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Sostenibilidad
¡Alto!

Junge Aktivisten gegen den Klimawandel
© Bene Rohlmann/SEPIA

En todo el mundo, jóvenes activistas de ambos sexos están poniéndole un alto al cambio climático… y apretándoles las tuercas a los políticos

De Nadja Schlüter

Hacer huelgas:

Greta Thunberg (16), Suecia Greta Thunberg (16), Suecia | © Bene Rohlmann/SEPIA El 20 de agosto de 2018, Greta Thunberg no fue a la escuela, sino que se sentó frente al Parlamento sueco para manifestarse. Su demanda: Suecia debía comprometerse a cumplir con el Acuerdo de París y tomar medidas para mantener el aumento de la temperatura mundial por debajo de 2°C. Durante las tres semanas siguientes, Greta se sentó todos los días frente al Parlamento, junto con cada vez más gente que la apoyaba. Entretanto ya hace huelga “sólo” los viernes, pero ha inspirado a jóvenes en todo el mundo: en muchos países, los viernes se realizan manifestaciones y huelgas escolares con la consigna #FridaysforFuture. Sus presentaciones frente a la opinión pública mundial han contribuido también en buena parte a ello. En diciembre, Greta pronunció un discurso que causó mucho revuelo en la Conferencia sobre el Cambio Climático, en enero le echó más leña al fuego en el Foro Económico Mundial de Davos.  “No quiero su esperanza”, les dijo a los adultos. “Quiero que entren en pánico y que sientan el miedo que siento yo todos los días.” Después de eso, Greta fue agredida en las redes sociales por quienes se muestran escépticos frente al cambio climático. Entre otras cosas, se le acusó de que estaba recibiendo dinero por su activismo y que eran sus padres y otros activistas climáticos los que la dirigían. En su página de Facebook, Greta les hizo frente a los rumores; en los comentarios al respecto queda claro que sigue contando con un enorme apoyo para el movimiento que fundó.

Construir casas de plástico:

Edgar Edmund (18), Tanzania Edgar Edmund (18), Tanzania | © Bene Rohlmann/SEPIA Durante la temporada de lluvias en Tanzania en la primavera de 2015, ocurrieron inundaciones devastadoras. Por lo menos 40 personas perdieron la vida y cientos se quedaron sin hogar porque sus casas de adobe fueron arrastradas por el agua. Cuando el agua se retiró, Edgar Edmund vio no sólo la destrucción, sino también las toneladas de basura de plástico que quedaron y tuvo una idea para solucionar ambos problemas de una sola vez: si fuera posible fabricar materiales de construcción estables y económicos a partir del plástico viejo, se podría reciclar la basura y, al mismo tiempo, construir casas que pudieran resistir las siguientes lluvias. Edgar construyó el prototipo de una máquina que produce ladrillos con el plástico viejo y fundó la empresa Green Venture Recycles. En 2017 fue distinguido por ello con el Children’s Climate Prize. Entretanto, ha reciclado varias decenas de miles de kilogramos de plástico, ha creado más de cien puestos de trabajo indirectos remunerados y ha informado en Arusha, su ciudad natal, a muchos niños y jóvenes sobre la protección al medio ambiente. Además, quiere exportar sus ideas a otros países.

Demandar a un gobierno:

Kelsey Juliana (22), Estados Unidos Kelsey Juliana (22), Estados Unidos | © Bene Rohlmann/SEPIA Muchos políticos y empresarios que toman decisiones en la actualidad no van a experimentar las peores repercusiones del cambio climático. Quien es joven hoy en día, quizá sí. Por esta razón, Kelsey Juliana, junto con otros 20 niños y jóvenes de entre 8 y 19 años de edad, demandaron en 2015 al gobierno de Estados Unidos, cuando Barack Obama era todavía presidente. Según la argumentación, el gobierno viola los derechos constitucionales a la vida y a la libertad de las y los querellantes al estar provocando un cambio climático, debido a las altas cantidades de CO2 que emite. A Kelsey y sus compañeros de armas los apoyó la organización Our Children’s Trust, que ayuda a las y los jóvenes a luchar por la vía legal contra el cambio climático. Después de tres años, la demanda “Juliana vs. Estados Unidos” fue admitida en octubre de 2018 por una jueza de Oregon, de modo que se pudo dar inicio al proceso en el estado natal de Kelsey. No obstante, desde entonces no ha habido progresos porque el gobierno los ha bloqueado todos por diversos medios jurídicos. Pero Kelsey y los demás no se darán por vencidos antes de que haya una resolución. Y es de suponer que en caso de que ésta les fuera adversa, tampoco.

Hacer ruido:

Litia Baleilevuka (21), Fidji Litia Baleilevuka (21), Fidji | © Bene Rohlmann/SEPIA Litia Baleilevuka creyó que, en realidad, estaban bien preparados para hacer frente a los ciclones, es decir, los huracanes tropicales que asolan el océano Pacífico Sur. Pero cuando el ciclón Winston alcanzó en 2016 las costas de Fidji, resultó ser más devastador que todos los anteriores. “Derribó casas como si estuvieran hechas de Legos, arrancó de cuajo árboles que llevaban décadas ahí”, describe Litia en su reporte para la Fundación Thomson Reuters. Durante tres días seguidos, su familia estuvo aislada del mundo exterior y después se enteró de que el pueblo natal de la madre de Litia había sido arrasado por completo. En diciembre de 2018, Litia, como miembro de la red de activismo climático Pacific Island Represent, narró lo sucedido en la Conferencia sobre el Cambio Climático en Katovice, Polonia. De esta manera, llamó la atención sobre el hecho de que también un país tan pequeño como el suyo sufre por las consecuencias del calentamiento global, provocado principalmente por los grandes países industrializados. Por esta razón, Litia exige que se ponga un alto lo más pronto posible a la obtención de energía a partir de combustibles fósiles. También en su país Litia es una activista ambiental muy comprometida que organiza, por ejemplo, proyectos de protección al clima para informar sobre el tema.

Fundar un banco ecológico:

José Adolfo (13), Perú José Adolfo (13), Perú | © Bene Rohlmann/SEPIA Casi ningún niño piensa en fundar un banco, pero justamente eso fue lo que hizo José Adolfo, aunque apenas tenía siete años. Eso sí, en su “banco ecológico” no se deposita dinero, sino… ¡basura! Niños y jóvenes le llevan a José material reciclable, por ejemplo, papel, y pueden abrir una cuenta una vez que hayan juntado por lo menos cinco kilos. Gracias a empresas interesadas en el reciclaje, sus “ahorros” se convierten en dinero de verdad, que puede retirarse o dejarse en la cuenta. Quien tenga una cuenta debe depositar, por lo menos, un kilo al mes. Además, también puede obtener un microcrédito. También se puede comprar directamente en la tienda del banco usando basura como moneda.  Con su proyecto, José quiere combatir la pobreza en su país. Pues si los niños gozan de independencia económica, pueden ir a la escuela en lugar de tener que trabajar. Y eso, incluso si sus padres están desempleados o si no ganan lo suficiente. Al mismo tiempo, el banco fomenta un consumo sostenible y respetuoso con el clima, llama la atención sobre el hecho de que los recursos de la tierra son limitados y de que todo tiene un valor, incluso las cosas que desechamos. En 2018 José fue distinguido por su idea con el Children’s Climate Prize. Y, entre tanto, más de 3 mil niños y jóvenes participan en el “banco ecológico”.

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