Wolfgang Herrndorf
El internet como forma de vida

Wolfgang Herrndorf wurde 48 Jahre alt.
Wolfgang Herrndorf wurde 48 Jahre alt. | Foto (Ausschnitt): © Steffi Roßdeutscher

Escribir no tiene que ser una actividad solitaria y un texto no tiene por qué existir en forma de libro para ser literatura de altos vuelos. Éste es el legado del escritor Wolfgang Herrndorf, quien, gravamente enfermo, se quitó la vida en 2013.

Mit „Tschick“ bewegte Herrndorf sich schreibend zurück in die Jugend. Mit „Tschick“ bewegte Herrndorf sich schreibend zurück in die Jugend. | © Rowohlt No se le ocurren a uno muchos autores germanoparlantes hoy en día que vendan millones de libros y escriban un blog. En realidad, ninguno. ¿Daniel Kehlmann? No tiene blog. ¿Frank Schätzing? Tampoco, ni Charlotte Roche. La gran excepción fue el autor berlinés Wolfgagn Herrndorf, nacido en 1965, quien se quitó la vida en agosto de 2013. Herrndorf se aventuró en el internet tempranamente, no como un experimento, sino como forma de vida: aprendió sobre la escritura en internet y también de los otros que escribían con él en internet. Herrndorf odiaba la pintura moderna, amaba el Romanticismo alemán y su Macbook. Y nos legó un libro que en el futuro estará en los libreros junto con Bonjour Tristesse, de Françoise Sagan y El guardián en el centeno, de Salinger, un libro que leerán las jóvenes generaciones para entender qué tal es convertirse en adulto: Tschick (Goodbye Berlín, Ed. Siruela, traducción de Rosa Pilar Blanco).

Para nuestro consuelo, quedan los libros

La historia de amor entre Wolfgang Herrndorf y los lectores que lo conocieron gracias a Tschick fue breve e intensa, la desesperación provocada por su muerte fue por eso tanto mayor. Por suerte y para nuestro consuelo, quedan los libros, entre tanto se han vendido más de un millón de ejemplares de Tschick Herrndorf, quien estudió pintura e ilustración, obtuvo el éxito cuando ya era casi demasiado tarde para él: cuando se publicó Tschick en otoño de 2010, padecía ya de una enfermedad terminal, un tumor cerebral. Que le quería arrancar el tiempo suficiente al reloj para poder terminar todos los libros posibles, eso lo documentó él mismo en vivo: en un blog que empezó a escribir para sus amigos y que luego hizo público: Arbeit und Struktur (Trabajo y estructura) lo llamó. Eso era lo que necesitaba para seguir adelante.

El blog fue leído, sobre todo, como un diario sobre el proceso de morir. Esto resulta lógico, porque Herrndorf documenta en él la lucha contra el tumor, sus quimioterapias, operaciones, médicos, sus pequeñas victorias y grandes derrotas, la impaciencia acerca de cosas que le costaban un tiempo del que ya no disponía: libros tontos, películas malas, sanadores milagrosos. Y Herrndorf también documentó su “estrategia de salida”, no le quería conceder al cáncer la última palabra: “Necesito un arma”, escribió en marzo de 2010. Tres años y medio después se mató de un tiro a orillas del Canal Hohenzollern, en Berlín.

Y tres meses después apareció su blog Trabajo y estructura en forma de libro, lo cual hace todavía más difícil no ver en cada entrada su muerte, que ahora es ya un hecho consumado. Pero quien lea de esa forma, pasará por alto el idealismo de este documento que es Trabajo y estructura Un alegato contra el manejo descuidado del arte y sobre todo, del lenguaje, un llamado a leer como si nos fuera en ello la propia vida.
Buchtrailer – Wolfgang Herrndorf liest „Tschick“

Sin tiempo para la pompa y la sentimentalidad

En el fondo, en las entradas del blog que escribió en esos escasos cuatro años, entre enero de 2010 y agosto de 2013, se encuentra Herrndorf de cuerpo entero, tal y como lo conocemos por sus libros: por su debut In Plüschgewittern (Tormentas de peluche) del 2002, el viaje por Alemania de un joven hombre en busca de respaldo. Por las narraciones Diesseits des Van-Allen-Gürtels (A este lado del cinturón de Van Allen) ), del 2007, por una de las cuales se le otorgó el Premio Bachmann del Público en 2004 en Klagenfurt. Por Tschick y la novela de enigmas y espionaje Sand (Arena), que fue galardonada con el Premio de la Feria del Libro de Leipzig en 2012. Aquí se revela ya un autor que no tiene tiempo para la pompa y la sentimentalidad, cuando todavía le quedaba tiempo suficiente.

"Proyecto Regresión: cómo me hubiera gustado vivir", llamó Herrndorf a su novela Tschick en el blog, la historia de Maik y Tschick, que quieren dirigirse a Valaquia, en Rumania, en un viejo auto robado. No llegan muy lejos, pero lo que aprenden les servirá para la vida. Y así como Herrndorf regresa a la juventud a través de la escritura, a pesar de que no hay un camino que lleve allá, muchos de sus lectores pudieron recorrer este camino leyendo. Una experiencia compartida a tal grado es rara en la literatura, raro es también el estrecho vínculo entre el autor y el público.

Un libro sobre la amistad

Tschick es un libro sobre la amistad, que no hubiera sido posible sin los amigos que el propio Herrndorf encontró en internet, que lo apoyaron hasta el final y acompañaron su trabajo de manera constante: el título Tschick lo escogieron juntos, y cuando Herrndorf empezó a tener cada vez mayores dificultades para escribir su blog, también en eso lo ayudaron sus amigos. Herrndorf formó parte de un círculo que se formó alrededor de 2001 en la página web Wir höflichen Paparazzi (Nosotros, los paparazzi amables): no todos eran artistas, pero muchos se convirtieron en artistas al escribir acerca de lo que leían, veían, amaban, odiaban y lo que les parecía divertido.

Cuán útil era el espacio social que se abrió en internet para el solitario Wolfgang Herrndorf lo enfatizó él mismo una y otra vez en su blog. Que escribir no tiene que ser una actividad solitaria, tampoco la lectura, que el internet no aísla, sino que en él se puede abrir un mundo muy amplio, que un texto no tiene por qué existir en forma de libro para ser literatura de altos vuelos: éste es el legado de Wolfgang Herrndorf.