Arquitectos españoles en Alemania
En busca de la prosperidad

Auditorio berlinés y el Potsdamer Platz
Vista al auditorio berlinés y al Potsdamer Platz | © Pablo López Barbero

Muchos arquitectos españoles que deciden salir a trabajar al extranjero acaban dando con sus pies en Alemania. Y no es por casualidad. Estudios de arquitectura reconocidos internacionalmente, un sector de la construcción muy dinámico y unas buenas condiciones laborales son algunos de los atractivos que ofrece el país centroeuropeo.

Aunque no hay datos concluyentes, una encuesta del Sindicato de Arquitectos de España afirma que Alemania es el primer destino para los arquitectos españoles emigrantes: cerca del 16 por ciento eligen este país. Muchos huyen de la precariedad dominante en un sector seriamente castigado por la crisis inmobiliaria. Otros, simplemente buscan nuevos horizontes.

Pero, ¿con qué se encuentra un arquitecto español recién llegado a Alemania? Carlos Moya llegó a Múnich en 2012 gracias a una beca Leonardo de prácticas en el extranjero. Para este valenciano de 29 años resultó fácil establecerse, ya que las prácticas se convirtieron en un contrato laboral pasados unos meses. Carlos valora la situación general de los arquitectos españoles en el país como “muy buena”, y cree que es uno de los mejores lugares de Europa para ejercer la arquitectura, “a pesar de que los salarios del sector están por muy debajo de otras profesiones técnicas”.
 
Clara B., madrileña de 27 años, hizo un año erasmus en Alemania durante sus estudios en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid. “Fui a Berlín porque es una ciudad que desde el punto de vista de la historia y de la arquitectura me interesaba mucho y porque me apetecía aprender alemán”. Y lo hizo: aprendió alemán, y tras volver a España a terminar la carrera, regresó a Berlín. Una vez aquí le resultó muy fácil encontrar trabajo: un día envió un par de currículos y esa misma tarde ya tenía la entrevista para postularse a su actual empleo.

Posibilidad de contrato

También fue el Erasmus lo que conectó a Miriam Barona con Alemania. Esta valenciana de 29 años trabaja en el estudio Anderhalten Architekten, en Berlín. Lleva junto con un compañero alemán el proyecto de la ampliación del Instituto del Medio Ambiente, que cuenta con un presupuesto de 15 millones de euros. Llegó en 2008 a estudiar y en 2011 a buscar empleo, y en dos meses ya tenía trabajo.
 
Pero no todos corren la misma suerte. Estíbaliz Gutiérrez, que llegó en 2013 con una beca Leonardo, recayó en una empresa de interiorismo en la que, según explica, “a nadie le importaba lo que hacías”. Eran prácticas no remuneradas, una lacra que también existe en Alemania. Además, expresa, “estaba muy lejos de casa y añadiendo el invierno horrible que estaba azotando Berlín, para mí era como un castigo, como tener que ir a la mina todos los días”. La suerte cambió para Estíbaliz el pasado año, cuando comenzó a trabajar en otro despacho con contrato indefinido y perspectivas de crecer profesionalmente, “algo que en España es impensable actualmente”.
 
Todos coinciden en la importancia de saber alemán, la llave maestra que abre las puertas al mercado laboral alemán. Pero si por algo eligen este país, es por sus buenas condiciones laborales. Aunque la figura del becario existe y está por lo general mal remunerada, la posibilidad de contratación a posteriori es bastante alta. Además, los horarios y el calendario de entregas permiten al arquitecto llevar una vida propia más allá del estudio. Y un dato importante: las horas extras suelen ser remuneradas o compensadas con días libres, algo que está muy lejos de la realidad española.

Amplia formación

El arquitecto español puede presumir buena reputación en Alemania. En parte gracias a las grandes figuras reconocidas internacionalmente, como Rafael Moneo o Santiago Calatrava –ambos han construido en suelo alemán–, pero también gracias a la amplia formación de los jóvenes españoles que llegan a trabajar al país centroeuropeo.
 
Para Clara, la formación de arquitecto en España es “más técnica, artística y humanística” mientras en Alemania es más práctica y vinculada al entorno laboral. Sin embargo, las diferencias a la hora de ponerse “manos a la obra” son significativas. “En Alemania el arquitecto no está formado para el cálculo de estructuras como en España y sin embargo hace las veces de director de obra, cosa que en España se delega a la figura del aparejador”, destaca.
 
Carlos confiesa que en España “abarcamos más campos pero apenas tenemos experiencia al terminar la carrera, y en Alemania es todo lo contrario”. Estíbaliz va más allá: considera que el arquitecto español “está mejor valorado en Alemania que en su propio país”, y además puede aspirar a un futuro bastante más prometedor dentro del sector.

No solo especulación

Seguridad laboral y posibilidad de hacer carrera profesional son dos puntos que juegan en favor del país germano. A Miriam Barona, Alemania le aporta un salario seguro y la oportunidad de construir con presupuestos generosos. “El sueldo no es bueno pero el trabajo es muy satisfactorio”, comenta, y admira el interés que se vive en Alemania por la arquitectura bioclimática, la sostenibilidad, la calidad de materiales “y no solo la especulación”.
 
Quizá por eso Miriam piensa quedarse aún un largo tiempo en tierras del norte, al igual que Clara: “Si tuviera las mismas condiciones en España me quedaría a pesar de ello un tiempo en Berlín. No solo a nivel laboral sino también a nivel personal me ha aportado muchas cosas positivas el vivir en esta ciudad”. Sin duda, algo que va más allá de unas buenas condiciones laborales.