El boom de las librerías independientes
¿Un mal negocio?

La librería Tipos Infames en el barrio madrileño de Malasaña Javier Ortega
© Javier Ortega

A pesar de la crisis económica del país , el descenso alarmante de la venta de libros y las trabas burocráticas para abrir un negocio, España vive un pequeño boom de pequeñas librerías independientes.

La venta de libros ha caído en España un 30 por ciento desde el comienzo de la crisis en 2008 y, según diferentes estudios, un 40 por ciento de la población no lee nunca libros. Entre 2012 y 2014 han cerrado algunas librerías míticas, como Catalònia, en Barcelona (con casi 90 años de antigüedad), en cuyo local se alza ahora un McDonalds, la librería Renacimiento, en Sevilla, o la librería Rumor de Madrid. Con este panorama, abrir una librería no parece lo más sensato. Pero está ocurriendo.

Empecemos con un ejemplo concreto. En 2008, año oficial del comienzo de la crisis en España, Curro, Gonzalo y Alfonso combinaban sus trabajos precarios con la escritura, en sus ratos libres, de un originalísimo e inclasificable blog de literatura, al que bautizaron Tipos Infames. Era un simple divertimento que llevaba escondido el germen de otro gran proyecto que estallaría poco después. Durante un viaje a Valladolid, en el transcurso de una partida de billar “que se nos fue de las manos”, recuerda Curro, surgió la delirante idea de montar una librería juntos. Al menos tenían el nombre claro: Tipos Infames, como su blog.

Un camino lleno de dificultades

Desde la conjura de la partida de billar hasta que lograron abrir su librería pasaron tres años. Había que conseguir un crédito bancario, había que encontrar un local asequible en el centro de Madrid (cuyos alquileres hacía tiempo que solo podían pagar sucursales de bancos o grandes marcas de moda) y había que luchar contra una hermética normativa municipal. Durante esas agotadoras y frustrantes gestiones, los tres aprendices de empresario comprendieron lo que el Banco Mundial resumió con crudeza matemática en una de sus demoledoras estadísticas: España ocupa el puesto número 133 en facilidad para empezar un negocio.

Pero mereció la pena. Tres años después abría sus puertas la librería Tipos Infames, Libros y Vinos, en el corazón del barrio de Malasaña (una zona que podríamos comparar con Prenzlauer Berg). Un espacio diáfano, con dos grandes ventanales, una barra de bar, una cuidada selección de títulos y un pequeño sótano reservado para exposiciones.

Tomaron como ejemplo diferentes modelos de librerías que ya existían en España desde hacía tiempo: La Buena Vida, con cafetería; la librería Cálamo de Zaragoza, que vendía packs de libros y botellas de vino; Pantha Rei, con su galería de arte compartiendo espacio entre los libros. “No inventamos nada nuevo, hicimos una amalgama de las cosas que nos gustaban”, resume Curro.

Ese modelo de librería-cafetería, con todas sus variantes, no ha parado de replicarse desde entonces. Solo en Madrid han abierto La Fugitiva, el café Molar o La Marabunta. En Plasencia (Extremadura), nació Puerta Tannhäuser. En Valencia, Ubic y Slaughter House (ubicada en una antigua carnicería). La última en abrir ha sido, hace apenas tres meses, la Llibreria Calders, en un antigua fábrica de botones de Barcelona.

Librería “de autor”

Por supuesto no todas las nuevas librerías tienen cafetería. Ese es solo uno de múltiples modelos. Lo que une a todos estos nuevos espacios es lo que Guillermo Enríquez, socio de la librería madrileña Cave Canem, resume como vocación de librero de autor, es decir, exigente, maniático, con sus filias y sus fobias. No encontrarás en ellos libros de autoayuda ni aceleradas biografías de ex presidentes de gobierno, ni libros escritos por estrellas de televisión. En palabras de Curro: “no tengo lo que no me interesa, a un librero se le valora tanto por lo que expone como por lo que no ofrece”.

Las nuevas librerías apuestan por editoriales jóvenes (tradicionalmente marginadas de las grandes superficies), la especialización y la diversificación de actividades. Hay una librería para cada segmento: Tres Rosas Amarillas cultiva el cuento; Burma, la novela negra; Documenta, el ensayo, Mujeres y Compañía, literatura feminista; La Caixa d'Eines, literatura infantil. Y de fondo, una constante agitación cultural en forma de talleres, charlas, exposiciones, clubes de lectura. Este último punto es especialmente importante y combativo en las librerías asociativas con vocación de transformación política, como la ya veterana Traficantes de Sueños, en Madrid (abierta en 1995) y las más recientes La Hormiga Atómica, en Pamplona; La pantera Rosa, en Zaragoza; La Fuga, en Sevilla; La Vorágine en Santander…

“Hartazgo generacional”

Detrás de esta eclosión se esconde lo que Curro define como un “hartazgo generacional”. Jóvenes de entre 30 y 40 años, a quienes la crisis económica dejó estancados en la precariedad laboral en un momento de sus vidas en los que, en circunstancias normales, se inicia la fase de acomodamiento y estabilidad. Paradójicamente, en esa situación es más fácil arriesgarse. Todos ellos tenían mucho que ganar y poco que perder.