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Sociable... Francamente
Cómo presentarse en Alemania

Tanz auf Hochzeit in Wales
... entonces, ¿a qué te dedicas? En vez de bailar, como sucede aquí en Gales, en las fiestas en Alemania a la gente le gusta hablar de su trabajo. | Fotografía (fragmento): Unsplash © Mitchell Orr

En Alemania, cuando alguien se presenta lo usual es que diga su nombre de pila y acto seguido... en qué trabaja. Para nuestro columnista Maximilian Buddenbohm, la cosa no es tan fácil ni mucho menos.

De Maximilian Buddenbohm

Al presentarse, una persona lo primero que dice es su nombre, limitándose cada vez más al nombre de pila, ya que en la sociedad el tuteo se va generalizando lentamente. Cuando la misma situación no lo deja claro, lo normal es añadir al poco tiempo el trabajo: la persona dice a qué se dedica. Es muy frecuente.
 
Si alguien no dice su profesión, por ejemplo porque está en una fiesta privada y no le apetece hablar de su trabajo, tan pronto esa persona se va todos preguntan: “Era simpático, sí, pero ¿a qué se dedica?” Porque a qué se dedica una persona es un dato esencial. Aquí, en otro caso, no nos hacemos una imagen cabal de la persona; nadie es básicamente nada sin una profesión. Como entre las profesiones posibles se acepta también la de estudiante, sea universitario o no, se puede ser algo ya más o menos desde los seis años de edad.

“Soy más bien introvertido”

Al presentarse, nadie dice jamás lo que es en otros sentidos, lo cual no tendría más que efectos irritantes: “Me llamo Maximilian, soy más bien introvertido”, eso es algo que nadie quiere saber. Tampoco dice nadie si es padre o que su signo astrológico es Leo, o que es ateo o se interesa por la ecología; todo eso es indiferente. Lo único que la gente quiere oír: “Soy fontanero”.
 
Quede claro que yo no soy fontanero; es solo un ejemplo cualquiera que me ha venido a la cabeza espontáneamente, justo porque los fontaneros aparecen mucho en los medios de comunicación por la razón de que hoy en Alemania es difícil encontrar uno. Si yo fuera fontanero, la gente a la que me estoy presentando diría: “¡Estupendo, sí! ¡La verdad es que hacen muchísima falta!” Y, al instante, pueden asociar alguna idea con mi profesión y conmigo mismo, y me darían la enhorabuena por tener un trabajo tan seguro. Sería simple y reconfortante.

Números por la mañana, letras por la tarde

Pero no es simple. Cuando me presento, nadie dice: “Estupendo, sí!” Porque por las mañanas hago control de gestión en un grupo empresarial; por la tarde escribo por cuenta propia. Por la mañana números, por la tarde letras, tal es lo que siempre me apresuro a añadir para que la gente no se quede mirándome sin saber qué decir. No soy inequívoco, he ahí el problema. ¿Quizá podría preguntarse cuál de las dos cosas soy más?
 
Entre mis colegas de control de gestión, la tendencia es tenerme por loco porque trabajo a tiempo parcial por voluntad propia y, después, trabajo en asuntos creativos bastante dudosos. Entre mis colegas de la escritura, la tendencia es tenerme por loco porque trabajo en un departamento financiero por voluntad propia, y eso no lo hace nadie en ámbitos creativos.

¡Se supone que solo puedes tener una profesión!

Mis colegas de control de gestión suelen pensar que, en la práctica, es como si tuviera las tardes libres, pues me paso el tiempo pensando con la vista fija en un punto indeterminado y escribo de ven en cuando unas cuantas líneas, y no se puede decir que eso suene a un trabajo de verdad. Mis colegas de la escritura, por su parte, suelen pensar que mis mañanas deben de ser de lo más relajadas tratándose de una persona con trabajo fijo, pues es un tiempo en el que no tengo que ir detrás de nuevos encargos ni esforzarme por pensar algo ingenioso poco antes de una entrega.
 
El hecho es que trabajo bastante, pero el tener estas dos ocupaciones hace que sea yo el único en darme cuenta de ello. Muchas veces tengo la impresión de que mis interlocutores no dejan de cavilar en quién soy realmente, por más que, como les explico una vez y otra, tengo varios trabajos, sí, pero por lo demás soy una persona más o menos normal, o en todo caso así lo veo yo. Nadie es capaz de acomodarse a este hecho. Ni siquiera lo hace, por lo demás, ningún formulario en este país, pues en ellos la palabra “profesión” aparece siempre en un singular que no admite discusiones. ¡Se supone que solo puedes tener una profesión! No es un mandato establecido en la Biblia ni en la legislación, pero parece como estuviera ordenado en ambos sitios.
 
Me llamo Maximilian Buddenbohm, y aquí soy columnista. Dejémoslo mejor así, sin complicarnos más.
 

“… a las claras”

En nuestra serie de columnas “… a las claras” escribirán, alternándose semanalmente, Maximilian Buddenbohm, Qin Liwen, Dominic Otiang’a y Gerasimos Bekas. En “Sociable... a las claras” Maximilian Buddenbohm informará sobre el gran todo, o sea la sociedad, y sus unidades mínimas: la familia, las amistades, las relaciones personales.

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