Ciencia
“Transformar la realidad a través del conocimiento”

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La comunidad científica ha fallado a la hora de demostrar de qué manera el conocimiento que se produce dentro de los muros de las universidades, las públicas especialmente, puede transformar la sociedad, sostiene la investigadora brasileña.

De Ana Bárbara Gomes Pereira

Al pensar la estupidez colectiva nos atraviesan las sensaciones que a menudo nos asaltan en los tiempos actuales. Al observar el mundo tal como transcurre fuera de nuestras ventanas, nos asombramos con la descoordinación entre la información y las respuestas, con individuos apuntando caminos en direcciones opuestas, y todo parece extrañamente caótico y difícil de ordenarse. ¡Y lo que es peor aún! Lo que antes parecía ocurrir solamente del lado de afuera de nuestras ventanas, de repente sucede bajo nuestro techo, dentro de nuestros hogares, alrededor de la mesa de la cocina. Algunas familias han decidido dejar de discutir ciertos temas dentro de casa, pues buscan desesperadamente una forma de convivir, de sobrevivir a tantas respuestas y pocas preguntas.
 
Suena extraño pensar que contestamos más de lo que preguntamos, y que recurrentemente preferimos escaparle al diálogo, pues sabemos que la mayor parte de los diálogos deriva en un intenso desgaste y poco es lo que ganan ambos lados. Creo que una parte del problema pasa por ahí, pues se ha vuelto preferible el “cada uno en la suya” manteniendo su reflexión consigo mismo y con sus pares. Fuera de ello no habrá coincidencia y ni siquiera ganas de poner las certezas propias a prueba.

La desconfianza frente a la ciencia

Pensar la estupidez colectiva también nos constriñe, en la medida en que nos percibimos como parte de ella. De la misma manera que nos produce extrañeza el desequilibrio entre la racionalidad y la emoción en el pensamiento del otro, muy a menudo somos recibidos con miradas de dudas acerca de la legitimidad de nuestros planteos. ¡Nosotros también sonamos extraños! El trabajo científico es extraño para nuestra comunidad.

La dinámica de la información que experimentamos hoy en día es otra, y no hemos aprendido bien a operar con ella. Surgen respuestas para todo en los labios: si son verdaderas o no, se lo discutirá después, mucho después, o quizá nunca se lo discuta. No faltan las figuras demagógicas, las soluciones simplistas vendidas como “balas de plata” ante nuestros desafíos sociales. La ciencia, en cambio, opera a un ritmo distinto, diferente al de la política pública, por ejemplo, que anhela respuestas rápidas. 

Divulgar el quehacer científico

La comunidad científica ha fallado a la hora de demostrar de qué manera puede transformar la sociedad que vive fuera de ella el conocimiento producido dentro de los muros de las universidades, las universidades públicas especialmente. Quizá porque hemos fallado también en lo que hace a transformarla efectivamente. Y entonces, ¿quiénes estarán dispuestos a esperar la cautela científica? Parece urgente perfeccionar no solamente la divulgación de lo que genera la ciencia sino también la referente al quehacer científico. Para la comunidad científica ha quedado claro que no existe un argumento de autoridad que le asegure que será escuchada. Por ende, es posible que tengamos que aprender a cumplir mejor nuestro rol para, entonces sí, transformar la realidad a través del conocimiento.

Carta sobre la estupidez colectiva escrita por Ana Bárbara Gomes Pereira y leída durante el workshop del programa Tramas Democráticas, realizado en forma virtual en 2020. 
 

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