Introducción
Cine alemán S.XXI
El auge del Nuevo Cine Alemán protagoniza nuestra primera colaboración con El antepenúltimo mohicano. En una columna quincenal Miguel Muñoz Garnica analizará a los autores y a las tendencias más relevantes de la ficción y no-ficción germana del siglo XXI.
De Emilio Luna
En una de las escenas más representativas de Oh, Boy (2010), ópera prima de Jan-Ole Gerster y una de las películas clave de lo que llevamos de siglo para esta cabecera, Nico (Tom Schilling) escucha, en la barra de un bar berlinés, la elegía de un hombre embriagado y derrotado. En su soliloquio habla de las promesas incumplidas de una generación de alemanes tras la caída del Muro, de los deseos para un país que había vivido una reconstrucción casi en las tinieblas y que por fin atisbaba un horizonte de optimismo. Promesas y deseos que veinte años después se han convertido en el más mundano de los conformismos, en una acomodación ideológica y cultural que ha postrado a la juventud germana a los designios marcados por el capitalismo. Como sucedió con otro movimiento similar, el de Mayo del 68, el ruido nunca tuvo su correspondencia en la realidad ulterior. Así, las utopías desaparecieron por el camino, arribó la comodidad, murió el hambre y la curiosidad. En cierta manera, ese doble salto que va desde la oscuridad a la unificación y de la reconstrucción a la contemporaneización rotura narrativa y temáticamente el nuevo cine alemán. Una industria que al igual que el país, ha necesitado una reformulación –dejar atrás un pasado de gloria pero también decadencia— de su identidad para erigirse en una potencia en el viejo continente.
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