Sobre el cine de Christian Petzold (I)
Movimiento/fantasma
Repasamos la primera parte de la trayectoria del director, al que el centro donostiarra Tabakalera dedica una retrospectiva completa.
De Miguel Muñoz Garnica
En un parque, un grupo de jóvenes limpiadores descubre a una ladrona. Al unísono, todos echan a correr tras ella… salvo Nina (Julia Hummer). En plano medio lateral, vemos desplazarse borrosos al resto de compañeros mientras ella permanece sentada. Entonces, toma el camino opuesto y busca a la ladrona para ayudarla. En un instante, la ausencia de un movimiento y la realización de otro de signo opuesto abren una vía para la ficción. Nina se mueve en un sentido y eso determina el romance que moverá la historia. Ahora bien, queda una pregunta que nunca será respondida. ¿Por qué se mueve Nina?
Fantasmas
El plano descrito pertenece a Fantasmas (Gespenster, 2005) y conecta claramente a Christian Petzold con una constante de la Escuela de Berlín: la absoluta opacidad psicológica. El contraste entre quietud y movimiento del plano apunta a que, en realidad, no tenemos otra cosa que ese movimiento para explicar a sus personajes. No sabemos de Nina más que lo que las situaciones que transita nos dan a ver, y su pasado es una incógnita incluso para ella misma –es huérfana y no recuerda nada de sus padres–. Cuando la trama la conecte con una mujer que cree reconocer en ella a la hija que perdió, el título del filme nos pone sobre la pista: a ojos de la mujer, Nina es un fantasma. Ahora bien, ¿qué hay de nuestros ojos?Yella
Sabremos hacia el final que lo de la mujer no es más que proyección emocional sobre la muchacha, y eso nos revela algo: solo proyectando podemos resolver ese misterio en movimiento llamado Nina. Porque los auténticos fantasmas son las fuerzas que se proyectan sobre su figura –nosotros incluidos–. El fantasma del pasado, si queremos llamarlo así, y que añadiendo la dimensión histórica a la biográfica explica a la protagonista de Yella (2007). Una mujer que viaja de la antigua Alemania del Este al Oeste en busca de fortuna, impulsada y a la vez perseguida por diversas fuerzas pretéritas, ya sean un marido maltratador o las desigualdades geopolíticas que persisten.El movimiento incesante de esta protagonista entraña la huida de una verdad inquietante: nadie la ve cuando se detiene. Hay una explicación en clave fantástica –no en vano hablamos de una reimaginación de Carnival of Souls– si la interpretamos como un espectro en tránsito hacia el más allá, pero el setting cotidiano hasta lo banal de Petzold apunta en otra dirección. De nuevo, que lo fantasmal es más bien todo lo que se proyecta sobre ella, aquellos imperativos sociales o históricos cuyos rituales sabemos identificar.