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Democracia laboral
¿Un camino hacia el Buen Trabajo?

Tres mujeres trabajando en la fábrica de Maier
Tres mujeres trabajando en la fábrica de Maier | © Cortesía de Mondragón Corporation

Conseguir empresas más democráticas y participativas es una de las mayores aspiraciones laborales actuales. Repasamos cómo la “Mitbestimmung” alemana ha influido en su pasado, presente y futuro en Europa y, en concreto, en España.
 

De Víctor Millán

Durante décadas, la denominada cogestión alemana (Mitbestimmung) ha sido referenciada como un modelo que ha permitido una mayor conexión y colaboración entre trabajadores y empresarios. Este sistema fija por Ley que las empresas de 500 empleados en adelante tengan mecanismos para dotar de capacidad de decisión sobre el rumbo de la empresa a los trabajadores. Su origen más primigenio se remonta a finales del siglo XIX, para acabar de configurarse de forma legal en las empresas alemanas del carbón y el acero durante la década de 1950. Desde entonces, la cogestión se ha visto como un paradigma distinto a la hora de enfocar las relaciones y la cultura laboral del país, celebrando sus bondades frente a modelos más autoritarios y verticales, que la acercan a un modelo de Democracia Laboral mucho más participativo.

Pero, ¿Qué hay de la cogestión y la democracia laboral fuera de Alemania? “El caso alemán es realmente interesante y distinto. Aunque en otros países se ha intentado imitar el modelo, la diferencia fundamental es que en la legislación alemana está todo muy tasado. Hay normas y niveles de decisión para los empleados que varían según el total de trabajadores. Todo ello contribuye a que las decisiones tiendan a ser consensuadas entre trabajadores y directivos. De hecho, a la hora de traducir el término, prefiero hablar de co-decisión antes que de cogestión”, nos explica Sara Lafuente, investigadora en el Instituto Sindical Europeo en Bruselas. En la práctica, con el modelo de cogestión alemán, los trabajadores tienen participación en un organismo denominado Consejo de Vigilancia que tiene influencia y en algunos caso veto sobre el Consejo de Administración, teniendo que cooperar para tomar decisiones como la elección de directivos, las retribuciones o cambios en la empresa.

En el seno de la Unión Europea, la voluntad de promover una mayor democracia en el trabajo se ha puesto ya en negro sobre blanco en una propuesta aprobada por el Parlamento Europeo en diciembre de 2021. Promovida por el Grupo S&D y presentada por la eurodiputada alemana Gabriele Bischoff, el texto pide a la Comisión que actualice, revise y establezca puntos comunes para que las empresas de los Estados Miembros tengan mecanismos que faciliten la democracia laboral. “La democracia está viva cuando los ciudadanos y las ciudadanas pueden participar y hacer oír su voz en todos los ámbitos de su vida, incluido su lugar de trabajo”, explicaba Bischoff en su presentación ante el Parlamento, que deberá ser después aprobada por el Consejo. “Aún queda camino legislativo para que se acuerde y se ponga en marcha, pero es un avance importante que llega enmarcado también por el contexto de la pandemia de COVID-19, que ha hecho que muchos trabajadores se replanteen su relación con el trabajo”, dice Lafuente. Ahora bien, mientras Europea avanza o no hacia un modelo de Democracia Laboral más claro: ¿qué hay de ello en otros países como España?

La inspiración de la cogestión en el caso de Mondragón

En España, Lafuente nos indica que los modelos de cogestión, “nunca llegaron a plantearse como tal. El modelo de participación sindical que suele ser más común en España no tiene nada que ver, aunque en su momento se intentó promover en empresas de ascendencia o participación pública”, comenta la experta. Lafuente hace referencia a empresas como Navantia, Hunosa o Tragsa, que mantienen cierta presencia –minoritaria, eso sí– de representantes sindicales en sus consejos de administración. Lo más parecido que hay a un modelo en el que los trabajadores participan de forma directa en la dirección de la empresa en España es, literalmente, siendo socios. Es decir, impulsando un modelo cooperativo. Aunque el cooperativismo suele estar ligado a empresas de tamaño mediano y pequeño, en España hay varios casos de cooperativas con miles de trabajadores. El más importante de ellos es la Mondragón Corporation, un grupo empresarial compuesto por cooperativas con un fuerte peso industrial y más de 37.000 trabajadores, de los que un 80 por ciento son socios.

Logo de la empresa ante una de sus sedes. La empresa Mondragón fue fundada por el párroco José María Arizmendiarrieta en los años 50 en el País Vasco. | Reconocimiento 2.0 Genérica (CC BY 2.0): Colaborativa dot eu El origen de Mondragón, en el País Vasco, es curioso. Fue fundado por el párroco José María Arizmendiarrieta en los años 50. Y, en ese momento, según explica Ander Etxeberria, socio-trabajador y jefe de Difusión Cooperativa de Mondragón, hay documentación que indica que “tuvo en cuenta en su idea de poner en marcha empresas más justas el modelo de cogestión alemán”. Arizmendiarrieta escribía en los 50 su idea de contar con representación por tercios en la dirección (trabajadores, socios y un tercero mixto), optando entre las opciones legales en España por el modelo cooperativo. Hoy Mondragón sigue fiel a ese modelo, ofreciendo a sus empleados dar el paso a ser socios pasados unos años. En Tafalla (Navarra) se encuentra la fábrica de Fagor, cooperativa industrial de Mondragón que fabrica electrodomésticos. Desde ahí, Óscar País, trabajador-socio que actualmente desempeña el cargo de dirección de Prevención de Riesgos Laborales cuenta que para él “trabajar en una cooperativa tiene unos componentes muy distintos a una sociedad empresarial habitual”, argumenta. “Eres en parte dueño de la empresa también y cada voto une”, dice País, quien empezó como técnico de producción hace dieciséis años en la empresa.

Dar voz a los trabajadores

Dejando a un lado el modelo cooperativo, otras empresas en España también han dado pasos hacia la participación de sus trabajadores, incluso cuando puede parecer que iría en contra de lo que un ‘jefe’ podría preferir. Es el caso de Software DELSOL, una empresa tecnológica con sede en Mengíbar (Jaén) que desde el inicio de 2020 promovió a sus empleados tener una jornada laboral de cuatro días.

Trabajadores de Software DELSOL entrando en la empresa. Trabajadores de Software DELSOL entrando en la empresa. | © Cortesía de Software DELSOL Ana Arroyo, su responsable de Recursos Humanos, explica que cada año hacen una encuesta a sus empleados para preguntarles por posibles mejoras. “La mayoría respondieron que lo que más echaban en falta era más tiempo libre, por lo que se optó por proponer la semana de cuatro días, que fue aprobada por todos”, explica. DELSOL se adelantó al debate actual sobre este tipo de jornada, ahora tan vivo. Para la empresa, “dar voz a los trabajadores siempre nos ha ayudado a retener y atraer talento”, algo especialmente importante en un sector como el suyo, y más desde lejos de una gran capital.

Veremos si en los próximos meses o años, estas excepciones que dan voz y participación a los trabajadores se vuelven la norma. Lo que parece claro es que estos sistemas de decisión logran acercarnos un poco más a ese ideal del Buen Trabajo que todos perseguimos.

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