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Autora e ilustradora
Jutta Bauer

Jutta Bauer
© Goethe-Institut / Foto: Luz Marina Martínez

La obra de Jutta Bauer nos recuerda que no es necesario desplegar todo un conjunto de técnicas, colores y figuras para comunicarnos con nuestr* interlocutor*. Es en la sencillez donde se da cuenta de la maestría con la que una artista como Bauer alcanza su máxima expresión.

De Vanesa Díaz

Los buenos libros para niñ*s son libros para tod*s, dijo Jutta Bauer (1955) en el discurso de aceptación del galardón más prestigioso entregado a la literatura infantil y juvenil, el Premio Hans Christian Andersen. Es una sentencia corta y concisa, no obstante en esas pocas palabras la autora e ilustradora nos presenta una postura que podemos rastrear a lo largo de su trabajo.

Encontramos un buen ejemplo de ello en Selma (1995), un libro ya icónico que narra la vida de una oveja. La historia empieza cuando un viejo zorro, luego de tomar una copa de vino, piensa en qué es la felicidad y, como no encuentra respuesta, decide preguntarle a un sabio. El sabio considera que lo mejor sería responder con una historia y por eso le cuenta la vida de Selma, la oveja, que pasa su vida enseñando a balar a las más pequeñas del rebaño, charlando con sus amigas y mascando hierba. En la historia del sabio le preguntan a Selma qué haría si tuviera más tiempo y ella enumera la rutina sin mayores cambios; tampoco hay muchas variaciones cuando le preguntan qué haría si se ganara la lotería. Es un libro pequeño y, sin embargo, podrían leerse en él algunos de los secretos de la vida sencilla y feliz.
 

© Goethe-Institut / Foto: Luz Marina Martínez
Jutta Bauer en la FILBo 2016, por invitación del Goethe-Institut.

Selma fue el primer libro que Bauer escribió e ilustró. Luego apareció La reina de los colores (1997), que ha sido otro éxito rotundo. Inicialmente, la historia fue pensada para una película realizada con una técnica de cut-out-animation, lo que llevó a Bauer a simplificar al máximo los elementos que aparecen en la historia, pues para realizar cada movimiento de la película era necesario dibujar de nuevo los personajes con ligeras variaciones. En esta historia encontramos a Malwida —una reina voluntariosa y en ocasiones despótica—y a sus súbditos: el suave azul, el indomable rojo y el cálido —a veces también descarado— amarillo, pues ella es la reina de los colores. Malwida se siente a gusto dando órdenes a cada uno, pero las cosas se salen de control y de repente se encuentran todos en una gran pelea: allí aparece el gris, que lo domina todo.

'Selma' es un libro pequeño y, sin embargo, podrían leerse en él algunos de los secretos de la vida sencilla y feliz.

A pesar de ser un color, el gris no responde a las órdenes de Malwida y en cambio va inundando hasta el último rincón, incluso a la propia reina que ya no es suave, cálida ni indomable… A Malwida solo le queda la tristeza. Este sentimiento la embarga y la sobrepasa. En medio de la melancolía brotan sus lágrimas: unas rojas, otras azules, amarillas y verdes. En ese acto de liberación que es el llanto vuelven a aparecer, uno a uno, los colores. Ahora Malwida descubre otra forma de llevarse con ellos, de estar juntos y de divertirse, dejando espacio para cada uno. El gris es el que ya no tiene lugar y desaparece, llevándose la tristeza.

La técnica de Jutta Bauer es minimalista, diríamos que es una oda a la sencillez. Sin embargo, esto no quiere decir que sea carente de estilo o de desarrollo técnico: el “menos es más” es un sello que Bauer desarrolló tras años de trabajo. Desde niña, Bauer mostró un talento especial para el dibujo; sin embargo, no asistió a clases especiales (que la familia numerosa de la niña no podía pagar), sino que utilizó como insumo los lápices de colores y las hojas que encontraba en el escritorio de su padre, un profesor de primaria.

La técnica de Jutta Bauer es minimalista, diríamos que es una oda a la sencillez. El “menos es más” es un sello que Bauer desarrolló tras años de trabajo.

El paso por la academia vino para Bauer luego de trabajar como enfermera y de cuidar niños con discapacidades, actividades en las que se ocupó mientras obtenía una plaza para ingresar la Escuela Superior de Bellas Artes de Hamburgo. Una vez obtenido su título —en la década de 1980— su trabajo empezó a publicarse en medios como Brigitte, la popular revista alemana. Por este tiempo también aparecieron las ilustraciones que hacia Bauer para la editorial Beltz & Gelberg, casa de escritores como Janosch, Rotraut Susanne Berner y Axel Scheffler. Así, antes de que Bauer diera el paso a escribir e ilustrar sus propios textos, ya había recorrido un largo camino, dando vida a los personajes entrañables de escritoras como Christine Nöstlinger y Kirsten Boie.

La ilustración es un idioma y como tal se puede interpretar y aprender. Es también una manera de abordar algunos temas que están en nuestra vida desde nuestro nacimiento y que son comunes a personas de diferentes partes del mundo. Podríamos decir que es un idioma universal. Los libros de Bauer tienen un fuerte componente autobiográfico y, a pesar de haber nacido de la experiencia individual, tienen mucho que contar a personas de diferentes latitudes. Selma, que podría leerse como una reflexión sobre la felicidad, fue un regalo que la autora ideó en una navidad para su círculo íntimo de amig*s. Un editor, que quedó prendado del libro, tuvo que insistir por años hasta que Bauer aceptó publicarlo. En La reina de los colores se exploran el poder creador y la relación mágica de los colores entre sí, pero también se abordan esos momentos difíciles y conflictivos que hacen parte de las relaciones que establecemos con l*s demás; se puede leer como una aproximación a la teoría del color y también como una reflexión en torno a la búsqueda de una forma armónica —y en el mejor de los casos feliz— de llevarse con l*s otr*s.
 

La obra de Jutta Bauer es inspiradora, pues nos recuerda que no es necesario desplegar todo un conjunto de técnicas, colores y figuras para comunicarnos con nuestr* interlocutor*. Es en la sencillez donde se da cuenta de la maestría con la que una artista como Bauer alcanza su máxima expresión. El público ha recibido con gran entusiasmo cada libro de la autora —cargados intensamente por su vida— y ha sabido agradecer la generosidad de Bauer, que con cada obra ha entregado algo de sí misma.

Además de su trabajo como autora e ilustradora, Bauer ha recorrido el mundo dando talleres y visitando escuelas, bibliotecas y universidades para compartir experiencias en torno al arte y la creación artística con personas alrededor del globo. Esta es otra de sus pasiones y entre risas menciona que si tuviera más tiempo o si se ganará la lotería seguiría haciendo lo que hace. Justamente, hace ya un par de años, en el marco de la FILBo 2016, Bauer visitó Bogotá por invitación del Goethe-Institut. 

Dentro de los reconocimientos que ha recibido Jutta Bauer se encuentran algunos de los más altos galardones dedicados a la literatura para niños y jóvenes, como el Premio IBBY (1994), el Premio del Libro Infantil de Renania del Norte/Westfalia (1999), el Premio Alemán de Literatura Juvenil —por Madre chillona— (2001), el Premio Católico de Literatura Infantil y Juvenil —por El ángel del abuelo— (2002) y el “premio nobel” de la literatura infantil y juvenil o Premio Hans Christian Andersen (2010).

Estos y otros libros de Jutta Bauer están disponibles en la biblioteca del Goethe-Institut.

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