El modelo de supervivencia para el periodismo: una pregunta abierta

Felipe Peçanha wurde von einem Polizeiwagen mitgenommen und berichtete weiter über sein Handy.
Foto Mídia Ninja. Creative Commons

En Brasil, iniciativas independientes generan un nuevo mercado para periodistas y rompen poco a poco el monopolio de información de las grandes corporaciones. Pequeños medios informan ágilmente sobre temas específicos y abren espacios de acción para los periodistas.

Mientras que una parte de Brasil observaba atónita las convulsiones sociales que explotaron en junio del 2013 tras el intento de aumentar los precios del transporte público, un grupo de periodistas se disponía a informar sobre las protestas. Usaban Internet 3G y las cámaras de sus smartphones, y transmitían en vivo, sin edición, lo que observaban. Veían lo que muchos no veían.

Sus “posts” de difundieron en las redes sociales y llamaron la atención sobre un movimiento de periodistas independientes surgido pocos años antes: los “Mídia Ninja”, los “Ninjas de los medios” (acrónimo de “Narrativas Independentes, Jornalismo e Ação” – “Narrativas independientes, periodismo y acción”). Sus videos y fotos fueron utilizados por los grandes medios nacionales. La prensa internacional celebró la existencia de la red de los “ninjas” –como se empezó a llamar a los periodistas que información desde las protestas callejeras– y su capacidad de penetrar los acontecimientos.

Casi al mismo tiempo, un grupo de amigos que vivían en Brasilia, todos ellos reporteros premiados con un futuro prometedor en los medios en que trabajaban, planteaban un sueño sobre papel: anotaban detalles y concebían un proyecto para un nuevo modelo de periodismo, también independiente, profundo, de calidad, que debía explotar la tecnología de punta y ser capaz de darle independencia y libertad a los periodistas. Desde el inicio del sueño hasta reunir la valentía para fundar una empresa propia pasaron varios meses de planificación. Pero una vez listos, los jóvenes periodistas abandonaron uno tras otro las grandes redacciones donde trabajaban y se encuentran hoy a punto de salir a la calle y probar un nuevo modelo de negocio. Los detalles de la nueva plataforma se darán a conocer en breve.

El fin de la era del monopolio

Estos dos grupos, con métodos y formas de organización tan distintas, tienen en común la certeza de que el periodismo se encuentra en transformación, y de que nuevos modelos pueden ser ofrecidos por autores distintos a los medios tradicionales. “Si alguien dice que sabe qué modelo periodístico funcionará en el futuro, miente. Tal vez no haya un modelo, sino varios”, dice Felipe Seligman, uno de los amigos que desarrollaron la nueva plataforma de periodismo independiente. “Hoy en día cualquiera puede producir contenido. El monopolio de la información no está ya en las grandes corporaciones”, afirma Filipe Peçanha, o Carioca, un ninja de Río de Janeiro que se volvió famoso por haber sido arrestado mientras informaba desde una protesta en su ciudad natal el día del arribo del Papa Francisco a Brasil.

El fin del monopolio de información significa también el fin de un modelo de negocio que funcionó durante mucho tiempo, pero que ahora, a toda velocidad, parece quedarse obsoleto. Primero porque la publicidad que siempre apoyó a los medios de comunicación ha encontrado medios más baratos y eficientes de transmitir su mensaje. Hoy, un simple anuncio de Google dirigido a lo que el lector quiere comprar, justo en el momento en que lo quiere comprar, puede dar resultados mucho mejores que la (carísima) publicidad de página entera en periódicos y revistas o los (aún más caros) anuncios en horario estelar en radio o televisión. Segundo, porque la disminución del número de suscriptores es un indicio claro de que los lectores prefieren otras formas de informarse. Tercero, por la dificultad de atraer y atar a lectores jóvenes, quienes prefieren la interactividad de los medios digitales.

Generación Y

“Ya no tendremos un medio gigantesco que hable sobre todo, sino diversos medios pequeños que hablen sobre temas específicos. A las nuevas generaciones les da igual de dónde proviene la información”, constata Seligman al analizar los desafíos de su plataforma a la hora de conquistar a la llamada “Generación Y”, aquella nacida entre la década de los ochenta y los años noventa, y a la que pertenece la mayor parte de los integrantes del proyecto. Esa generación hiperconectada se comunica y se informa a través de las redes sociales y de sus smartphones, dos recursos abundantes en Brasil.

Brasil es uno de los países con el mayor número de usuarios de redes sociales del mundo. Y sin duda,  Éstas se han convertido en herramientas de producir y difundir noticias. Fue así con los ninjas y con las personas que se han convertido en un punto de referencia para el círculo al que pertenecen. “Vivimos en un tiempo en el que individuos pueden ser más influyentes que los grandes grupos de comunicación tradicionales”, afirma Seligman, y nombra a celebridades de las noticias y el cine como el bloguero brasileño Leonardo Sakamoto o el actor estadounidense Ashton Kutcher.

“Pulverización del control”

Y justo en este punto entran la agilidad y la actualidad de los pequeños medios, con estructuras menos rígidas y conformados por personas que entienden la técnica, no porque la hayan estudiado sino porque viven con ella y la respiran a diario. “Las personas pueden producir su contenido sin necesariamente pertenecer a redes como los ninjas. Cualquiera que tenga acceso a Internet, quien pueda tomar una foto y colgar o escribir un texto, puede hacerlo. Eso provoca la pulverización del control”, sostiene Peçanha en una entrevista vía Skype acordada minutos antes por Facebook.

La solución más común a que recurren las empresas cuando se dan cuenta de que el modelo al que han apostado está fallando es disminuir sus filas. Según el portal Comunique-se, que examina la industria de la información tras bambalinas, en el año 2012 fueron despedidos 1,230 periodistas. Aún no hay datos claros sobre el 2013, pero se registraron despidos masivos en los grandes periódicos brasileños, con un alto número de profesionales desempleados y muchas publicaciones canceladas. Esto lanza al mercado un contingente de periodistas, muchos de ellos altamente calificados, que deben reinventar su profesión.