Lectura escénica 2021 | El niño que vuela (Roland Schimmelpfennig)

Cartel el niño que vuela, 26.4.2021 ©

Lunes, 26.04.2021, 20 horas

La pecera del Circulo de Bellas Artes

... una historia típica de Schimmelpfennig. Lo sobrenatural, lo absurdo y lo mágico se mezcla con la banalidad de las situaciones cotidianas...

Aquí puedes seguir el evento grabado en Streaming.
 
Dirección: Aitana Galán
Traducción: Heidrun Maria Breier y Monika von Moldoványi de Goyeneche (Santiago de Chile)
Reparto: Flavia Pérez de Castro / Victoria dal Vera / Ana Caleya / Abel Vitón / Juan Carlos Talavera / Antonio Gómez
Al piano: Antonio Moreno
 

Aquí algunas impresiones de este primer Café Literario 'alemán':
 
  • El niño que vuela Foto © Goethe-Institut Madrid | Foto: Borja
  • El niño que vuela Foto © Goethe-Institut Madrid | Foto: Borja
  • El niño que vuela Foto © Goethe-Institut Madrid | Foto: Borja
  • El niño que vuela Foto © Goethe-Institut Madrid | Foto: Borja
  • El niño que vuela Foto © Goethe-Institut Madrid | Foto: Borja
  • El niño que vuela Foto © Goethe-Institut Madrid | Foto: Borja
  • El niño que vuela Foto © Goethe-Institut Madrid | Foto: Borja
  • El niño que vuela Foto © Goethe-Institut Madrid | Foto: Borja
  • El niño que vuela Foto © Goethe-Institut Madrid | Foto: Borja

NOTA DE DIRECCIÓN

Un accidente anunciado, una casualidad  fatal, un  coche que golpea a un niño y lo eleva por los aires.
Tres horas antes, el niño canta en la iglesia, con sus compañeros.
Tres horas después, su padre, en la cocina, recibe la trágica noticia.

Tres horas antes. El momento preciso del  impacto. Tres horas después.
¿Qué estaba ocurriendo abajo, en el subsuelo, en las alcantarillas, bajo la tierra? ¿Qué estaba ocurriendo arriba, en el campanario, en lo alto de la iglesia? ¿Qué estaba ocurriendo alrededor, en la misa, en la ciudad, en la calle?

¿Qué hacía mamá? ¿Qué pensaba? ¿Qué, papá? ¿A dónde iba?
¿Qué, la gente, las profesoras, los trabajadores, los niños?

A través de un coro  de seis personajes  de diferentes edades, que delimitan  distintos estratos de tiempo,  Roland Schimmelpfennig construye un irónico y terrible  cuento de hadas, una tragedia contemporánea  que recrea  magistralmente ese agujero negro, ese enorme vacío que se produce tras una  muerte, tras una pérdida.  Un agujero negro que se lo traga todo, que diluye el tiempo, que convierte el  “es, fue y será” en una misma cosa. Cómica por momentos, terrorífica, otros; irónica y amarga  siempre, El niño que vuela es una magnífica y sorprendente pieza polifónica, de enorme teatralidad, inquietante y conmovedora,  que  reafirma a su autor como una de las voces más interesantes del teatro europeo actual.
(Aitana Galán. Febrero 2014)

SOBRE LA OBRA

Noviembre. Fiesta de San Martín. Misa para niños. Los padres escuchan conmovidos a sus hijos cantando en coro, mientras que en secreto están planeando aventuras eróticas. El desfile con linternas de papel se halla bajo una mala estrella. Un auto negro circula por la ciudad. El padre siente una ligera resistencia debajo de las ruedas. Casi imperceptible. ¿Qué fue? ¿Un niño que vuela? La más reciente pieza teatral de Schimmelpfennig es un réquiem poético, en el que la ciudad, con sus tecnificados vehículos, torres de televisión y reclames de neón es un oscuro monstruo que exige sacrificios humanos. Hasta las canciones infantiles y los desfiles con linternas de papel tienen algo fantasmal. El amargo final se semeja a un toque de difuntos que continúa resonando durante largo tiempo.
(Deutsches Theater Berlin)

DEL PROGRAMA DEL FESTIVAL MÜHLHEIMER THEATERTAGE

“Esta pieza de oscuro murmullo y poesía negra, que constata de antemano la desgracia, tiene rasgos de cuento de hadas. Pero no es un cuento, es una tragedia, como puede ser leída todos los días en el diario. Una calamidad nacida de la banalidad de la vida y compuesta por el autor como un rompecabezas a partir de pequeñas piezas. ¡Pero cuán monstruosa y destructiva para los afectados! (…) 'El niño que vuela' es el denso intento de describir un agujero negro abierto por la muerte. En esta obra, en la que el accidente tanto se relata como se presupone, el tiempo se diluye: el pasado y el futuro son tragados por un trágico momento que tendrá efectos eternos. Es un réquiem polifónico, cantado por un coro de seis personas de tres generaciones (o zonas del tiempo) y, con su atmósfera de Halloween, también una obra de horror. Una obra maestra del horror y el lenguaje amarga y cómica, escrita con severidad en una notación breve y virtuosa compuesta de recitativos, cadencias y refranes de frases.”
(Christine Dössel, programa del festival Mülheimer Theatertage 2012)

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