Reunificación alemana  La Bauhaus: un lugar de culto de la Alemania reunificada

Bauhaus de Dessau “Bauhaus Dessau” de H.P. Brinkmann se publica bajo licencia CC BY 2.0

Durante mucho tiempo el tesoro de la modernidad estuvo proscrito en la RDA. Hoy la Bauhaus es un faro cultural de la Alemania reunificada.

Fue el invento alemán más exitoso del siglo XX, el más grande de todos los éxitos de exportación, la más duradera de todas las marcas: la Bauhaus de Dessau, que había sido fundada en Weimar. Ningún otro diseño desarrollado en Alemania obtuvo en el mundo un impacto semejante. Ninguno está conectado con la modernidad de modo tan pleno e inamovible. Argumentar en contra de la Bauhaus todavía hoy significa negarse al "progreso", si bien la escuela existió sólo ocho años y fue clausurada en 1933.

Entre el cierre de la escuela y la reapertura en el mismo lugar de un "Centro cultural y científico" que estableció el gobierno de la RDA en 1976 hubo cuarenta años de proscripción oficial: primero, con los nacionalsocialistas que habían combatido a la Bauhaus ya antes de 1933 y después –algo menos sabido en el oeste de Alemania– con los comunistas. El rechazo de estos últimos se remonta a la etapa de la fundación de la RDA. "La Bauhaus y el socialismo no encajan entre sí", con estas palabras Arkadi Mordvinov, el presidente de la Academia de Arquitectura de la Unión Soviética, comprometió a seguir la nueva línea socialista a una delegación de arquitectos e ideólogos de la RDA, que había sido llamada a Moscú en 1950. Por eso la tarea era "incorporar a la gente del tipo Bauhaus al frente de la verdadera cultura socialista".

Rehabilitación de segunda clase

El maleficio pareció quebrarse tres años antes de la Reunificación alemana de 1990. Con ánimo de fiesta, la RDA inició la formal reinauguración de la Bauhaus, que ahora llevaba el nombre de "Centro de diseño". Por cierto, no sin advertir que al fundador de la Bauhaus, Walter Gropius, le había faltado la razón socialista correcta. Él había desarrollado su "concepción arquitectónica de orientación social en dos direcciones claras, la proletaria (socialista) y la burguesa (capitalista)". Así se expresó el investigador en arquitectura Christian Schädlich, de Weimar. No era más que una rehabilitación de segunda clase.

Como fuera, hasta cuatro años después de la Reunificación seguía sin saberse cuál sería el destino de la Bauhaus. Sólo el 9 de febrero de 1994 se estableció la Fundación Bauhaus Dessau. Sólo desde entonces el conjunto de edificios con sus institutos puede contarse entre los más importantes espacios culturales estatales y entre los "faros" culturales de la Alemania reunificada.

Fue un espaldarazo que la Bauhaus histórica nunca había buscado. El modo en que se concebía a sí misma y su ley existencial era la rebelión. La fascinación por esa escuela artística difícilmente habría podido encontrar esa difusión mundial única, si no hubiera emanado de ella la promesa de una transformación de todas las circunstancias de la vida, una reinterpretación de todos los valores, los vínculos y metas.

Debe decirse claramente que al inicio de aquella idea heroica, desmedida y osada estaba el concepto de obra de arte total, tal como lo había sostenido Richard Wagner. A esto se agregaba la idea romántica de mejorar el mundo mediante una comunidad artistas, idea que ya había animado al los pioneros del Jugendstil reunidos en torno al austríaco Josef Maria Olbrich. El plan era volver a la artesanía, las construcciones de la catedrales y a los gremios medievales. Se celebraba la técnica de la respiración, del fortalecimiento del cuerpo y la alimentación consciente y se creía que traerían una "purificación corporal interior".

Líneas rectas, filosas como cuchillos

Ya antes de Dessau, en la etapa inicial de la Bauhaus de Weimar entre 1919 y 1925, este doble ataque a las condiciones imperantes no había podido sostenerse. Eso que al inglés Frank Whitford en su gran monografía sobre la Bauhaus de 1992 le había parecido "algo muy fundamental en la Alemania contemporánea" se desintegró debido al combate singular entre el "místico" Johannes Itten y el jefe de la Bauhaus Walter Gropius: "De una parte, la irrupción de la cultura oriental, la religión india, el retorno a la naturaleza del movimiento Wandervogel, y demás: las urbanizaciones, el vegetarianismo, el tolstoiismo, la oposición a la guerra... de otra, la fascinación por los Estados Unidos, el progreso, los milagros de la técnica y la invención, la gran ciudad..."

Gropius venció, y con él el culto, importado de Holanda, de las líneas rectas, filosas como cuchillos. Se abjuró de la fachada ornamental, del color, del techo a dos aguas, de las columnas, del mirador, del zócalo, de la cornisa. Se rechazó la idea tradicional de la ciudad como "organismo". Se apostó a la ciudades aptas para el automóvil, a la ciudad como máquina, a la disolución de la "calle-corredor" y de la construcción en bloques cerrados, a la segregación de funciones, a la construcción prefabricada y a partir de componentes ya acabados. El nuevo "fordismo", la adecuación a los procesos de producción y al ritmo de las fábricas, a la velocidad del tráfico de la mercancía. Pero conservar una herencia y (como consta en el documento de establecimiento de la Fundación Bauhaus) "transmitirla a la opinión pública": el padre de la Bauhaus, Gropius, no quería eso.

Si la Bauhaus pertenece de nuevo a la Alemania toda y es un santuario, es sólo porque su espíritu revolucionario se agotó y ahora está comprometida más con la tradición que con la perspectiva de lo nuevo. El progreso que desde aquí hizo su gira triunfal por el mundo ahora se broncea a la luz de la musealidad.
 

La Bauhaus de Dessau hoy:

Todavía hoy se puede caminar en Dessau tras las huellas de la Bauhaus. Visitas guiadas llevan a los interesados por el antiguo edificio de la escuela que diseñó Gropius y por las "Nuevas Casas de los Maestros". Las viviendas de Gropius y sus partidarios se reconstruyeron y se reabrieron en 2014. Además, en el sur de Dessau puede verse la urbanización Törten, levantada a finales de los años veinte por encargo de la ciudad.

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