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Música pop y electrónica en 2020
Más que números

Cartel “Mañana es la cuestión” del artista Rirkrit Tiravanija
Cartel “Mañana es la cuestión” del artista Rirkrit Tiravanija | Foto (detalle): © Noshe

2020 fue el año del gran cambio. La música pop, al igual que la electrónica, debió hacer un movimiento de retroceso y confrontarse con sus fundamentos económicos y con decisiones políticas concretas. En todos los ámbitos, la pandemia del Coronavirus determinó las reglas del juego y no dejó piedra sobre piedra. Una constante, sin embargo, destacó en este año imprevisible: la transformación permanente.

De Arno Raffeiner

Cuando la sintonía del telediario Tagesthemen comienza a las 21:45 horas del 23 de octubre de 2020, suena diferente a lo habitual. Más fuerte, más distorsionada, más agresiva. Sí, no hay duda: las noticias nocturnas del canal de televisión ARD abren hoy con una guitarra de rock y batería. La cámara del estudio se desplaza hacia tres músicos de pelo decolorado y alborotado: Die Ärzte, una de las bandas de rock alemanas más exitosas de las últimas décadas, abre uno de los programas más populares de la televisión alemana. A tanto ha llegado la cultura pop en tiempos de pandemia:Tagesthemen es punk rock por una noche. Algo es algo.

Es una señal pequeña pero notable, representativa de los acontecimientos de ese año: de que todo ha cambiado, de que desde marzo de 2020 las condiciones de la cultura en general, y de la música pop y los clubes en particular, quedó de un día para otro patas arriba.

Los músicos de Die Ärzte aprovecharon la entrevista con el presentador del telediario para llamar la atención sobre la precaria situación de toda la industria de eventos. Desde el estallido de la pandemia, los festivales y las noches de clubs no han tenido lugar en absoluto en los espacios de siempre. Hubo conciertos en una ventana temporal de algunos meses entre primavera y verano, pero en condiciones inusuales y apenas han dado beneficios económicos. En el caso de 2020, no se puede hablar de business as usual, ni siquiera de cierta continuidad en los planes que hubieran hecho. Y en el 2021 esto cambiará sólo paulatinamente. En una entrevista a un periódico a comienzos de diciembre de 2020, el Ministro Federal de Hacienda, Olaf Scholz, animó a todos los promotores de conciertos a no volver a planificar hasta la segunda mitad de 2021. Lo que, a la inversa, significa que la industria no puede tener esperanzas de celebrar conciertos antes de julio.

PRÓXIMAMENTE un supermercado de bebidas

Muchos músicos se ganan la mayor parte de su sustento gracias a las actuaciones. De la noche a la mañana se vieron privados de su medio de vida por las medidas adoptadas para contener la pandemia de Coronavirus. Pero no solo ellos. "Pronto se abrirá aquí un supermercado de bebidas", estaba escrito en la fachada de la Columbiahalle de Berlín. Eso era una advertencia. La sala, con capacidad para 3.500 personas, llevaba meses desierta. No sólo en el escenario sino también detrás de él, toda la actividad estuvo en punto muerto, como las actividades de toda una industria que a menudo permanece invisible entre bastidores o se da por sentada: promotores, agencias de reservas, técnicos de sonido, empleados de seguridad, catering, camareros.

En el transcurso de la crisis se hizo especialmente evidente que los músicos, DJs y con ellos y ellas toda la industria creativa, no pueden contar con un lobby comparable al de otras industrias de tamaño similar. La iniciativa Alarmstufe Rot ("Alerta Roja") se fundó en julio precisamente con esta conciencia y para cambiar esta situación.

Es posible que, gracias a las acciones de protesta de esta iniciativa, ya se conozca hasta qué punto las numerosas pequeñas empresas dispersas y los lobos solitarios de este sector contribuyen a la producción económica del país. "Somos el sexto sector económico de Alemania, con 130.000 millones de euros de facturación y más de un millón de empleados", dice la página web de Alarmstufe Rot sobre la industria de los eventos, que también incluye áreas como conferencias, ferias y eventos deportivos.

Berlín, la capital alemana y metrópoli cultural, tiene, según su propio gabinete económico, 250 recintos para eventos; los recuentos basados en otros criterios llegan incluso a duplicar esa cifra. Con unos 45.000 eventos al año, el sector generó recientemente un volumen de negocio de 170 millones de euros. La escena berlinesa de música pop y de clubs no sólo tiene un atractivo internacional, sino que es lo que se suele llamar un "factor de localización", factor que en 2020 cayó por los suelos. En una ciudad como Berlín, que vive de los servicios, del turismo y la cultura, las consecuencias se sentirán durante años.

0,00018 euros por un video

La esfera digital se ha convertido en el principal escenario cultural de la crisis deL Coronavirus. Durante meses, las plataformas en línea han servido de escenarios alternativos, con retransmisiones en varios formatos, en directo o grabadas, con poca o ninguna audiencia in situ. Los principales beneficiarios de este desarrollo han sido las ofertas de corporaciones globales como Google con su portal de vídeos YouTube y la plataforma de medios sociales Facebook con los conciertos de Instagram, entre otros.

También Spotify, el mayor servicio de streaming de música, registró un crecimiento significativo. En el tercer trimestre de 2020, el número de los usuarios activos por mes aumentó un 29% en comparación con el mismo periodo del año anterior, y las suscripciones un 27%. Los ingresos aumentaron un 14%, de los cuales una parte insignificante llega a los músicos. Un agravio que se ha venido señalando desde hace tiempo, pero que se ha acentuado en condiciones de crisis. Spotify paga alrededor de 0,0029 euros por stream. Por un clic en un video de música YouTube paga aproximadamente 0,00018 euros, es decir, menos que una décima parte de lo que paga Spotify.

United We Stream se consolidó como la más famosa alternativa a YouTube, Instagram y compañía. La serie fue lanzada por Clubcommission, una asociación berlinesa de clubes, en colaboración con el canal de televisión franco-alemán Arte. Así, en el canal de televisión y en la página web unitedwestream.org se transmiten para un público internacional sets de DJs provenientes de más de cien ciudades. En tales formatos, los ingresos se generan sobre todo a partir de donaciones, pero también la venta de entradas para eventos en línea tiene una acogida cada vez mejor.

Paralelamente, también se experimentó mucho offline, en la “esfera física”, para hacer que los eventos musicales fueran sanitariamente seguros. Estrellas del mainstream como el rapero Sido probaron a hacer conciertos en autocines. Además, donde fuera posible, se apostó por espectadores sentados y no de pie. Hubo espectáculos por turnos, con bandas que tocaron dos veces seguidas ante un público reducido. Dado que no es posible obtener beneficios con una tasa de ocupación media de entre el 20 y el 25 por ciento del público habitual a un precio aceptable de las entradas, este tipo de estrategias se trasladaron principalmente a los recintos financiados con fondos públicos. Los promotores independientes y las agencias tuvieron que reorganizar y posponer constantemente sus programas de festivales, los turnos de los DJs y las giras de conciertos. En muchos casos el resultado se tradujo en planes que no pudieron llegar a cumplirse.

Andreas Oberschelp, que con su empresa Puschen organiza conciertos en la escena indie, informaba en un artículo de Zeit Online que con el streaming de conciertos de los artistas que representa en Alemania recibe menos del 5 por ciento de sus ingresos habituales. Para veinte de los conciertos programados por Puschen en otoño, se pusieron a la venta solo cuatro entradas en la segunda semana de septiembre.

bote inflable vs. refugio

Un sector de la opinión pública considera a menudo que el circuito de los clubs de música es una molestia y una amenaza sanitaria. El concepto de “fiesta del Coronavirus” se estableció ya en primavera como un insulto muy popular. De hecho, el público de los clubs no siempre hizo lo mejor por su propia causa. En este sentido, el punto más bajó lo constituyó una manifestación de botes inflables que tuvo lugar en Berlín a comienzos de junio. Mientras sólo a unos kilómetros se realizaba una manifestación de #BlackLivesMatter contra el racismo y la violencia policial, alrededor de tres mil personas protestaron sobre el agua enfrente de un hospital reclamando por una libertad que veían injustificadamente limitada. En una de sus pancartas podía leerse “I can't breathe”: así, la última frase de George Floyd, el afroestadounidense asesinado en una operación policial en Minneapolis en mayo de 2020, degeneró aquí en un eslogan de una fiesta al aire libre.

Gracias a esto la música tecno también llegó al telediario Tagesthemen, pero por otras razones que la banda Die Ärzte. Ahora bien, los titulares sobre estas acciones ocultaron los esfuerzos de los clubes por reinventarse como espacios. AAdemás de las soluciones de emergencia, que se apoyan cada vez más en la gastronomía, se produjo sobre todo un giro hacia las artes visuales. Las pistas de baile se transformaron en salas de exposición. Uno de los eventos más prestigiosos fue Studio Berlin, una exhibición de arte contemporáneo en la capital alemana, organizada por el club tecno Berghain en cooperación con la colección Boros. La respuesta a la inauguración, a principios de septiembre, fue magnífica, los horarios de visita se reservaron con semanas de antelación, hasta que en noviembre hubo que volver a cerrar todos los espacios de conciertos y exposiciones.

Por el momento, las nuevas restricciones pusieron un freno a ambas estrategias, a la de espacios virtuales de reemplazo y a la de reinvención de los clubes. La inversión en estos nuevos conceptos no resultó ser a prueba de crisis. Ya en primavera se podía prever que algunos locales, en los que no se podía realizar ni la opción de restauración al aire libre ni un programa de exposiciones, iban a desaparecer definitivamente. Gracias a los programas de ayuda de emergencia, muchos empresarios han aguantado hasta finales de 2020. Pero lo más probable es que la oleada de quiebras sólo se posponga hasta 2021. Especialmente en el sector de los clubes, esto significa la pérdida permanente de espacios seguros donde los grupos marginados podían reunirse sin ser discriminados.

El hecho de que esta dimensión sociopolítica fuera desplazada en la percepción general por imágenes como las de la “rave de los botes inflables” encaja con el panorama general. Las medidas adoptadas para contener la pandemia también transmitían, entre líneas, un sistema de valores subyacente. Las ayudas de emergencia proporcionadas por el gobierno federal al principio de la crisis se destinaron exclusivamente a los gastos de funcionamiento y, por tanto, pasaron por alto la realidad laboral y vital de muchos músicos. Pero sobre todo, en general la cultura no se considera “relevante para el sistema”. Su importancia para las personas, por ejemplo en comparación con el comercio minorista, es juzgada por los responsables políticos como algo secundario, más bien en el sentido de una oferta de ocio de la que se puede y debe prescindir en determinadas circunstancias. Se trata de algo más que de números. No sólo está amenazado el sustento de muchos creativos y sus ayudantes. También se les niega su papel e importancia en la comunidad.

Aprender a mutar

Del 2020 quedarán muchas cosas... precisamente porque serán no pocas las instituciones y costumbres que desaparecerán. El año marca un punto de inflexión, los acontecimientos tendrán un efecto duradero. Las nuevas convenciones y las rutinas que surjan de ellas tendrán que evolucionar gradualmente. Es probable que una gran parte del público siga siendo prudente y evite las multitudes durante algún tiempo, lo que significa asistir a muchos menos conciertos. El programa de sustitución digital ha perdido rápidamente su atractivo inicial. Los formatos híbridos, de los que se ha hablado mucho desde entonces, deben surgir primero y demostrar su eficacia en ambos lados, tanto en la producción como en la recepción. El público también tiene que reaprender y adaptarse a las nuevas ofertas.

Morgen ist die Frage ("Mañana es la pregunta") es la consigna que, como parte de la muestra Studio Berlin, se muestra en letras gigantes en la fachada de Berghain. El trabajo de Rirkrit Tiravanija plantea que ahora lo más importante es invertir en un futuro diferente. Económicamente, pero también creativamente. La producción de nuevas condiciones e infraestructuras constituirá una oportunidad para reflexionar con mayor intensidad sobre problemas sufridos por años y, en un caso ideal, permitirá terminar con ciertas injusticias: permitirá señalar las dinámicas sexistas y racistas en el negocio de la música, crear espacios digitales autogestionados y que garanticen mayor participación, poner en práctica la ecología y la sustentabilidad también con un contenido social.

Por eso, tras el 2020, el nuevo gran lema de la cultura pop será el cambio. “Tenemos que lograr pasar del estadio de la mutación forzada al de la mutación elegida”, escribió el filósofo Paul B. Preciado en un ensayo a comienzos de la crisis. Hay muchos artistas que desde hace algún tiempo abordan este tema en el campo de la estética. Por ejemplo, Aérea Negrot es representativa de esta práctica. Esta venezolana residente Alemania se mueve desde hace años entre los extremos de la música de clubs, el canto operístico, el teatro y la performance. Recientemente se la pudo ver como DJ en un evento de streaming en colaboración con el festival CTM de Berlín. La próxima edición del festival está anunciada para finales de enero de 2021. Será una “Edición Pandemia” en una nueva forma híbrida que habrá que descubrir. El tema general del festival nos ocupará por mucho tiempo: “Transformación”.

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