Documenta 14
Parcialmente al sur

iQhiya, Monday, 2017
iQhiya, Monday, 2017 | Foto: Fred Dott, documenta14

Óscar Ardila, artista y curador colombiano radicado en Berlín, nos cuenta sobre sus impresiones –sin duda ambivalentes– de la actual documenta.

“South as State of Mind”, “Sur como un estado de ánimo”: esta expresión me evoca un estado de ánimo contradictorio. Por un lado me produce una nostalgia optimista alrededor de la renovación social. Algo que seguramente está vinculado al imaginario de los movimientos revolucionarios latinoamericanos (del “sur”) de la segunda mitad del siglo pasado. Sin embargo, esta expresión me recuerda también un estado de ánimo polarizado en relación a los “países del sur”, un término que, aunque políticamente correcto, describe gran parte de las relaciones geopolíticas contemporáneas: norte-sur, ricos-pobres, desarrollados-en vías de desarrollo.

Como si estuviera mirando hacia el sur, la documenta 14 me lleva a una contradicción similar. Este evento pone en evidencia un estado ánimo polarizado entre poderes simbólicos y económicos del campo cultural global. El malestar que generó la realización de la documenta en Atenas en gran parte del público, tenía que ver quizás con el temor de erosionar a Kassel y su documenta como uno de los centros culturales de la Europa continental. Asimismo al visitar la EMST Collection (Colección de arte contemporáneo de Grecia) en el Fridericianum, era inevitable preguntarme por la incidencia de la crisis de la deuda griega (2009) en las relaciones entre Grecia y Alemania, así como su impacto en el campo de producción cultural local o en la consolidación de la colección misma.

No obstante, la documenta 14 me contagió igualmente de una nostalgia optimista. La exhibición de la Neue Galerie planteaba cruces entre artistas del antiguo bloque socialista con una especie de activismo de reivindicación social vigente, a la luz de una revisión histórica de distintos artistas a lo largo del siglo XX. Cuestiones relacionadas con reclamos a favor de la diversidad sexual, la lucha por la memoria histórica o los enfoques anticolonialistas, aparecían ahora desvinculados de una historia del arte que ha insistido en contraponer los traumas de la Segunda Guerra de los países del norte con la represión de los regímenes totalitarios del sur. En su lugar, esta historia ahora incluye inquietudes y temáticas similares bajo una perspectiva de pugnas sociales comunes en un territorio compartido.

Sí, evidentemente la documenta mira solo parcialmente hacia el sur: al suroeste europeo, al Mediterráneo en toda su extensión, e incluso hacia Latinoamérica. ¿Qué significa entonces “estar en el sur” en el campo de producción cultural global? ¿Ofrece el sur alternativas para pensar en una renovación sociopolítica o cultural? Creo que remitirse al sur es todavía una opción válida para deslocalizarse y ponerse en una situación “incómoda”. Enfocada parcialmente en el sur, la documenta esboza un incómodo mapa político-estético global contemporáneo que contradice, entre otras, categorías fundacionales del orden mundial de posguerra, cuyas estructuras han permanecido incuestionables en el ámbito cultural. Así se abre espacio para nuevas problemáticas y discusiones en un campo en el que se están reinterpretando los lazos entre estética y política, entre norte y sur.