El Erasmus
La bella vida del estudiante
El Programa Erasmus de la UE hace más fácil a estudiantes universitarios pasar un semestre en el extranjero. De ello se benefician también muchas ciudades. ¿Qué pasaría si se recortara el Programa Erasmus o, incluso, se cancelara por completo?
De Eric Bonse

Incluso quien quizá sea en Bruselas el funcionario más poderoso de la UE, Martin Selmayr, Secretario General de la Comisión, realizó estudios en el extranjero con un Erasmus: en este caso en Londres, donde asistió al King’s College. En este contexto, no es sorprendente que la Comisión de la UE quiera hacer otra considerable ampliación de su programa de ayudas favorito.
El comisario de Presupuestos Günther Oettinger ha prometido que en el periodo de 2021 a 2027 se doblarán los recursos, de los actuales 2.000 millones de euros al año hasta 4.000 millones. El Parlamento Europeo, yendo más allá, pretende cuadriplicar la cantidad. De ello se beneficiarían no solo los estudiantes, sino también los centros de enseñanza superior a los que asistan, y añadamos también las ciudades y regiones que, gracias al Erasmus, se convierten en centros internacionales de atracción.
Sin la UE y el Erasmus, estudiar en una universidad extranjera no tardaría en volverse una aventura arriesgada
Ahora bien, ¿qué pasaría entonces si se recortara el Programa Erasmus o, incluso, si quedara suspendido? La cuestión se planteó por primera vez cuando Gran Bretaña solicitó en 2017 su salida de la UE. De la noche a la mañana, los británicos se enteraron de lo importante que es para su prestigiosa enseñanza superior el intercambio educativo promovido por Bruselas.
De 1987 a 2017, disfrutaron de ayudas Erasmus un total aproximado de 4.400.000 de estudiantes, muchos de los cuales eligieron una estancia en el Reino Unido. Ahora, sin embargo, los estudiantes prefieren cada vez más otros países. Franceses y españoles son quienes más están abandonando su antiguo destino favorito. Su temor es que el brexit les acarree dificultades, por ejemplo con el visado o las tasas universitarias. Sin la UE y el Erasmus, estudiar en una universidad extranjera no tardaría en volverse una aventura arriesgada.