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El tercer ojo

Carnaval de las Culturas 2017 en Berlín
Carnaval de las Culturas 2017 en Berlín. | Foto (detalle): Rolf Kremming © picture alliance

Uno de los aspectos más interesantes de mudarse a un país extranjero para descubrirlo e investigarlo es que, en última instancia, uno acaba descubriéndose a sí mismo: desde el nombre y la lengua pasando por los talentos particulares y hasta los gestos que uno usa con frecuencia.

De Dominic Otiang'a

Uno de mis más tempranos descubrimientos sobre mí mismo en Alemania se dio cuando estaba yo enfurecido con mi proveedor de telefonía móvil porque, debido a implicaciones imprevistas de algunas condiciones especiales en mi contrato, había aumentado la cuenta telefónica. Me quejé al teléfono, furibundo: “¿Así es como tratan a extranjeros incautos, que cierran de buena fe contratos con ustedes?” El empleado que me estaba atendiendo respondió: “¡Hombre!, ¿te estás burlando de mí? Te llamas Dominic, yo me llamo Mohammed. ¿Quién es aquí el extranjero?”
 
Me quedé mudo, mirando fijamente mi teléfono, como si pudiera ver a Mohammed y él a mí. Hace mucho que sabía que mi nombre tiene raíces europeas, pero esa estrafalaria conversación me hizo introyectar y entender que un nombre es más que un nombre.

¿Es usted de Inglaterra?

Cuando una vez quise comprarme un té en una máquina expendedora en un edificio de oficinas en Múnich, elegí té negro, leche y azúcar. Junto a mí estaba una empleada de la empresa de máquinas expendedoras, que estaba esperando a rellenar la máquina para ese día. Me advirtió: “Su selección no va a funcionar.” Se equivocó. Un vaso bajó, seguido por té negro, leche y, por último, azúcar. Exclamó, sorprendida: “¿Qué? ¿Hay gente que toma té negro con leche?” Una segunda persona quiso saber: “¿Es usted de Inglaterra?” Éste se convirtió en un comentario frecuente siempre que compraba un té en Alemania. Yo no sabía nada de Gran Bretaña y de té negro con leche, sólo que en Kenia formaba parte del desayuno de mi niñez. Después empecé a aceptar que las conexiones históricas entre Gran Bretaña y mi patria, Kenia, podían haber influido en la elección de mi bebida.

¿Chapati es comida africana?

En un seminario de multiculturalismo en Múnich habíamos acordado que cada quien llevaría un platillo de la cocina de su país. Así es que lleve algo de comida keniana al evento. Pero no pude evitar mirar fijamente lo que había llevado un amigo indio. Tenía un sorprendente parecido con lo mío, incluso sabía exactamente igual. “¿Cómo llaman a eso en Kenia?”, me preguntó. “Chapati”, respondí. “¿Chapati es comida africana?”, volvió a preguntar, sorprendido. Yo asentí, pero él insistió en que chapati era un platillo indio. Más tarde, dejamos de lado nuestras diferencias después de haber investigado un poco: chapati fue llevado a Kenia hace siglos por trabajadores ferroviarios indios. Después se le integró y pasó a formar parte de la cocina keniana. Apuesto que ambos teníamos razón.

¡Posa como un keniano!

Una periodista alemana, que alguna vez había vivido en mi país, quiso publicar un artículo sobre mí después de haberme entrevistado. Para ello, necesitaba una fotografía mía, así es que posé en un sillón. Mi codo descansaba en el brazo del sillón, la muñeca se dirigía hacia mi mandíbula inferior, de modo que el pulgar y el índice tocaban la orilla de mi barba, mientras que mi reloj de pulsera señalaba hacia la cámara. La periodista bajó la cámara, que ya había enfocado, hasta la altura de su nariz y me miró fijamente, como queriendo confirmar algo: “Suena como si estuviera bien integrado en Alemania, pero el keniano sigue vivo dentro de usted. ¡Posa como un keniano!” No supe si reír, agradecerle por el cumplido o indicarle que integración no es lo mismo que asimilación. Pero nunca se me había ocurrido que los kenianos posaran de esa manera para las fotos de estudio. Qué puedo decir, la periodista tenía razón.

Perspectivas refrescantes

Los alemanes nativos también muestras algunas características típicamente alemanas, desde las expresiones faciales hasta la forma de vestirse, pasando por comportamientos generales. Quizá uno debería salir y mirar a su alrededor para constatarlo; y no cuando está uno de vacaciones, sino después de haber vivido un tiempo más largo aquí. Quizá, de manera alternativa, un outsider interactivo, analítico y que fuera un agudo observador viviendo en Alemania podría dar algunas pistas sobre estas características. Escuché que la superestrella china del mundo del arte, Ai Weiwei, quien vive en Berlín, ha desempeñado también este papel. Como sea, he aprendido que los encuentros con personas cuya mentalidad y estilo de vida son diferentes a los míos, con frecuencia ofrecen una perspectiva refrescante sobre quién soy yo, sin importar quién piense yo que sea.

“...a las claras”


En nuestra serie de columnas “… a las claras” escriben, alternándose semanalmente, Dominic Otiang’a, Liwen Qin, Maximilian Buddenbohm, y Gerasimos Bekas. Dominic Otiang’a escribe sobre su vida en Alemania: ¿qué llama su atención, qué le resulta ajeno, dónde se dan percepciones interesantes?

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