrategias para convertir la protesta en políticas públicas. Recuerda que muchas de las conquistas sociales son el resultado de acciones, debates y negociaciones políticas de instituciones feministas. “Ya no hay leyes discriminadoras, como las vigentes hasta la constitución de 1988, según las cuales el varón era el jefe de la pareja conyugal. Tenemos un marco legal igualitario para hombres y mujeres, que es válido también en el mundo laboral. Hicimos progresos en la lucha contra la violencia, tenemos comisarías especializadas y ahora, con la ley “Maria da Penha”, tribunales especiales. Pero en comparación con otros países latinoamericanos, estamos muy retrasados en la política. Aquí tenemos una representación muy escasa”, afirma Pitanguy.