© Antonio Llorens
Me han pedido que escriba un breve texto sobre la importancia de la presencia (filmoteca, ciclos, proyecciones, etc,) del Goethe Institut en el cine visto por un crítico y cineasta, así como nombrar tres películas – de las muchas que nos han proporcionado- que hayan significado un particular impacto para mí. He elegido tres films de tres directores distintos por dejar testimonio de esa huella, pero podrían haber sido muchísimos más. El primero es
El cuchillo en la cabeza (1979), de Reinhard Hauff, posiblemente uno de los cineastas que mejor he seguido gracias al Instituto y dadas las prohibiciones del franquismo, que no autorizaba las proyecciones de films de esta calaña: terrorismo y policía. El segundo, obviamente, es de Wim Wenders, otro cineasta a cuyo conocimiento contribuyó poderosamente el Instituto y basado en la excelente escritora Patricia Highsmith, otro ejemplo de descubrimiento:
El amigo americano (1977). El tercero, también es obvio:
El enigma de Gaspar Hauser (1974), de Werner Herzog:
cada uno para sí y Dios contra todos. Descubrí a Herzog gracias al Goethe, pero eso es otra historia…
Antonio Llorens
Crítico de Cine