Coreografías sociales
Cómo sorprenderse a sí mismo

Knotundknot de Dana Caspersen y William Forsythe en Berlin-Hellersdorf
Knotundknot de Dana Caspersen y William Forsythe en Berlin-Hellersdorf | Photo: Marion Borriss

En el campo de la danza las coreografías sociales están de moda actualmente. La bailarina y coreógrafa Dana Caspersen desarrolla desde 2011 el proyecto de performance Knotundknot, que gira en torno a cuestiones sobre migración y pertenencia.

Señora Caspersen, desde hace muchos años usted trabaja como bailarina en Alemania. Y desde hace algún tiempo relaciona las áreas de mediación, investigación de conflictos y coreografía. ¿Qué tienen todas ellas en común?

La tarea de un mediador es ayudar a las personas para que vean las situaciones de otra manera y encuentren soluciones. Ésta también es una actitud laboral que practican los coreógrafos al crear condiciones en el espacio que posibiliten otra mirada o una sensación diferente de las cosas. Tanto los mediadores como los coreógrafos tratan de impulsar o de evitar ciertas acciones. En ambas disciplinas los movimientos internos y externos desempeñan un papel. ¿Cómo reaccionan las personas a determinadas directrices estructurales? ¿Qué condiciones son responsables que de que experimentamos las cosas de la forma en que lo hacemos?

Usted trabaja con el concepto de coreografía social. Por un lado esto recuerda a la Escultura Social de Joseph Beuys, por otro lado el concepto aparece en relación con los flashmobs o también con diferentes acciones de las revoluciones árabes. ¿Cuáles son sus influencias?

Los artistas activos en el ámbito de la coreografía se interesan por los procesos de transformación. Entonces, resulta lógico pensar en acciones en los espacios públicos. Para empezar yo utilicé este concepto a falta de otro mejor. Entre tanto llamo a mi trabajo Kinetic Public Dialogues. Mi objetivo con estos proyectos es entender mejor las dinámicas de un conflicto. Trato de dar impulsos para la acción que ayuden a los involucrados a configurar de otra manera las dinámicas que, con frecuencia, ya se han establecido de forma cinética, para que de esta manera se reduzca la violencia potencial en la situación.

Varios ex miembros de la Compañía Forsythe, como por ejemplo Richard Siegal o Steve Valk, se dedicaron después en sus propios trabajos a cuestiones participativas y sociales. ¿Era un tema que estaba ya en el aire entre los miembros de la compañía?

A William Forsythe le encanta preguntar “qué más son las cosas”. Su compañía fue siempre también un grupo de investigación. Nos hacíamos preguntas como: ¿Qué es aquello que todavía no hemos visto? Es una forma de ejercitar el maravillarse. No se trata tanto de hacer las cosas de manera diferente, sino de verlas de manera diferente. Por eso no me extraña que antiguos miembros de la Compañía Forsythe sigan por el mundo con esta mirada, aplicándola a lo social.

El concepto de la capacidad de acción estética con frecuencia se relaciona con la coreografía social. Significa, prácticamente, hacer lo correcto en el momento correcto. ¿Puedo eso entrenarse?

Casi siempre sucede que las acciones oportunas tienen una cierta estética. No en el sentido de belleza, sino más bien en tanto que funcionan bien, tienen un buen efecto. De manera similar a lo que sucede en la naturaleza, donde la sencillez y la efectividad están vinculadas. Creo que ejercitamos la acción estética en la medida en que desarrollamos una forma de curiosidad en resistencia: un interés por la mecánica y el significado de una situación, incluso en una situación difícil.

Usted lleva tres años desarrollando la obra en diálogo Knotundknot. En ella usted cuestiona a la sociedad de inmigración por sus posiciones sociopolíticas y sociales. Entre otros lugares, la ha presentado en Raunheim, pequeña ciudad cercana a Fráncfort, en Berlín-Hellersdorf o en el barrio berlinés de Wedding. ¿Hubo diferencias considerables en las reacciones de los participantes?

En la primera función en Fráncfort tuvimos participantes que provenían, en más de un 80%, del sector financiero. Primero temí que el grupo no fuera lo suficientemente heterogéneo. Pero después resultó que también cuando se tienen antecedentes sociales similares, es muy diferente lo que las personas relacionan con la sensación de pertenencia. Aunque aquí se dio de nueva cuenta una afinidad inesperada. Muchos participantes habían tenido experiencias de migración del Este al Oeste en la posguerra, y los había marcado la experiencia física concreta del hambre. Por el contrario, en Berlin-Hellersdorf había de entrada una gran heterogeneidad, con participantes de antecedentes y procedencias muy diferentes. Pero debido a que la atmósfera ahí está muy influida por las agresivas hostilidades de los neonazis, tuve la sensación de que los participantes se reunieron, sobre todo, para tener algo que oponerle a esta difícil situación. La atmósfera era de tranquilidad y concentración.

El sistema de Knotundknot es una demoscopia, representada en un triángulo espacial. Usted pregunta, por ejemplo, quién está de acuerdo en permitir el matrimonio entre parejas homosexuales. La decisión no se toma en silencio, sino a través de un posicionamiento en el espacio.

Sí, por eso el cuerpo es tan importante. Se debe representar la propia decisión de manera espacial: yo estoy parado aquí, los demás están allá. ¿Lo aguanto? Y si sólo tomé una decisión por puro formalismo, ¿cómo se siente eso en el cuerpo? Creo que mucha gente se porta en Knotundknot de forma diferente a como lo harían si hubieran tomado la decisión en silencio para sí mismos. Podría decirse que hacen trampa. Pero también eso lo tienen que aguantar. Mi objetivo es crear atención para el propio pensamiento así como para el de los otros. Con frecuencias las personas se sorprenden a sí mismas. En Berlín-Wedding algunas personas lloraron, tanta fue su conmoción por aquello que habían contado.

¿Son sus Kinetic Social Dialogues trabajo social o arte?

Utilizo conocimientos de ambas áreas. Esta zona fronteriza me parece de lo más interesante.