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La ciudad y el campo
Mi casa está donde haya wifi

Aun con todo su romanticismo, la idea de la vida rural resulta también a veces igual de engañosa: en cuanto a infraestructuras en materia de movilidad, centros educativos, atención a la infancia y atención médica, las ciudades cuentan claramente con mejor dotación
Aun con todo su romanticismo, la idea de la vida rural resulta también a veces igual de engañosa: en cuanto a infraestructuras en materia de movilidad, centros educativos, atención a la infancia y atención médica, las ciudades cuentan claramente con mejor dotación | Foto (detalle): © Adobe

Periódicamente leemos u oímos en los medios de comunicación que la gente o bien se está mudando al campo, o bien se está marchando de allí. Así pues, ¿hay una huida del campo o de la ciudad? ¿Dónde quiere vivir realmente la población alemana?

De Petra Schönhöfer

Si seguimos en los medios de comunicación el tema vida urbana versus rural, podríamos pensar que las informaciones se contradicen continuamente. Así, un estudio del Instituto Alemán de Economía llegaba en 2019 a la conclusión de que crece la cantidad de alemanes que se marchan a vivir fuera de las ciudades. Sin embargo, la sucursal en Dresde del Instituto Ifo publicaba un año después que la cuota de población residente en el campo ha alcanzado el nivel más reducido desde 1871. ¿Cómo puede ser esto? Entonces, ¿la gente se está mudando al campo o a la ciudad?

Éxodo rural juvenil

Leipzig, Fráncfort del Meno y Berlín son las grandes ciudades alemanas cuyas poblaciones, según las oficinas federales de estadística, registraron un crecimiento particularmente elevado en 2018. Y nada hay de extraño en ello si se piensa que, en cuanto a infraestructuras en materia de movilidad, centros escolares, atención a la infancia, administración y atención médica, la gran ciudad disfruta de una dotación inmejorable. Así, por ejemplo, en las cifras del Ministerio Federal del Interior (BMI) puede comprobarse que en las ciudades-Estado Berlín, Hamburgo y Bremen, así como en ciudades con administración autónoma, hay de 77 a 103 médicos de cabecera por cada 100.000 habitantes. Por el contrario, la cifra va tan solo de 17 a 44 en algunas comarcas rurales con poca densidad de población de Mecklenburgo-Prepomerania, Brandeburgo, Baviera o la Baja Sajonia. Son ante todo jóvenes entre 18 y 30 años quienes se están yendo a vivir a las grandes ciudades. Con un 43 por ciento, según el Instituto de Investigación Económica Leibniz (RWI), constituyen también la parte más numerosa de toda la migración interior.
 
Y sin embargo: la escasez de vivienda, a su vez, expulsa de la ciudad a gente. Así, en el distrito berlinés de Kreuzberg se está pidiendo 1.000 euros por el alquiler sin calefacción de un apartamento de 25 metros cuadrados con una habitación, un precio al alcance de poquísimas personas. La razón está en que los inversores inmobiliarios acaparan muchas viviendas y en zonas muy atractivas lo normal es que los inquilinos sean solo clientes de Airbnb. Así las cosas, cualquiera puede terminar planteándose que saliendo al campo, allí donde hay aire limpio y espacio ilimitado, podrá encontrar seguro otra forma de vivir. Una casa de labranza transformada en un milagro contemporáneo del ahorro energético, con una oficina casera multimedia dentro, en la mesa pastel de manzana recién hecho y los niños, claro, por fin podrán estar fuera alborotando cuanto les apetezca... Esa por lo menos es la manera ideal de imaginarlo.

El campo envejece más rápido

Pero aun con todo lo romántica que es, la idea de la vida rural resulta también a veces igual de engañosa. Para empezar, la cuestión del trabajo desde casa: en muchas partes el campo carece todavía de Internet a buena velocidad. Mientras que en Berlín, Múnich o Hamburgo los hogares con conexión de banda ancha superan el 90 por ciento, la cuota no llega al 60 por ciento en muchas regiones rurales. La infraestructura digital, sin embargo, es un requisito básico para poder trabajar desde casa. Y para quien no pueda trabajar en la oficina casera, mudarse al campo suele significar largas horas de trayecto: ya en el año 2018, en Alemania se desplazaban diariamente desde su lugar de residencia para trabajar cerca de 19 millones de personas; en torno al 60 por ciento de la fuerza de trabajo reside en un municipio distinto al de su lugar de trabajo. Para encontrar precios inmobiliarios más asequibles, lo normal es contar con trayectos diarios de una hora o más. Quiere decirse: la vida rural tampoco es ventajosa desde el punto de vista ecológico. Todo lo contrario: que la gente viva en más espacio genera incluso más dióxido de carbono, y conlleva más labores de sellado y más consumo energético de electricidad y calefacción.
 
La consecuencia es que también la mayoría de regiones rurales está perdiendo habitantes. Y ello desde hace ya muchos años, y en mayor medida cuanto más lejos se hallen de una gran ciudad. “La gente joven son quienes más evitan el campo. De ahí la falta de personal especializado y de nacimientos”, refiere Felix Rösel, que dirigió el estudio del Ifo de Dresde. Es decir: la población en el campo está envejeciendo rápido. Las cifras de fallecimientos en el campo son en ocasiones tan elevadas, que haría falta una nutrida migración de personas más jóvenes para compensar la marcha de los mayores. En el distrito de Bautzen, pongamos por caso, emigró entre 2008 y 2015 casi una cuarta parte de la población con edades de 18 a 29 años Junto con ellos desaparecieron también locales hosteleros, pequeñas tiendas de alimentación, carnicerías y panaderías.

Éxodo urbano familiar

¿A dónde marchan entonces esas personas que están hartas de los precios inmobiliarios elevados, la contaminación atmosférica y las apreturas de la ciudad? Según el Instituto Federal de Estadística, quienes vuelven la espalda a la gran ciudad son ante todo familias. Pero la población adulta de 30 a 49 años, junto con su descendencia menor de edad, no se mudan al campo, sino primordialmente a las cercanías de las ciudades. Según análisis del Ministerio Federal del Interior, el crecimiento de población se concentra actualmente en Alemania en el entorno de grandes ciudades y zonas rurales prósperas. Referido a la capital federal, el fenómeno recibe la denominación “fuga de Berlín”: las familias se mudan a poblaciones pequeñas y medianas en el entorno brandeburgués de la ciudad, a la llamada “región metropolitana”. De ahí que las investigadoras e investigadores del estudio del Ifo de Dresde aprecien una concentración cada vez más aguda de la población en pocos lugares. “Desde que acabó la guerra, la población de Alemania nunca se había repartido espacialmente de forma tan desigual como hoy”, afirma Felix Rösel, director del estudio.

Un municipio que busca aprovechar esta tendencia es Eilenburg, en Sajonia. Esta pequeña ciudad a orillas del Mulde, bien conectada con Leipzig en cuanto a transporte, acaba de recobrar con soltura la cifra de 17.000 habitantes. En 2014 no llegaban aún a 16.000. Para Daniel Dettling, especialista en prospectiva, resulta claro que pequeñas ciudades como Eilenburg van a vivir un renacimiento. Con una condición: “Las localidades pequeñas tienen que ofrecer condiciones vitales equivalentes a las de la gran ciudad. Es decir, tendrán que ampliar el transporte de cercanías y garantizar conexión de banda ancha en todo el territorio y una red de telefonía móvil ampliada”. El lema, pues, reza: mi casa está donde haya wifi. Pues el hecho es que el ser humano quiere las dos cosas: el barullo de la ciudad y la tranquilidad del campo. Pastel de manzana recién hecho y conexión de banda ancha. O, como lo resumía Kurt Tucholsky en su poema “El ideal” del año 1927: “Delante el Báltico, detrás la Friedrichstraße”.

Un soplo de campo en la gran ciudad

Mucha gente sueña con llevar una vida rural cerca de la naturaleza, pero tampoco es una opción realista en todos los casos. Quien no pueda organizarse esa vida idílica campestre, siempre podrá, sin embargo, satisfacer en la ciudad algún deseo que otro:

  • En el campo, casi todo el mundo tiene su huertecito. Las personas residentes en grandes ciudades que no poseen ni huerto ni terraza pueden abastecerse hoy regularmente de crujientes verduras recién cosechadas acudiendo a agricultoras y agricultores del entorno urbano. Foto (detalle): ©Adobe
    En el campo, casi todo el mundo tiene su huertecito. Las personas residentes en grandes ciudades que no poseen ni huerto ni terraza pueden abastecerse hoy regularmente de crujientes verduras recién cosechadas acudiendo a agricultoras y agricultores del entorno urbano.
  • No es una mala idea que vaya a traer malos olores, sino una solución limpia para la casita o el pequeño huerto en las afueras: el principio del compostaje, utilizado sobre todo en el campo, se aplica también en este inodoro ecológico. ¡Y ahorra agua y dinero! Foto (detalle): © Adobe
    No es una mala idea que vaya a traer malos olores, sino una solución limpia para la casita o el pequeño huerto en las afueras: el principio del compostaje, utilizado sobre todo en el campo, se aplica también en este inodoro ecológico. ¡Y ahorra agua y dinero!
  • ¡Encender la chimenea tiene tanto encanto rústico! Las actuales chimeneas de cerámica pueden funcionar de modo tan limpio y ahorrativo, que hay modelos modernos que cumplen incluso las elevadas exigencias en cuanto a emisiones de ciudades como Múnich o Stuttgart. En este sentido, la madera podría conservar también en las ciudades su valioso papel tradicional en la calefacción como combustible renovable y neutro en dióxido de carbono. Foto (detalle): Adobe
    ¡Encender la chimenea tiene tanto encanto rústico! Las actuales chimeneas de cerámica pueden funcionar de modo tan limpio y ahorrativo, que hay modelos modernos que cumplen incluso las elevadas exigencias en cuanto a emisiones de ciudades como Múnich o Stuttgart. En este sentido, la madera podría conservar también en las ciudades su valioso papel tradicional en la calefacción como combustible renovable y neutro en dióxido de carbono.
  • Secar la colada al sol, regar las plantas con agua de lluvia... Así es como se hace en el campo. Pero también viviendo en la ciudad se puede utilizar energías alternativas, por ejemplo mediante una secadora por energía solar o un colector de aguas pluviales. Foto (detalle): © Adobe
    Secar la colada al sol, regar las plantas con agua de lluvia... Así es como se hace en el campo. Pero también viviendo en la ciudad se puede utilizar energías alternativas, por ejemplo mediante una secadora por energía solar o un colector de aguas pluviales.
  • ¿En el campo la gente teje, en la ciudad la ropa vieja acaba en las tiendas a precio de saldo? No necesariamente, pues existen marcas alemanas que apuestan por la elegancia sostenible con relaciones laborales justas y materias primas bio. Foto (detalle): © Adobe
    ¿En el campo la gente teje, en la ciudad la ropa vieja acaba en las tiendas a precio de saldo? No necesariamente, pues existen marcas alemanas que apuestan por la elegancia sostenible con relaciones laborales justas y materias primas bio.
  • En muchas ciudades alemanas, los alimentos “directamente de la granja” no solo pueden comprarse en la periferia, sino también en el mismo centro urbano. Las agricultoras y agricultores han descubierto las “tiendas rurales urbanas”, donde se comercializan productos (“bio”) regionales en pleno Hamburgo o en Múnich, en Colonia o en Berlín. Foto (detalle): © Adobe
    En muchas ciudades alemanas, los alimentos “directamente de la granja” no solo pueden comprarse en la periferia, sino también en el mismo centro urbano. Las agricultoras y agricultores han descubierto las “tiendas rurales urbanas”, donde se comercializan productos (“bio”) regionales en pleno Hamburgo o en Múnich, en Colonia o en Berlín.
  • De manera semejante funcionan las expendedoras automáticas de alimentos: las llenan las agricultoras y agricultores de la región, y allí se puede comprar en la gran ciudad carne bio para la barbacoa, leche, huevos, miel o, incluso, ramos de flores. Productos frescos directamente del campo con solo apretar un botón, las 24 horas del día. Foto (detalle): © picture alliance/dpa/Friso Gentsch
    De manera semejante funcionan las expendedoras automáticas de alimentos: las llenan las agricultoras y agricultores de la región, y allí se puede comprar en la gran ciudad carne bio para la barbacoa, leche, huevos, miel o, incluso, ramos de flores. Productos frescos directamente del campo con solo apretar un botón, las 24 horas del día.
  • Quienes viven en grandes ciudades suelen anhelar la vida en el campo. Pero no hace falta ponerse a organizar unas vacaciones. En algunas ciudades de Alemania hay granjas urbanas a las que se puede llegar en el transporte urbano. Disfrutar la vida rural, pero al día siguiente acudir puntualmente a la oficina: ¡una excursión estupenda para el alma! Foto (detalle): © Adobe
    Quienes viven en grandes ciudades suelen anhelar la vida en el campo. Pero no hace falta ponerse a organizar unas vacaciones. En algunas ciudades de Alemania hay granjas urbanas a las que se puede llegar en el transporte urbano. Disfrutar la vida rural, pero al día siguiente acudir puntualmente a la oficina: ¡una excursión estupenda para el alma!

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