Acceso rápido:

Ir directamente al segundo nivel de navegación (Alt 3) Ir directamente al primer nivel de navegación (Alt 2)

“Afterwater”, Dan Komljen
Cine alemán en la Berlinale (II)

Fotograma de “Afterwater” de Dane Komljen, 2022
Fotograma de “Afterwater” de Dane Komljen, 2022 | © Flaneur Films

El segundo largometraje del cineasta, presentado en la sección Forum, explora múltiples posibilidades de crear un imaginario en torno a dos personajes y un lago.

De Miguel Muñoz Garnica

Arranca Afterwater con planos detalle de elementos vegetales cuidadosamente conservados en formol, en la lobreguez de un laboratorio. Siendo una película que sustituye los diálogos por citas verbales, la primera de ellas es de un ensayo científico: “Es en el estudio del lago como microcosmos donde reside gran parte de la significancia intelectual de la limnología, y esta significancia crece geométricamente a medida que se dispone de toda una serie de microcosmos comparables, aunque diferentes”. Ahora bien, según escuchamos recitadas estas palabras, Komlen introduce el plano general de una estación de tren, que deja ver las múltiples circulaciones humanas entre escaleras y corredores. La imagen no solo introduce un elemento argumental –el viaje de los dos biólogos protagonistas a un lago en el que acamparán–, sino que amplifica el significado de la cita: la posibilidad de estudiar el ecosistema humano como otro microcosmos más.

Mitología del agua

Esa posibilidad abierta por la interferencia entre texto e imagen, eso sí, entraña más una fusión que un choque: para empezar, entre la biología y la antropología. Komlen abandona pronto los ambientes urbanos como el descrito y sobre la presencia del lago, del agua, deja emerger lo mitológico. La película desliza referencias algo herméticas a la leyenda de una ciudad sumergida bajo un lago, y a partir de ahí se deja fluir como un cuerpo acuoso. A la par que se dejan escuchar nuevos citas textuales ya no científicas sino literarias –entre ellas, largos pasajes del San Manuel Bueno, mártir de Miguel de Unamuno–, nuestra capacidad de interpretar lo que vemos se emborrona. Nuevas figuras humanas vienen a unirse a las de los protagonistas, cuya presencia se extraña cada vez más en el amalgama de tiempos –o en el no-tiempo– que Afterwater trata de construir.
Fotograma de “Afterwater” de Dane Komljen, 2022 Fotograma de “Afterwater” de Dane Komljen, 2022 | © Flaneur Films

Tiempo(s)

Digamos que el saber qué hacen ahí esos cuerpos es lo que menos interesa a Komlen, que apremia sus imágenes a una búsqueda de la sensualidad, la de los cuerpos desnudos en contacto con el agua o la de sus manos que palpan con lujuria los materiales del bosque y el lago. Nos queda entonces una amalgama entre la fisicidad de los elementos y la vastedad indeterminada de algo tan eterno como los ciclos del agua. O, si lo prefieren, entre la concreción rotunda del espacio y la inconmensurabilidad del tiempo. Komlen quiere atisbar el presente, el pasado y el futuro de a una, e incluso el dispositivo cinematográfico se une a esta fluctuación con unas imágenes que, según avanza la película, mutan del formato digital a la película de celuloide y finalmente el vídeo analógico. Nadie le puede negar a Afterwater la ambición de querer abarcar todas las eras, sean las de la humanidad o las del cine.
 

Top