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La imagen de las mujeres en el punto de mira.
Justyna Koeke, la peligrosa dama de rosa

Justyna Koeke y sus pasarelas de ensueño.
Justyna Koeke y sus pasarelas de ensueño. | Foto (recorte): © Michael Wittig

¿Por qué la artista polaco alemana Justyna Koeke realiza desfiles de moda con mujeres muy mayores vestidas como princesas de cuento? Y ¿por qué contacta a través de Tinder con hombres ávidos de amor para pedirles que la fotografíen en un bosque?

Cuando ayudaba a sus padres a mudarse de casa, Justyna Koeke se encontró un montón de dibujos que la impresionaron mucho. Casi todas las imágenes, obras suyas y de sus cinco hermanas cuando eran niñas, mostraban princesas o santas. “Ese es el origen, así se cría a las niñas. Si una mujer no es bonita, por lo menos tiene que ser buena.” -reflexiona Koeke con amargura.

Justyna Koeke nació en Cracovia en 1976. Hace tiempo que se distanció de esos orígenes, y su vida no transcurre entre ir a la iglesia o preocuparse de su belleza. En definitiva, la vanidad no es lo suyo. A esta mujer de complexión grande y cabellos oscuros, el aspecto exterior poco le importa. Lo suyo es ganarse la simpatía de la gente con sencillez, tal y como es. Amable y atenta, pero a todo trapo, siempre tiene algo que hacer. En su enorme taller, revolotea sin pausa, sacando telas de los estantes o tropezando con cojines decorados con pestañas.

Koeke vive actualmente cerca de Stuttgart, donde en vez de dibujar princesas, propone con su trabajo artístico una reflexión crítica sobre la imagen femenina tradicional, los clichés y el culto a la belleza. Con su pequeña máquina de coser, reproduce vestidos de princesa sacados de sus dibujos infantiles con el fin de que unas encantadoras damas de avanzada edad luzcan en la pasarela sus fantásticos diseños. Su peformance incluso participó en la Semana de la moda alternativa de Berlín y fue toda una experiencia, y no solo para el sofisticado mundillo de los blogueros de moda sino también para las modelos, algunas de las cuales tenían más de 80 años. “En la vida diaria ya no se las percibe como mujeres“, dice Koeke. “Parece ser que con el paso de los años nos hacemos invisibles.”
  • Las princesas de Justyna Koeke Foto (detalle): © Justyna Koeke
    “Mi idea era plasmar mis sueños de niña, de manera que los dibujos cobraran vida.”
  • Las princesas de Justyna Koeke Foto (Detalle): © Justyna Koeke
    “La colección está inspirada en más o menos veinte dibujos de princesas que yo y mis dos hermanas mayores hicimos cuando éramos chicas.”
  • Las princesas de Justyna Koeke Foto (detalle): © Justyna Koeke
    “Las niñas son bombardeadas desde chicas con determinados conceptos de belleza y de bondad femeninas. Y eso es lo que dibujan.”
  • Las princesas de Justyna Koeke Foto (Detalle): © Justyna Koeke
    “Me demoré seis meses en tener lista la colección. Hice veinte vestido.”
  • Las princesas de Justyna Koeke Foto (Detalle): © Justyna Koeke
    “Las niñas dibujan un mundo idealizado de princesas o de lo que esté de moda en ese momento, eso depende de la generación.”
  • Las princesas de Justyna Koeke Foto (Detalle): © Justyna Koeke
    “Elegí trabajar con mujeres mayores como modelos. De esa manera, el contraste se hacía aún más fuerte, porque ellas también son símbolo de experiencia de vida.”
  • Las princesas de Justyna Koeke Foto (Detalle): © Justyna Koeke
    “¿Qué pasa cuando veinte mujeres al final de sus vidas vuelven a sumergirse en esa mirada infantil y examinan los estereotipos de género o las expectativas?”
  • Las princesas de Justyna Koeke Foto (Detalle): © Justyna Koeke
    “Yo quería describir un arco a lo largo de toda la vida de las mujeres.”
  • Las princesas de Justyna Koeke Foto (Detalle): © Justyna Koeke
    “El trabajo tematiza los roles de las mujeres, pero también lo que implica envejecer para ellas, la invisibilidad de las mujeres viejas en nuestra cultura. A esas mujeres ya simplemente no las miran en la calle.”
  • Las princesas de Justyna Koeke Foto (Detalle): © Justyna Koeke
    “Dejan de ser percibidas como mujeres, porque la mirada sobre las mujeres sigue siendo totalmente sexista. Eso es lo que yo quería contrarrestar a través de esos vestidos extravagantes.”
  • Las princesas de Justyna Koeke Foto (Detalle): © Justyna Koeke
    “Por supuesto que era una combinación bastante osada.”
  • Las princesas de Justyna Koeke Foto (Detalle): © Justyna Koeke
    “Pero funcionó bien, parecían reinas con los vestidos, se veían muy majestuosas.”
  • Las princesas de Justyna Koeke Foto (Detalle): © Justyna Koeke
    “Yo disfrazo mi trabajo de proyecto de modas, lo presento como una colección. Pero lo que yo hago en realidad no es moda. Son más bien objetos en circulación, esculturas móviles.”
  • Las princesas de Justyna Koeke Foto (Detalle): © Justyna Koeke
    “Los desfiles de moda son mera presentación, una ficción, se representa algo. Y hay determinados momentos de la vida que no se muestran.”

 

Ayudándose de la presentación, de la representación y del disfraz, Justyna Koeke pone en tela de juicio las expectativas sociales en relación con las mujeres. En términos artísticos, su objetivo es "mega feminista”, aunque entre tanto ha aprendido que respecto al feminismo “no existe un consenso” y, por ello, algunos de sus proyectos han sido objeto de crítica también desde ese su bando. Por ejemplo, su calendario de desnudos mostraba fotografías de mujeres sin ropa en diferentes obras de construcción: una vez más, criticaron las feministas, las mujeres desnudándose ante la cámara. Pero el objetivo de Koeke era demostrar que una mujer también es “un simple cuerpo” y no tiene que ser siempre –como la industria de la publicidad se empeña en afirmar a cada hora- sexy y atractiva.

El desnudo en este caso, sin embargo, fue una excepción, ya que Justyna Koeke suele vestir y revestir a las mujeres con kilómetros de tela. Su trabajo convergen las artes plásticas y la moda. Koeke define sus creaciones como “esculturas portátiles”. Al igual que en un desfile de moda, presenta sus creaciones sobre la pasarela pero indiscutiblemente se tratan de performances, de acciones artísticas. Cualquier diseñador de moda se arrancaría los pelos solo con ver su taller ubicado en un antiguo cuartel en Ludwigsburg. En las enormes estanterías no queda hueco ni para un alfiler y el suelo está cubierto de retales y extraños objetos, también de tela, salchichas despeluchadas, corazones de colar rosa y tartas de gomaespuma.

Contra el mundo de color rosa de las niñas

La artista camina a grandes zancadas sobre un cerro de espumillones. lentejuelas doradas, cordeles, cajas, plásticos. Sin querer, tropieza con un tazón de café. Agarra un retal de color rosa y limpia el líquido desparramado. Su gesto no muestra irreverencia alguna ante lo que supondría un preciado tesoro para cualquier niña: algo de color rosa y dotado a mansalva con brillantina y lentejuelas.

Ya de pequeña, Koeke era consciente de que su condición de niña coartaba su libertad. Según cuenta, creció en una familia muy patriarcal, con un padre déspota, y desde muy temprano percibió con indignación la gran diferencia que existía entre los hombres y las mujeres en la conservadora sociedad polaca. Cuando estudiaba escultura clásica en las academias de arte de Cracovia y Varsovia, las clases eran realmente “como en la antigüedad clásica”, impartidas por “hombres mayorcísimos interesados en legar su estilo”. Pero en el año 2000 vino a Alemania por amor y, durante su carrera en la Staatlichen Akademie der Bildenden Künste  (Academia nacional de Bellas Artes) de Stuttgart, pudo por fin "florecer" y abordar de forma concreta la problemática de las mujeres a través del arte: “era libre, fue maravilloso.” Actualmente ella misma ejerce como docente en la academia, donde tiene a su cargo el laboratorio de medios audiovisuales. Criaturas deformes (2006) de Justyna Koeke Foto (Detalle): © Justyna Koeke Descubrió la tela como fundamento para su trabajo artístico por motivos puramente prácticos. Cuando nació su hijo, se vio obligada a realizar su producción artística desde casa y echo mano de la tela, ya que se trabajaba de forma rápida y era fácil de transportar. Criaturas deformes (2006) es un proyecto fotográfico sobre la maternidad, en el que extraños objetos de tejido parecen salir de o succionar el cuerpo de la artista. La obra viene a ser una metáfora de cómo los hijos absorben la energía de sus madres en pro del crecimiento de sus propias células. Justyna Koeke dice abiertamente que al principio se vió sobrepasada por la maternidad, pero reconoce en esto mismo un tabú social. En ese sentido, piensa que habría que volver a la familia extensa (también llamada compleja): “La estructura familiar de padre, madre e hijo no es la ideal.”

campaña para Reunir fondos para las prostitutas que quieran dejar el oficio

Actualmente está trabajando sobre el tema de la prostitución. “Una podría creer que vivimos en  una sociedad avanzada, pero a menudo me espanto de todas las cosas que me encuentro.” Justyna Koeke no puede entender, por ejemplo, que incluso las feministas apoyen la prostitución en Alemania. “Sigue siendo normal para todo el  mundo que un hombre pueda disponer del cuerpo de una mujer a cambio de dinero.” Koeke quiere dejar en evidencia “que eso no está bien”, y por ello reunió fondos con proyectos artísticos para financiar un apartamento donde las prostitutas que quieran abandonar el oficio encuentren refugio. Más tarde, en un futuro, volverá a abordar el tema de la prostitución pero esta vez como artista. Pluma rosada, Torso de Justyna Koeke Foto (Detalle): © Justyna Koeke El trabajo artístico de Justyna Koeke se vincula muchas veces con la vida cotidiana. “Para mí es importante que el arte no sea exclusivamente para personas del circuito del arte sino que llegue a círculos más amplios.” Por ello, vende sus antiguos vestidos en remates finales o reutiliza el material. “Yo no tengo ningún problema en desprenderme de mis obras”, dice. También cuando sus performances se realizan en contextos culturales o sus fotografías se exponen en galerías, busca la manera de vincular su trabajo a cuestiones cotidianas alejadas del mundo propio del arte.

En esta línea, contactó una vez a diferentes hombres a través de la aplicación Tinder con los que se citó en un bosque. Una vez allí, sin embargo, en vez de los esperados encuentros sexuales, organizó sesiones fotográficas en la que los supuestos amantes las retrataron tanto a ella como a su colega finlandesa Mimosa Pale en plena naturaleza. El experimento resultó. “Todos estaban muy inseguros pero accedieron.” Fue una experiencia muy bella, “muy humana”.
 

Justyna Koeke

nació en 1976 en Cracovia, donde comenzó sus estudios de escultura que continuó luego en Varsovia, Núremberg y Stuttgart. Actualmente vive en Ludwigsburg y desde 2006 ejerce como docente en la Academia Nacional de Artes Plásticas de Stuttgart en las áreas de medios textiles y performance.

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