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España y Guinea Ecuatorial
Desigualdad en el recuerdo

Pintura de unos guardias pegando a un guineano
“Paliza ante el tribunal de Mongomo”, cuadro de Filiberto Obama Nsue, “Fili” (1975) | Foto (detalle): Ramón Sales Encinas

España controló una única colonia en África Negra: la Guinea Española (la actual Guinea Ecuatorial). No tuvo gran importancia para la metrópolis, y por ello los españoles apenas recuerdan su presencia en esos territorios. Pero Guinea quedó marcada por la colonización.

De Gustau Nerín

Guinea, más pequeña que Cataluña, sin grandes riquezas conocidas y con sólo 250.000 habitantes, fue marginal para España, tanto a nivel económico, como militar y sentimental. Cuando Franco ganó la guerra civil, en 1939, soñó en construir un gran imperio colonial, a imagen del de los Reyes Católicos. Pensó que una alianza con Hitler podría facilitar una ampliación de sus territorios africanos. Pero la victoria aliada implicó el fin del sueño colonial. A partir de este momento, África continuaría teniendo un papel secundario para España, y Guinea todavía más.

Guinea, aplastada

Pero esto no quiere decir que la población guineana no viviera intensamente la colonización. La presencia española fue especialmente fuerte, porque se efectuó sobre un territorio pequeño y poco poblado. Además, el modelo paternalista propugnado por España fue muy duro, porque implicaba una firme voluntad aculturadora, que se reforzó todavía más durante el período franquista, cuando el nacionalcatolicismo adaptó en la colonia sus formas más autoritarias. Estado colonial e Iglesia católica atacaron algunos de los fundamentos de la sociedad y la cultura guineana, considerados poco adecuados para la moral cristiana.

Si todas las colonizaciones comportaron altas dosis de autoritarismo, la dictadura franquista, en África, agudizó los efectos del colonialismo. Los guineanos fueron, como todos los africanos, víctimas del racismo, la discriminación y la explotación económica, pero también fueron víctimas del autoritarismo, el fascismo y el nacionalcatolicismo. Las religiones africanas fueron duramente perseguidas y ni siquiera los colonos tenían participación en los asuntos del territorio. Los gobernadores de la colonia siempre fueron militares, y en los distritos, los “capitanes” actuaban como auténticos tiranos: se decía que “manda más el capitán en su distrito que Franco en España”. La violencia era omnipresente, con prisiones continuas, trabajos forzados, malos tratos.

Guinea en el olvido

Tras la descolonización, que resultó catastrófica para los intereses españoles, con la evacuación con una operación militar de los ciudadanos españoles, el régimen franquista prefirió esconder la antigua colonia. Se aplicó la llamada “materia reservada”: entre 1969 y 1977 estuvieron censuradas todas las informaciones sobre Guinea. Incluso tras el fin de la censura, se impuso el silencio sobre la antigua colonia; nadie parecía demasiado orgulloso de la acción colonial hispana. La salida de Guinea había dejado mal sabor de boca.

El país africano no volvió a la órbita de influencia española: el intento de neocolonización del territorio, tras el golpe de Estado de 1979 fracasó, y España perdió el acceso al petróleo guineano al ceder el gobierno de este país la explotación de sus yacimientos a empresas americanas. España fue, hasta el 2000, muy importante para Guinea Ecuatorial, que dependía de la cooperación española para buena parte de su PIB, pero en cambio Guinea ocupó un papel marginal en la política exterior de España.

Pero desde finales de siglo XX, algunos ex colonos y sus descendientes empezaron a reivindicar su acción colonial en África. En foros de internet, a través de encuentros, y mediante publicaciones elogiaron el “paraíso perdido” de la Guinea colonial. En esos mismos años surgieron nuevas investigaciones históricas sobre la colonización española de Guinea, mucho más críticas que los recuerdos de los colonos. Pero los estudios científicos se mostraron muy poco permeables: tuvieron menos capacidad de llegar a la población que la nostalgia colonial canalizada, por ejemplo, a través del best-seller y la película Palmeras en la nieve.

En los últimos años han surgido algunas iniciativas para confrontar a los españoles con su pasado colonial guineano, como los documentales Memoria negra de Xavier Montanyà o Anunciaron tormenta, de Javier Fernández Vázquez, o las exposiciones Guinea: el franquisme colonial y Let’s bring Black’s home!. Una tarea que no es fácil, porque en España todavía, con demasiada frecuencia, se obstaculiza el acceso a los archivos del franquismo. Pero el debate generado apenas ha alcanzado a una minoría de la población. En tiempos de auge del nacionalismo, muchos aún creen en las virtudes del colonialismo hispano.

Desde el otro lado del espejo

Mientras tanto, en Guinea Ecuatorial la memoria colonial ha quedado completamente marginada. La dictadura de Francisco Macías realizó un intento sistemático de sacar a la luz los abusos de la colonización, con una intensa tarea de adoctrinamiento de jóvenes y adultos. Pero a partir de 1979, ha habido escasas tareas de divulgación histórica en Guinea. Las instituciones guineanas han preferido olvidar el pasado y centrarse en un futuro supuestamente plagado de desarrollo y bienestar (incluso los estudios de historia en la escuela se han descuidado). La obsesión por el desarrollo ha llevado incluso al derribo de muchos monumentos históricos para construir nuevas infraestructuras.

Sólo los escritores, como Francisco Zamora o Donato Ndongo (autor de Las tinieblas de tu memoria negra), o artistas como el escultor Fernando Nguema, han sacado a la luz la memoria del colonialismo español. Pero dedicarse a esta labor, en Guinea, entraña una gran dificultad: las fuentes históricas (fotografías, documentos, películas…), en su gran mayoría, han quedado en España. Una España que se empeña en usarlas, todavía, para cultivar la nostalgia colonial.

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