“Giraffe”, Anna Sofie Hartmann
La tierra de nadie del cambio
La directora mezcla documental y ficción en esta historia expansiva sobre la construcción de un túnel entre Alemania y Dinamarca.
De Miguel Muñoz Garnica
Para resolver el llamativo título de Giraffe, tenemos que acudir a su plano de apertura. Destacada sobre el fondo por una angulación en contrapicado, una jirafa encuadrada desde la base de su cuello se vuelve hacia la cámara y la mira fijamente. Contemplar al animal solo como elemento significante nos da una metáfora de explicitud casi impúdica. A saber: la jirafa como símbolo de la evolución. Solo sobrevive la mejor versión de cada especie, la que ha logrado adaptar su fisionomía —para el caso, el cuello— al entorno. La película de Hartmann traspone esta lógica de la evolución a la noción historiográfica del progreso, y se sitúa ante un par de especímenes humanos que están por desarrollar su ventaja evolutiva ante un entorno cuyas dificultades ya sabemos interpretar. ¿Cómo sobrevivir a —o convivir con—la máquina del Progreso, que, cemento y excavadoras mediante, avanza inexorable en su construcción de no-lugares?
Una jirafa mira a cámara
Ahora bien, más allá de la metáfora, en el plano de la jirafa hay un punto de misterio. Está en su forma de romper la cuarta pared con esa mirada a cámara. Cabe cuestionarse hasta qué punto podemos hablar de tal ruptura cuando su sujeto no es consciente de que está mirando al objetivo y, por extensión, a nosotros. El eje de mirada interpelante que crea y su pose orgullosa son resultado de una forma muy escogida de encuadrarla, frontalmente y en contrapicado, para realzar una presencia imponente, orgullosa sin quererlo. Entonces, el símbolo se vuelve también presencia vívida. Una que parece afirmar, rotunda, un logro y una constatación evidente: “He llegado hasta aquí”. O bien: “Estoy aquí”.Fotograma de “Giraffe” de Anna Sofie Hartmann, 2019 | © Komplizen Film, Profile Pictures
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