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Escritora
Kirsten Boie

Kirsten Boie
©️ Foto: Indra Ohlemutz

Kirsten Boie, nacida y radicada en Hamburgo, está detrás de más de ochenta libros para niñ*s y jóvenes que han sido traducidos a varias lenguas. En su obra hay variedad de temas, pero se destacan aquellos con contenido social, ya sea de divulgación o crítica.

De Zully Pardo

Lo que pareció una desgracia se convirtió en un golpe de suerte. Sucedió en 1984. Kirsten Boie tenía 34 años, era maestra en una escuela y recibió una noticia: ¡sería madre adoptiva! No obstante, la oficina de protección de menores obligaba a uno de los padres adoptivos a ofrecer dedicación exclusiva al nuevo hijo, y fue Kirsten quien renunció. “Fue muy difícil para mí porque realmente me gustaba ser maestra. No quiero saber cuántas mujeres se han visto obligadas a dejar un trabajo que amaban y que, sin duda, habría enriquecido sus vidas y la de sus hijos”.

Después de todo, gracias a esta situación Boie escribió Qué suerte hemos tenido con Paule (1991) (Paule ist ein Glücksgriff, 1985), una novela corta para niñ*s en donde aborda de manera directa el tema de la adopción y se refiere a los prejuicios, al racismo y a la amistad mientras juega de manera humorística y profunda con los prejuicios contra l*s extranjer*s, contra las “malas madres” y las familias adoptivas. Fue sin duda un tema innovador y honesto que mantiene vigencia.

Aunque posteriormente retomó su trabajo como maestra, Boie no dejó de escribir. Esta mujer, nacida y radicada en Hamburgo, está detrás de más de ochenta libros para niñ*s y jóvenes que han sido traducidos a varias lenguas. En su obra hay variedad de temas, pero se destacan aquellos con contenido social, ya sea de divulgación o crítica, mientras que el espectro de edades va dirigido tanto a pequeñ*s lector*s como a jóvenes adult*s. Su compromiso social no resta emoción a sus libros, todo lo contrario: Boie sabe equilibrar belleza estética, humor, diversión y realismo. Un ejemplo de esto es Juan Oveja también quiere tener una persona (Josef Schaf will auch einen Menschen, 2002), ilustrado por Philip Waechter, donde ofrece una perspectiva novedosa e impactante alrededor de la responsabilidad de tener una mascota. Sin moralismos, e invitando al juego, Boie llama a la reflexión.

Boie sabe equilibrar belleza estética, humor, diversión y realismo.

Reflexivo e impactante es también Una vida cualquiera. Un libro para niños sobre las personas sin hogar (Ein mittelschönes Leben. Ein Kinderbuch über Obdachlosigkeit, 2008). Con ilustraciones de Jutta Bauer, se atreve a hablar sobre un tema prácticamente desierto en la literatura infantil y juvenil: l*s habitantes de calle. Con belleza en el lenguaje, cercanía y sensibilidad, nos muestra que el protagonista vivió una vida como la de much*s: su mamá lo mimó, fue al colegio, estudió en la universidad y tuvo un trabajo, incluso se casó y tuvo dos hijos, pero, de pronto, diversas circunstancias lo llevaron a perderlo todo. Polémico —como muchos de sus libros—, invita a que nos preguntemos hasta qué punto es necesario mostrar a l*s niñ*s una realidad que aun como adult*s nos cuesta trabajo afrontar. Y es precisamente por esto que obras de este tipo merecen toda nuestra atención como lector*s y como mediador*s de lectura, pues invitan a ponernos en el lugar del otro.

Por eso, esta escritora piensa que las narraciones ayudan a los jóvenes a comprender lo que está sucediendo en el mundo. “Las historias, creo, siempre hacen que sea mucho más fácil para los niños entender algo, a diferencia del conocimiento teórico. Creo que esa es la oportunidad que tenemos”, dice Boie, quien es consciente de su responsabilidad formativa a través de la literatura, pero busca siempre mantener un equilibrio entre las necesidades y gustos de sus lector*s y ciertos asuntos y valores que es necesario poner sobre la mesa.

Como el tema de los roles de género en casa, que expone en el libro Todo cambio con Jakob (Mit Jakob wurde alles anders, 1986). Esta historia, atravesada por el conflicto del primer amor de Nele —la adolescente que narra la historia de su familia—, habla sobre la frustración de la madre que se ve obligada a renunciar a su trabajo tan pronto como nace su segundo hijo. Cuando queda embarazada por tercera vez, mamá pierde todas las esperanzas de retomar su vida profesional… hasta que papá decide tomar las riendas del hogar y pedir un permiso de dos años para ocuparse de los niños y de la casa mientras mamá va a trabajar.

La presión social y el replanteamiento de los paradigmas se ven atravesados por la mirada de una adolescente que se divide entre apoyar a sus padres (y “sufrir las consecuencias”) o encajar en su grupo de amig*s: “Katta estaba en contra de que trabajaran las mujeres que tenían niños… Y le parecía totalmente antinatural que los varones hicieran el trabajo de la casa. Probablemente el resto de mi clase opinaba lo mismo. Era imposible que yo contara la verdad”, dice.

“Las historias, creo, siempre hacen que sea mucho más fácil para los niños entender algo, a diferencia del conocimiento teórico. Creo que esa es la oportunidad que tenemos”.

Kirsten Boie

Una de las preguntas más relevantes de la literatura llamada infantil es cuál es el papel del destinatario. Si bien creemos que por llevar el apelativo de “infantil” esta es una forma literaria exclusiva para niñ*s, nos sorprendería ver que se trata de una forma artística que considera un doble destinatario: por un lado están l*s niñ*s o jóvenes que leen, pero, por otro, están los adultos que median, quienes a final de cuentas aprueban o rechazan el acercamiento de l*s jovenes a un libro. Kirsten Boie tiene claridad sobre esto y es quizá por esa razón que sus libros permiten diversas capas de significación, esto es, en otras palabras, la posibilidad de generar diálogos intergeneracionales alrededor de los mismos temas, pero desde diversas perspectivas.

Boie no pierde de vista al público infantil y juvenil y, en lugar de proponer un doble discurso (uno para agradar a l*s adult*s mediadores y otro para l*s niñ*s y jóvenes), busca un balance entre temas difíciles, aventura, humor y situaciones en las que sus lectores se puedan sentir identificad*s. Su principal motivación como escritora es hacer que l*s niñ*s disfruten de la lectura. “A veces mis libros tienen un mensaje, a veces escribo por motivos y objetivos diferentes. Y los personajes principales definitivamente no son modelos a seguir; ¡todos tienen demasiados problemas para eso, y su comportamiento no siempre es impecable!”. De modo que Boie no teme hablar honestamente a sus lector*s; así esa honestidad sea en cierta medida cruda, la autora ofrece diversas alternativas para que los finales sean siempre esperanzadores.

Además, es consciente de que las particularidades de los niños están definidas más por sus gustos que por su edad. “Uno no lograría decir: este libro es para un niño de 8, pero sí lograría determinar para qué tipo de niños está hecho un libro. Uno tendría que observar cuáles son los deseos, las necesidades y los intereses de los jóvenes para saber a quién se le está escribiendo” [1], dice, y de esta manera tácitamente se revela contra el esquema editorial que propone que determinados libros deben dirigirse a determinadas edades.

Boie no teme hablar honestamente a sus lector*s; así esa honestidad sea en cierta medida cruda, la autora ofrece diversas alternativas para que los finales sean siempre esperanzadores.

Boie, como Cornelia Funke, es también una persona muy comprometida con las causas sociales. Para ella no basta con escribir un libro que exponga una situación social crítica, sino que varios de sus libros contribuyen a estas causas. Por ejemplo, tras la escritura de Una vida cualquiera. Un libro para niños sobre las personas sin hogar, Boie entró a apoyar Hinz y Kunzt, el periódico callejero de Hamburgo que venden las personas sin hogar, y el programa “Ayuda a la comida” en el que se invita a los comensales de ciertos restaurantes de Hamburgo a que colaboren con la compra de alimentos para los habitantes de calle.

Entre los muchos proyectos que apoya Boie se encuentra MobiDiK, una iniciativa que organiza la atención, el alojamiento, la alimentación y la asistencia escolar a niños huérfanos por el SIDA en el reino de Swazilandia, en África. A partir de esta experiencia surge el libro Hay cosas que no se pueden contar (Es gibt Dinge, die kann man nicht erzählen, 2013).“Estaba tan horrorizada y conmovida por el destino de los niños y jóvenes que tuve que procesar los encuentros con ellos en historias. Al principio ni siquiera pensé en una publicación”.

Kirsten Boie, doctora en filología, maestra, activista, promotora de lectura y, sobre todo, escritora, nos muestra que, de alguna manera, la suerte es relativa. ¿Qué habría sido de su obra si no hubiera tenido que renunciar a su trabajo como maestra? Sin duda no habría llegado a ser postulada tres veces al premio Hans Christian Andersen (en 1999, 2001 y 2003), uno de los más importantes galardones en el ámbito de la literatura infantil y juvenil, ni tampoco habría ganado, en 2007, el Premio alemán de literatura infantil por la totalidad de su obra.
 
[1] "Entrevista a Kirsten Boie" hecha por Nancy Malaver Cruz. Colombia: Universidad Central, 2010. Hojas Universitarias (Bogotá) No. 63, Jul.-Dic. 2010, p. 276-285

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