Consumo de energía
Internet como devorador de energía

Llevarse de casa la taza para servirse el café en cualquier take-away o no usar las bolsas de plástico del supermercado son algunas de las muestras de responsabilidad y de conciencia ecológica cada vez más presentes en la vida cotidiana de muchos alemanes. Sin embargo, (todavía) son muy pocos los que se preguntan si realmente es necesaria tanta búsqueda en internet o subir cada foto, aun cuando también son perjudiciales para el medio ambiente.
De Arne Cypionka
¿El uso de Internet perjudica el medio ambiente? En cualquier caso, conlleva un gran consumo de energía aparte de lo que ya gasta de por sí un portatil o el móvil. A pesar de que ni en sueños pensamos en ello mientras navegamos o miramos series online, la transferencia de datos sólo es posible gracias a una compleja infraestructura de torres de antenas, puntos de intercambio de internet y centros de procesamiento de datos que, a su vez, consumen grandes cantidades de energía. Y como la transmisión de datos crece de modo constante (cada año alrededor de un treinta por ciento), también aumenta la demanda de energía del uso de internet.
Por ejemplo: una sola búsqueda en Google (así lo dio a conocer la propia compañía en 2009) consume 0,3 vatios por hora, que se corresponde con el gasto de una bombilla de 60 vatios encendida durante 18 segundos. Según se estima, en 2018 se realizaron aproximadamente 50.000 búsquedas en Google, pero por segundo. Si a esto se le añade el consumo de otras ofertas de la empresa (como las cuatrocientas horas de video que se suben a YouTube por minuto), la cifra en 2018 asciende a 10,6 teravatios por hora, lo que equivale aproximadamente al consumo de corriente eléctrica de una gran ciudad como Hamburgo (11,9 teravatios en 2018).
Y a pesar de que Google es una de las multinacionales informáticas más grandes del mundo, ni de lejos cubre todo el gasto de la red. Según diferentes estimaciones, sólo entre el uno y el cinco por ciento de las necesidades energéticas de internet se le pueden atribuir a esta compañía. ¿Con qué medios contamos, entonces, para mejorar la eficencia energética de internet?
Centros de procesamiento de datos más verdes
L*s científic*s identifican ante todo tres sectores del uso de internet como grandes consumidores de energía: la misma infraestructura de la red, los dispositivos con los que accedemos a la misma (los portátiles y móviles), pero sobre todo los centros de procesamiento de datos; grandes salas llenas de servidores que inundan la red con contenidos y que posibilitan las búsquedas, las copias de seguridad en la nube, las redes sociales, escuchar música en streaming y mucho más. Además de la energía que consumen dichos servidores, enfriar estas salas también cuesta mucha corriente, debido a las inmensurables cantidades de calor que generan.
En esta parte del proceso es donde la tecnología puede hacer más ecológicos los centros de de procesamiento de datos. Como por ejemplo, con los “sistemas de recuperación del calor”, con los que se trata de generar nueva energía a partir de las emisiones de los servidores: los servidores se enfrían con agua, que a su vez aumenta de temperatura y por tanto se convierte en portadora de energía. Una forma de cubrir parte del consumo de agua caliente del mismo centro de datos o incluso de ahorrarse parte de su enfriamiento. ¿Cómo? Gracias a un enfriador de absorción, la misma energía del agua caliente desarrolla una capacidad refrigerante. En Suecia, parte del calor de los servidores se almacena directamente en la red urbana y se la usa para calentar los hogares, aunque también las piscinas y los invernaderos se benefician de esta red.
En Alemania, la cantidad de energía potencialmente reutilizable sería enorme: 13 teravatios por hora es la cantidad de energía que los centros de procesamiento de datos transforman en calor y que se despiden al medio ambiente sin mayor gloria, lo que equivale a la necesidad energética anual de una ciudad como Berlín. Paradójicamente, aunque las empresas alemanas son líderes mundiales en este tipo de tecnología, su desarrollo apenas avanza en la misma Alemania. Según algunos estudios, esto se debe a la falta de experiencia, de enfoques integrales y de programas de ayuda. Sin embargo, la mayoría de los centros de datos consideran el uso de esta tecnología de gran potencial y un cuarto de ellos planea introducir medidas en la siguiente modernización que realicen que aseguren dicha recuperación del calor. Además del aumento de la eficiencia energética, otro tema caldente en los centros de datos es la apuesta por las energías renovables. La posición de Alemania al respecto pinta mucho mejor, casi el treinta por ciento de ellos declara estar a favor y trabajar por ello.
Desde el punto de vista político, también resulta justo y necesario contar con centros de datos más respetuosos con el medio ambiente. Desde 2015 existe la distinción ecológica del gobierno federal “Blauer Engel” (El Ángel azul), también extensible a los centros de computación de datos que trabajen de forma energéticamente eficiente, usen energías renovables y dispongan una buena tasa de aprovechamiento energético. Hasta ahora solo algunos de ellos han recibido dicha distinción.
La eficiencia energética no cubre el creciente consumo
El uso creciente de internet también ha llevado en Alemania a la construcción de numerosos centros de datos nuevos, tendencia que no parece que vaya a cambiar en un futuro próximo: el aumento de la conectividad y la creación de nuevas aplicaciones ávidas de datos (por ejemplo, las de los vehículos autónomos o robóticos) conlleva mayor cantidad de datos y por tanto un incremento de las necesidades energéticas.
A pesar de los esfuerzos del sector informático por respetar el medio ambiente, distintas investigaciones muestran una sola tendencia: aunque la eficencia energética de los centros de datos, los ordenadores y los móviles mejora cada día, este ahorro es incapaz de compensar el plus de consumo generado por el crecimiento de internet. Por eso es tan importante que la sostenibilidad energética de la digitalización se convierta en un tema central de debate público. Un eventual aumento de la eficiencia energética de los centros de computación de datos mediante la recuperación del calor, por ejemplo, bastaría para marcar una diferencia significativa. Y tal vez entonces también nosotros nos lo pensaríamos dos veces, antes de sentirnos tentados a mandar a todos nuestros amigos las fotos de la cena.