Future Perfect
Una sala de cine para Ciudad Bolívar

Proyecto para la nueva sala de cine
Proyecto para la nueva sala de cine | Foto (detalle): © Juan David Marulanda, Arquitectura Expandida

En un barrio bogotano de mala reputación surge actualmente un proyecto comunitario que une el cine, la arquitectura y la educación. Y que cambia el rostro del lugar.

Para muchos, Ciudad Bolívar es sinónimo de pobreza, marginación, violencia, invasión, peligro. En esta localidad de Bogotá, ubicada en las montañas del suroccidente de la capital, confluyen mucho problemas. Causas de éstos son la inequidad social colombiana y el conflicto armado interno, que ya dura más de cincuenta años. En Ciudad Bolívar viven guerrilleros, paramilitares, narcotráfico; pandillas venden drogas, policías corruptos miran hacia otra parte. En las montañas se practica la minería ilegal; y campesinos desplazados de sus tierras buscan refugio. Pero también allí, en esa misma localidad, hay jóvenes que se esfuerzan por salir de la marginalidad y luchar contra los estigmas. Ellos valoran las montañas en las que viven, y creen que también en Ciudad Bolívar es posible construir una vida fructífera.

“Quiero ser cineasta, director. Quiero ser como Stefan Kaspar, el creador del cine comunitario”, dice convencido Joel Chavarro, un niño de apenas 12 años. En los últimos cuatro fines de semana se ha levantado temprano, entusiasmado y puntual; no para jugar, sino para ayudar a construir lo que él describe como su vida: la primera sala de cine de Ciudad Bolívar.

Ojos bien abiertos

En 2005 nació Sueños Films Colombia, un proyecto local sin ánimo de lucro, cuyo objetivo es la educación y comunicación audiovisuales alternativas. Un grupo de jóvenes de la localidad creó la Escuela Popular de Cine y Vídeo Comunitario. Allí, dice Carolina Dorado, una de las coordinadoras de la Escuela, le enseñan a jóvenes y adultos a manejar las cámaras, pero ante todo se trata de “generar proyectos de vida”. Proyectos como el de Joel, quien entró a la Escuela hace cinco años y hoy tiene no solo el sueño, sino la certeza, de que irá a estudiar en Cuba dirección de cine, para luego regresar y hacerse cargo de la Escuela y del festival de cine comunitario “Ojo al Sancocho”.

Pues a los jóvenes cineastas de Ciudad Bolívar no les bastó con crear una escuela. Después de tres años de contar historias, quisieron que su trabajo saliera de las cámaras, se proyectara, se diera a conocer. Con esta intención, Sueños Films Colombia organizó el Festival “Ojo al Sancocho”. Como su nombre indica, se trata de mirar el “sancocho” que es Ciudad Bolívar: una mezcla de “pobres muy pobres, ricos muy ricos, intelectuales, poetas y artistas”, como lo definen sus creadores. En Ciudad Bolívar esta iniciativa se ha convertido en un referente del cine comunitario nacional e internacional.
 
  •  Foto (detalle): © Gabriel Corredor Aristizábal
  •  Foto (detalle): © Gabriel Corredor Aristizábal
  •  Foto (detalle): © Gabriel Corredor Aristizábal

Construyendo juntos la sala de cine

Ahora, el siguiente paso es construir un cine propio, pues desde hace más de tres años los fundadores del festival sueñan con un espacio propio para mostrar sus cortometrajes. Con la ayuda del colectivo colombiano Arquitectura Expandida, una organización dedicada a construir espacios para proyectos sociales, lograron conseguir los medios para materializar la idea. Según Felipe González, uno de los miembros, este colectivo es “un proyecto que nace de la ausencia del Estado, pues no había aquí infraestructuras sociales ni educativas”. A través de sus conocimientos urbanísticos y arquitectónicos, un grupo de tres jóvenes –un belga, una española y un colombiano– decidieron crear en 2010 Arquitectura Expandida. En 2016, sus esfuerzos están enfocados a apoyar el proyecto de la sala de cine en Ciudad Bolívar.

Pero para González, este proceso no significa llegar a Ciudad Bolívar e imponer una construcción. Todo lo contrario: el esfuerzo debe ser colectivo, creado con y para la comunidad. El diseño de la sala de cine, que estará construida en guadua, no solo será un espacio para proyectar películas, sino también para realizar eventos comunitarios. Así mismo, el lugar de construcción surgió de una decisión de la comunidad. Se trata de la Vereda Potosí, un terreno con valor simbólico. Allí está ubicado el Colegio Ices: un colegio de puertas abiertas, sin rejas, ni candados que nació para brindar una educación alternativa y popular. En Ciudad Bolívar, el colegio es un espacio de resistencia. Pues aunque uno de sus fundadores fue asesinado y la administración de Bogotá le quitó el apoyo económico, el colegio sigue en pie. Justo allí se construye la sala de cine, en una de las casetas adyacentes al colegio. “Este es el epicentro del barrio, aquí está ubicada la Escuela de Cine y aquí comenzó el colegio. Es una manera de recordar la historia y de que la comunidad se apropie de esto”, dice Hernando Gutiérrez, uno de los directivos del Colegio Ices.

El proyecto ha logrado que los vecinos se involucren. Las obras de construcción tienen lugar los fines de semana, a fin de que más gente puedan colaborar. Al principio fue difícil, pero mientras la construcción crece, más personas quieren formar parte. Desde el segundo fin de semana, José Arcángel, un maestro de obra, quiso involucrarse: “Vi que tenían herramientas y con eso se puede trabajar por difícil que sea. Lo hago porque me da gusto que otros tengan lo que yo no tuve”, dice este hombre de pelo blanco que, a pesar de su edad, es uno de los primeros en llegar a trabajar.

Películas en vez de combates

Como Joel, quien quiere convertirse en director de cine, y el maestro de obra José, cada fin de semana son cada vez más los que cortan, pegan, miden y arman en el lugar donde estará la sala de cine.

En octubre de 2016, en el marco de la novena edición del Festival Ojo al Sancocho, se estrenará la sala, con un proyecto visual hecho en comunidad. Así, quienes viven en este territorio podrán hablar y denunciar sin intermediarios. Con la inauguración del cine se comprobará, como dice la líder comunitaria Angie Santiago, que “cada clic que se dispara con una cámara, evita el disparo de un arma. La cámara es la posibilidad de decir la verdad y, sobre todo, de que se sepa realmente cuál es la historia de este lugar”.