Cine Don't come knocking

Foto Don't come knocking Quelle: Wim Wenders Stiftung

Miércoles, 26.07.2017, 22.00 h

Filmoteca de Andalucía - Almería

Dirección: Wim Wenders, 122 min., 2005

El conjunto recuerda a “París, Texas”, que Wim Wenders rodó, también con Sam Shepard como guionista, dos décadas antes de “Don’t Come Knocking”: un hombre va solo en busca de los fragmentos de su familia e intenta ganarse otra vez al menos a su hijo y, con él, toda una vida malograda, desaprovechada. Howard tiene, igual que Travis (en “París, Texas”), una destructiva afinidad con el alcohol, ambos se mueven durante un tiempo por paisajes desérticos y al final parecen encontrar lo que buscaban. Pero las apariencias engañan: Travis abandona a su mujer y la carga con toda la responsabilidad sobre su hijo; a Howard le devuelve al lugar de rodaje, en Utah, un agente de seguros que le andaba pisando los talones durante toda la película. Sin embargo, esta vez la historia termina con un signo de esperanza: la hija de Howard, Sky, su hijo, Earl, y la novia de éste, Amber, están en un auto que perteneció al padre de Howard. Los tres cantan alegremente: “¿Dónde está Howard?”; parece que quisieran ir a buscarlo. Al borde de la carretera hay un cartel indicador que conduce a “Divide” (dividir) y a “Wisdom” (sabiduría).

A primera vista, “Don’t Come Knocking” impresiona también por las maravillosas tomas de paisajes, como en la moribunda ciudad de Butte; parecen casi citas de cuadros de Edward Hopper y siempre funcionan, al menos de modo subliminal, también como paisajes de almas. Hacía muchos años que Wenders quería rodar en Butte, la ciudad en que Dashiell Hammett encontró un día el modelo para su primera novela (“Cosecha roja”).



 

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