Memoria literaria
Ajuste de cuentas

Ajuste de cuentas
Foto: Difusión Companhia das Letras

Una antología de trece escritores latinoamericanos contemporáneos de once países aspira a ser un Ajuste de cuentas con el continente.

Con nombres ya conocidos de la nueva generación de autores de América Latina, como Mariana Enríquez (Argentina), Alejandro Zambra (Chile), Bernardo Carvalho (Brasil) y Juan Pablo Villalobos (México), entre otros, el libro Acerto da contas (Ajuste de cuentas), editado por Companhia das Letras (2017) se presenta como un conjunto de historias policiales contemporáneas que transcurren en ricos balnearios de Punta del Este, en agitadas calles de San Pablo o sórdidos callejones de La Habana.

El brasilero Daniel Galera, escritor y compilador del volumen, explica que el título tiene un doble sentido y puede referirse “ tanto al contenido violento y vengativo de muchas historias policiales cuanto al ajuste de cuentas metafórico que ciertos autores contemporáneos latinoamericanos buscan efectuar contra tradiciones literarias que a veces funcionan como un rótulo o un límite”. Para Galera, en la escritura de las nuevas generaciones hay una tendencia urbana y global de sesgo realista, que “muchas veces está en rumbo de colisión, o por lo menos de síntesis turbulenta, respecto a la escritura más regional, folclórica y fantástica de épocas anteriores.

Joca Reiners Terron, que participa de la antología con el cuento “O sol dos cegos(El sol de los ciegos) concuerda con Galera y dice sentirse próximo a una serie de autores hispanoamericanos “en su desprecio del pasado autoritario de la literatura continental y sus proyectos nacionalistas”.

Memoria del presente de la ciudad

Leído en conjunto, Acerto de contas presenta una especie de mapa de las ciudades latinoamericanas del presente. Galera explica que este fue uno de los criterios sugeridos a los autores cuando se los invitó: que cada uno escribiera historias situadas, de preferencia, en su ciudad o región natal. “Está ese elemento espacial que une los textos: la mayoría de las historias transcurre en una geografía o un paisaje urbano conocido por el autor. Lo que da unidad a la antología es cierta memoria del presente de la ciudad”, explica el compilador.

En consecuencia, el libro muestra un continente “mayor y más variado de lo que nuestra abstracción es capaz de representar”. A la vez parece confirmar que en las ciudades latinoamericanas la violencia no sigue siendo un elemento no sólo presente sino también distintivo.

Violencia innata al continente

En el prólogo del volumen, el crítico Júlio Pimentel Pinto destaca también la visión áspera de un mundo marcado por acciones violentas e ilegítimas desde el punto de vista legal o moral. “Los trece autores de estos cuentos buscaron situarse en esta doble encrucijada: comprender el lugar actual de la narrativa policial y a la vez las circunstancias vividas por América Latina, en una combinación de violencia extrema y carácter prosaico calculado”, reflexiona el crítico.

Como se desprende de la lectura del libro, no todos los autores siguen al pie de la letra el género policial y así se liberan de los estereotipos. El relato “Cavalos na fumaça” (Caballos en la humareda) de la escritora brasilera Carol Bensimon, por ejemplo, aborda la violencia a partir de las manifestaciones realizadas contra el gobierno en 2013, período que marcó la historia reciente de Brasil.

En este sentido, Terron hace una distinción: “Al contrario de la violencia típica de la literatura policial, que generalmente surge de una motivación, la violencia en esos países no tiene ningún sentido. Simplemente ocurre, como un fenómeno de la naturaleza, y parece escapar a cualquier control social. La violencia es innata a la literatura latinoamericana. Todos tenemos traumas de guerra.”

Tono de cansancio

El escritor Daniel Galera
El escritor Daniel Galera | Foto: Difusión Companhia das Letras
Habitante del centro de San Pablo desde hace muchos años pero oriundo de Cuiabá, Terron dice que sólo anda a pie o en transporte público y que gran parte de su literatura –y no sólo el cuento recopilado en la antología– recuerda esa experiencia. La narración incluida en el libro nació así, a partir de una imagen que vio en la ciudad: la de una ambulancia que corta camino entre autos que le dan paso en medio de un embotellamiento en una gran arteria. “Es impresionante cómo las ambulancias se abren camino en el tráfico de San Pablo, un ámbito que no suele ser nada solidario. Para mí, la ciudad es un enigma que intento descifrar caminando”, relata.

Galera sostiene que la violencia no es meramente un estereotipo cultural de América Latina y que los cuentos de la compilación revelan que, en última instancia, es un fenómeno inevitable. “Es verdad que la propuesta de escribir un cuento policial invitaba a la violencia, pero los autores tuvieron la libertad de adoptar otros abordajes y temas, y la mayoría eligió mostrar cómo la violencia ha continuado, aumentado o cambiado en los tiempos actuales. El libro señala que el continente es mucho más que la violencia pero también que esta sigue presente, hasta con cierto tono de cansancio”, sostiene el compilador. “Es un continente desgarrado por la experiencia del dolor y de la miseria física y moral”, agrega Terron. “Si algo se desprende de la lectura del libro es justamente lo absurdo de vivir en un lugar donde la violencia es la regla y no la excepción, como ocurre en otros sitios”.

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