El desafío de la juventud desempleada
Encontrar el propio camino y un trabajo

El gráfico muestra una entrevista de trabajo
Foto (Zuschnitt): © Colourbox/ Genero

En Bélgica, el índice de paro de la población de 15 a 24 años se encuentra en el 18,2 por ciento, por encima pues del promedio europeo. Tras dichas cifras, sin embargo, se oculta una multitud de realidades diferentes con perfiles, desafíos y caminos únicos de cada caso.
 

De Alice Dulczewski

“Claro que me gustaría un sueldo razonable, pero también trabajar en un ambiente bueno y tener a mi alrededor gente amable.” Es todo cuanto responde Ahmed al preguntársele cómo quiere que sea su futuro trabajo. La idea es simple y clara en la cabeza de este joven bruselense. En la práctica, sin embargo, no logra encontrar esta joya tan rara. Tras haber trabajado un año en una lavandería, su contrato terminó a finales de 2019. “Después quería hacer una formación profesional, pero el coronavirus me lo desbarató todo. Desde entonces busco trabajo en alguna lavandería o en un almacén, pero no encuentro nada”, explica. “Es difícil, porque recibo 900 euros de desempleo, pero de alquiler con gastos pago 700 euros. Si no tuviera ayuda de mi familia, no podría apenas alimentarme”, añade.

Detrás de las estadísticas

Ahmed vive en Bruselas, pero busca trabajo en toda Bélgica e incluso en Francia. Es importante saber que Bruselas es la región belga más afectada por el desempleo juvenil. Según las estadísticas oficiales de Statbel, a finales de 2021 el desempleo de la población entre 15 y 24 años era del 22,4 % en la región de Bruselas, en Valonia del 22,1 % y en Flandes del 11,1 %.

Es un hecho además que en tales estadísticas no está recogida de ningún modo mucha población juvenil. “Hay una cantidad enorme de población joven en busca de trabajo y sin derecho a subsidio de desempleo”, explica François Deblander, coordinador del Servicio Informativo de Infor Jeunes Bruxelles, una organización para informar a jóvenes francoparlantes sobre las áreas que tiene a su cargo, en particular el trabajo. De hecho, en 2015 el límite de edad para acceder al subsidio de incorporación – o sea el subsidio de desempleo percibido antes de haber encontrado un primer trabajo – bajó de los 30 a los 25 años. La consecuencia es, afirma François Deblander, “que esta ayuda pueden percibirla cada vez menos jóvenes. Para poder conseguirla antes de alcanzar la edad límite, la gente joven que curse estudios superiores no puede tener fracasos en su trayectoria académica. Y eso deja fuera a cierta cantidad de esta población”

Perfiles muy distintos

En la práctica, esta muchedumbre de jóvenes en desempleo –independientemente de si están recogidos en las estadísticas o no – forma un grupo muy heterogéneo. “En realidad se dan dos perfiles mayoritarios – explica François Deblander – , la población joven infracualificada, que a menudo no tienen ni siquiera título del nivel secundario I, y la población joven cualificada que viene directamente de la enseñanza superior y a quienes resulta difícil encontrar trabajo en su campo.” 

En el caso de las y los jóvenes cualificados, “nos llegan muchas preguntas sobre los contratos de iniciación que permiten aprobar una formación en prácticas en una empresa”, refiere el coordinador de Infor Jeunes. “Tras terminar la carrera, la gente joven busca experiencia, y a veces encadenan una detrás de otra varias formaciones en prácticas por las que perciben entre 700 y 800 euros al mes. Es lo normal por ejemplo en el campo de comunicación/marketing”.

La importancia de la red de contactos

La juventud infracualificada, como es de esperar, se topa con dificultades de otra clase. “Para la gente joven resulta siempre más difícil encontrar trabajo duradero si no tienen título”, explica Nele Martens, gestora de proyecto en Tracé Brussel, una asociación para informar a jóvenes bruselenses de habla flamenca y prestarles asesoramiento en el mercado laboral.

En la región de Bruselas se concentra mucha juventud infracualificada, pues el índice de abandono escolar es más alto que en el resto del país. “En Bruselas hay mucha gente joven cuyos padres no trabajan. Son jóvenes, por tanto, que no siempre tienen un buen ejemplo”, explica Nele Martens. Aquí resalta, por lo demás, una cuestión importante a la hora de buscar trabajo: la relevancia de la red de contactos. “Para tener éxito al buscar trabajo, la población joven tiene que saber dónde y cómo buscar y a quién dirigirse”, explica Tachnee Dooms, otra gestora de proyecto en Tracé Brussel. “Hay muchas preguntas que la gente joven hace a sus padres, pero, si los padres no tienen respuestas, ¿a quién irán a preguntar entonces? Hay gente joven que quiere de verdad trabajar, pero les faltan conocimientos sobre los aspectos prácticos de buscar trabajo, y eso les causa un bloqueo.” 

Otro impedimento con el que se topan a veces son los conocimientos de informática. “Puede no creerse, pero hay jóvenes que tienen muchas dificultades para enviar un currículum por Internet”, refiere Nele Martens. “Con el coronavirus, mucha gente joven ha recibido un ordenador para las clases a distancia, pero no en todos los casos han aprendido a utilizarlo debidamente”, prosigue. “Hay gente, por ejemplo, que mandan correos electrónicos del mismo modo que si mandaran mensajes en un chat. Así, en vez de enviar un único correo con toda la información, envían siete”, explica. “Son cosas que les hace falta aprender para estar en condiciones de iniciarse en el mundo profesional.”

 

Encontrar un sentido, un camino

En cualquier caso, antes de que salga bien la búsqueda de trabajo, la población joven tiene que saber previamente cuál es su camino. Y eso supone para muchos y muchas un gran desafío. “Suelen saber qué no quieren, pero no qué quieren”, según Tachnee Dooms de Tracé Brussel. “Muchos siguen el mismo camino que sus padres o sus amigas y amigos, sin tener interés propio real en el trabajo propiamente dicho. También conocemos muchos casos en los que quieren trabajar emprendiendo en redes sociales, por ejemplo como influencers. Pero no son conscientes de la cantidad de trabajo que ello lleva detrás, sobre todo en el campo administrativo”, añade.

En opinión de ambas encargadas de proyectos en Tracé Brussel, sería imprescindible que las y los jóvenes durante su trayectoria escolar hayan hecho tests de orientación profesional. Así lo ve también François Deblander, coordinador de información de Infor Jeunes Brüssel. “Hay una grandísima cantidad de jóvenes sin ninguna posibilidad porque en la educación secundaria se trabaja poco la orientación”, explica. Además, añade, “habría que pensar también en las profesiones del futuro. Las circunstancias en que vivimos, en particular el cambio climático, llevan a muchos y muchas jóvenes a cuestionar el futuro de ciertas profesiones. Se preguntan qué trabajos van a seguir teniendo sentido dentro de unos años”
 

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