Imágenes de la memoria
Una biblioteca contra la brutalidad

Hacia la Biblioteca
© Biblioteca Pública Piloto, Medellín

En la serie “Imágenes de la memoria”, lugares de la ciudad con un significado especial son recordados por diversos autores. El intelectual colombiano Julián David Correa nos cuenta sobre su imagen de la memoria: una biblioteca pública en Medellín.

Mi contacto con otras realidades era indispensable para la vida. Por eso, aunque muchos espacios podrían ser mi lugar de la memoria, escojo uno: la sala infantil de la Biblioteca Pública Piloto en Medellín, Colombia, fundada en 1952 gracias a un convenio entre la Unesco y el gobierno colombiano que tenía el propósito de incentivar la creación de bibliotecas en el mundo.

Era una sala maravillosa, a donde yo iba a ensayar teatro los sábados por la tarde. Estaba especialmente diseñada para los niños. Tintín entero estaba ahí. Además, la rodeaban árboles muy altos y uno tenía la sensación de estar en mitad de la selva.

En los libros siempre encontraba un interlocutor, porque en el colegio no era fácil encontrar con quien hablar. Los recreos me parecían brutales: el niño grande le pega al pequeño, los comentarios que se asumen como inteligentes carecen de argumentos, la argumentación está dada por la fuerza y el grito. Pero autores como Alejandro Dumas y Julio Verne me ayudaron a conversar, a ver otras realidades.

Fui el primero de mis hermanos y mi madre pudo enseñarme a leer a los tres años. Conocí grandes autores siendo muy joven. Yo era curioso, y cuando mi mamá me mandaba a dormir porque venía una película que mostraba algo no apto para niños, yo le decía: “Mamá, esa historia está basada en una novela que ya me leí”. Y terminábamos discutiendo por eso.

Con los libros, mi mamá nunca puso restricciones. La biblioteca de mi casa estuvo siempre abierta. Era el cuarto de una casa típica del barrio. El tamaño de una habitación de mi casa en Medellín era tan grande como mi actual apartamento en Bogotá. Había dos escritorios. Uno que era como imagino los escritorios del siglo XIX, una cosa muy Oliver Twist. Era muy robusto e imponente. Y había otro pequeñito, de metal, que se usaba para poner la máquina de escribir. Pasaba mucho tiempo frente a estas dos mesas, sobre todo de la última, porque podía escribir en ella. Hacía dibujitos y tonterías.

Es cierto que la arquitectura de las bibliotecas es importante. Pero creo que la arquitectura de la biblioteca estaba compuesta mucho más por los libros que por los espacios. El tesoro de la juventud es una referencia, El Retrato de un artista adolescente de James Joyce otra. Crimen y castigo de Dostoievski o La metamorfosis de Kafka eran libros que construían esa arquitectura.

Ahora bien, cuando comparaba la ciudad con la biblioteca, lo que encontraba era una Medellín en guerra. El exterminio de la Unión Patriótica. La guerra contra el narcotráfico. Bombas. Amigos muertos. Y así, aunque para mí la biblioteca es una alternativa a la brutalidad, no me parecía razonable pasarse la vida entre libros. Me parece una vida muy limitada. Pero sin duda los libros son fundamentales en un país como Colombia. Aquí juzgamos a los alcaldes actuales sin conocer sus pasados, por ejemplo, y eso pasa porque no leemos.

Sin embargo, la inteligencia y el conocimiento hay que ponerlos al servicio de la realidad. Por eso me gradué y me fui a trabajar a distintos lugares del departamento de Antioquia. Escribía, leía y conocía cada biblioteca local, pero intenté no quedarme ahí. Los libros me siguen pareciendo maravillosos, son lo mejor que tengo. Pero una persona en Colombia que ha tenido la capacidad de estudiar, de viajar, de aprender, no debería concentrar todo eso solo para los libros. La inteligencia debe cambiar la realidad.
 

Julián David Correa ha escrito para distintos medios, como las revistas de cine Kinetoscopio y Cinémas d´Amerique Latine. Formó parte de la Dirección de Cinematografía del Ministerio de Cultura de Colombia, fue subdirector del Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina, el Caribe, España y Portugal (CERLALC-UNESCO) y gerente de Literatura de la Alcaldía de Bogotá, entre otros. Durante los pasados ocho años dirigió la Cinemateca Distrital de Bogotá. Este año publicará dos libros: uno sobre cine latinoamericano (Secretaría de Cultura de México) y uno de crónicas y cuentos.
Su página de internet es: www.geografiavirtual.com