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40 años de la Constitución Española
¡Feliz cumple, España!

Antonio Arroyo Gil
Dr. Antonio Arroyo Gil, profesor de derecho constitucional | Foto: Fabian Schmiedel | © Goethe-Institut Madrid

Una fecha sin duda histórica. El 6 de diciembre de 1978, entró en vigor en España la actual Constitución. Después de casi 40 años de franquismo, el estado español viró su rumbo: hacia una democracia plural y un estado de derecho. Pero, España, ¿cómo te va en 2018? Descontento político, planes de reforma, comparativas constantes con Alemania… Hablamos con Antonio Arroyo, Profesor Ayudante Doctor para Derecho Constitucional en la UAM, sobre nuevos desafíos y el debate actual sobre la reforma de  la Constitución Española.

De Fabian Schmiedel

Señor Arroyo, una nueva encuesta publicada por el CIS muestra que hasta un 67,3 por ciento de los españoles apoyarían una reforma de la Constitución. ¿Se empieza a cuestionar la democracia en España?

Bueno, creo que los españoles somos muy democráticos. Varios estudios internacionales sitúan a España en una posición muy aventajada.

Es verdad que la Constitución tiene 40 años y, en determinados aspectos, hay que llevar a cabo una reforma para corregir aquellas insuficiencias o deficiencias del texto actual. Además, en la cultura política en la que nos encontramos, también hay que defender la Constitución frente a sus enemigos, como los nacionalismos divisores y los populismos simplificadores. Nos enfrentamos a muchos desafíos.

La Constitución Española, ¿una herencia del franquismo?

La Constitución tanto en Alemania como en España surge de una dictadura. La Alemania nazi fue vencida, rompimos con el pasado y partimos de cero. La Constitución española es el resultado de unas negociaciones entre unas fuerzas del franquismo moderadas con la oposición demócrata. ¿Dichas insuficiencias son entonces herencias del franquismo?

Ninguna Constitución rompe completamente con el pasado. Incluso en Alemania, podemos encontrar claros rastros del pasado. Es cierto que después de la Segunda Guerra Mundial se cerró una etapa marcada por el horror; pero si nos fijamos bien, su sesgo federal, destinado a evitar la emersión de un nuevo estado central fuerte y potencialmente expansivo, fue, en buena medida, una imposición de las potencias de ocupación, por ejemplo.

En el caso español, es cierto que se trató de un compromiso y la Constitución fue un punto de encuentro , el acuerdo entre unas fuerzas políticas antes enfrentadas. Pero lo relevante es que el salto fue enorme, supuso el tránsito de una legalidad autoritaria a otra perfectamente democrática. No hubo ruptura formal con el pasado, si se quiere ver así, pero sí hubo una completa ruptura material en cuanto a la forma de Estado y a la forma de Gobierno: se pasó de un Estado fuertemente unitario y autoritario a otro democrático, descentralizado y de derecho. Eso es lo importante. Quedan rastros del pasado, pero no se puede decir que la Constitución sea una herencia del franquismo.

Reformas pendientes

Aún así, no es perfecta y hay aspectos que aparentemente no se resolvieron bien. Usted también defiende ciertas reformas, por ejemplo del Senado, ¿por qué?

El Senado actual, por la forma de elección de sus miembros, no se corresponde en absoluto con la definición que le da la Constitución. No es una cámara de representación de las Comunidades Autónomas. Es una cámara de segunda lectura subordinada al Congreso de los Diputados.

Las voluntades de las Comunidades se expresan por medio de sus gobiernos y dichos gobiernos se constituyen a partir de las elecciones autonómicas.  Luego no son esos gobiernos que forman parte del Senado; la mayor parte de los senadores se eligen por sufragio universal en las elecciones nacionales. Ahí radica la gran diferencia con el Bundesrat alemán, en el que sí quedan representados los mismos gobiernos de los Länder, y, por lo tanto, se trata de una cámara de representación territorial verdadera. Y es, por eso, que el Bundesrat alemán sea el modelo al que se mira intensamente.
Vayamos más al grano.

¿Qué otras propuestas tiene usted en mente para una reforma de la Constitución?

Propuestas hay muchas, y cada profesor de derecho constitucional lleva debajo del brazo siempre una reforma constitucional. Donde existe una mayor necesidad es el Título VIII que se refiere a la organización territorial del estado. Actualmente, es un reparto complejo que crea mucho conflicto. Quizás no tanto para convertir el Estado Autonómico en un Estado Federal, el nombre es lo de menos, sino más bien para perfeccionar determinadas técnicas de distribución competencial y de organización institucional o financiera que es un aspecto central para cualquier estado.

Y, a mayores, también se han planteado propuestas para profundizar algunos derechos, que algunos de ellos ya están recogidos en la Constitución, aunque no como Derechos Fundamentales. El derecho a la salud, el matrimonio del mismo sexo, o el derecho a una muerte digna, que se encuentran en debate.

Falta de acuerdo político

Con tantas propuestas, me sorprende que sólo se haya reformado la Constitución española en dos ocasiones, mientras que en Alemania ya ha habido 62 reformas…

Para llevar a cabo las reformas de las partes más importantes de la Constitución, por ejemplo la reforma de dichos Derechos Fundamentales, se requiere una mayoría de dos tercios en cada cámara y luego hay que celebrar un referéndum. Sin duda, es complejo, aunque posible. ¿Por qué entonces no se ha conseguido? Como casi siempre ocurre en democracias, no había acuerdo entre las fuerzas políticas. Así que el problema está en las fuerzas políticas, como casi siempre en democracias. La Transición hizo muy bien, pero ahora deberían esforzarse aún más por llevar a cabo más reformas.

Pero, no nos hace falta una nueva Transición, porque no cuestionamos los elementos básicos de nuestra convivencia: el principio democrático, el estado de derecho, los derechos fundamentales y un estado descentralizado.
 
Antonio Arroyo Gil es Doctor Europeo en Derecho por la Universidad Autónoma de Madrid, donde trabaja actualmente como Profesor Ayudante Doctor de Derecho constitucional. Ha publicado numerosos libros y artículos científicos sobre la organización territorial del poder y los derechos fundamentales. Colabora asimismo con la Fundación Democracia y Gobierno Local, de la que ha sido letrado durante doce años.
 

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