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Verano en Berlín: Cómo está cambiando la pandemia los cuerpos y el feminismo

"No al racismo en nombre del feminismo" está escrito en la pancarta que sostienen les manifestantes. Las manifestaciones por el Día Internacional de la Mujer tuvieron lugar bajo el lema "Celebración-Huelga-Lucha continua". held up by demonstrators. The demonstration for International Women's Day took place under the motto “Celebrate - Strike continued Fight”.
"No al racismo en nombre del feminismo" está escrito en la pancarta que sostienen les manifestantes. Las manifestaciones por el Día Internacional de la Mujer tuvieron lugar bajo el lema "Celebración-Huelga-Lucha continua". | © picture alliance/dpa | Annette Riedl

Nuestra nueva columnista Magrita Tsomou contempla Berlín desde una perspectiva feminista queer. En este artículo reflexiona sobre la fuerza emancipadora que surge cuando se acaba la normalidad.

De Magrita Tsomou

Siempre es un placer especial el verano, cuando el clima cálido hace salir a todos los grupos diversos de la ciudad, y la sensación de que cualquier persona puede ser quien sea se agudiza con cada hora de sol. Sin embargo, este año todo parece aún más intenso. La crisis generada por la pandemia me ha hecho más vulnerable, incluso más sensible; me resulta reconfortante ver pequeños grupos de personas en cafés, bares y parques, que poco a poco se atreven a ser un poco más sociales. Observo con aprecio que es un privilegio experimentar colectivamente los cuerpos y percibir su presencia, sus voces y sus pequeños gestos al pasar.

Las feministas siempre han subrayado la importancia vital que tiene el cuerpo para el bienestar de nuestras comunidades, pero esto se ha hecho especialmente evidente durante la pandemia. Había temido que los toques de queda y el confinamiento silenciaran nuestras voces públicas, pero me sorprendió gratamente la riqueza del discurso emancipador en las redes sociales y en los principales medios de comunicación.
 
La vulnerabilidad de los cuerpos, que ha sido durante mucho tiempo el tema del discurso feminista queer, es de repente omnipresente. Ahora se habla en todas partes de cómo los políticos deben ocuparse seriamente de los cuidados de enfermería; de la importancia de las tareas domésticas y del trabajo reproductivo, de cómo la violencia tiene lugar en las familias de todos los estratos sociales y de cómo los trabajadores clave en las ocupaciones dominadas por las mujeres son los que menos dinero ganan. Parece que la pandemia ha anunciado una era en la que vamos a renegociar lo que es importante para nuestra sociedad.
 
Durante este periodo, mis colegas y yo hemos intentado llenar de debates la esfera pública online que aún nos queda. Por ejemplo, he mantenido una conversación con una gran dama del feminismo, la escritora austriaca Marlene Streeruwitz. Sus palabras han adquirido ahora una urgencia especial: "¿Cómo nos desprendemos de una imagen de la mujer que todavía se basa en el trabajo reproductivo no remunerado de las mujeres en el núcleo familiar? ¿Cómo nos defendemos de la masculinidad tóxica? Al igual que con los temas relacionados con la migración, los cuerpos de las mujeres siguen siendo clasificados implícitamente como los "otros"."
 
Por lo tanto, es necesario redefinir el género, como un movimiento y como una búsqueda de lo que podríamos ser, por encima de las proyecciones que se nos asignan. Este punto de vista es compartido por el teórico queer Paul Preciado, a quien entrevisté durante un debate en línea de HAU. Preciado escribe como disidente de género. Considera que su cuerpo trans se encuentra en un estado de transición entre el hombre y la mujer. Es precisamente este estado de transición el que, según él, es un medio productivo para describir las historias de migración y transformación política que las categorías del capitalismo "colonial patriarcal" anulan. En medio de la distopía de la pandemia, reclama una mutación físico-política de nuestro propio diseño a través de la cual nosotros, la diversidad de cuerpos vivos, podamos forjar alianzas transversales, sin los mecanismos de exclusión de la ciudadanía y las asignaciones de género.
 
Desde el asesinato de George Floyd estas ideas también han ido tomando forma como entidades políticas en las calles: Black Lives Matter, Migrantifa, Unteilbar y el Desfile del Orgullo Queer - luciendo máscaras, grupos interseccionalmente heterogéneos de jóvenes están demostrando su creencia de que la raza y el género, el clima y el antifascismo, la migración y los estilos de vida queer son parte de lo mismo. Así que este año no será un verano berlinés normal: los jóvenes activistas no desean volver a la normalidad, ya que la normalidad era parte del problema.
 

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