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Especial #Artbits
La Ex Fábrica de Harina: arte y comunidad

La Ex Fábrica de Harina: Un espacio, cuyo destino era convertirse en viviendas y locales comerciales convencionales, ha adquirido vida propia durante los últimos años.
La Ex Fábrica de Harina: Un espacio, cuyo destino era convertirse en viviendas y locales comerciales convencionales, ha adquirido vida propia durante los últimos años. | © Atómica Films

En la Ciudad de México un antiguo molino de harina de los años 40 se ha transformado en epicentro de todo tipo de manifestaciones culturales. ¿Cuál es su historia y por qué seduce a tantos artistas en la actualidad?

De Enriqueta Arias

Al norte de la Ciudad de México existe un espacio que se ha convertido en referente cultural y proyecto abierto a muchísimas posibilidades en el ámbito creativo. Ubicado en un molino de harina que data de 1940 y estuvo abandonado por casi nueve años, este lugar y sus alrededores se han transformado en epicentro de manifestaciones artísticas: desde servir como sede de fiestas queer y ferias de arte, hasta hacer de sus muros lienzos completos para artistas urbanos y graffiti writers. Un espacio, cuyo destino era convertirse en viviendas y locales comerciales convencionales, ha adquirido vida propia y cada vez evoluciona más por dentro y por fuera.
 
La empresa constructora, propietaria del espacio, tenía planeado demoler el molino y levantar unas bodegas. Sin embargo, Jorge Arellano y Jerren Ronald (promotores muy conocidos de la escena electrónica en México) decidieron rentar la abandonada construcción para hacer fiestas antes que derrumbarla. Cuando empezaron a producir eventos under vieron el potencial y ofrecieron a los dueños un proyecto para recuperar el espacio, donde se presentarían actividades artísticas, eventos, restaurantes, y lo convertiría en el primer distrito de arte de la Ciudad de México.
 
Se decidió entonces abandonar el plan original y apropiarse del lugar, ahora conocido como la Ex Fábrica de Harina, con todo y su arquitectura icónica, sus ruinas matizadas por el tiempo, su ubicación descentralizada y alejada, por completo, de zonas llenas de galerías y museos en la ciudad.
 
El arte urbano y el grafiti parecen haber estado siempre ahí. Sin embargo, lo interesante de la Ex Fábrica de Harina es justamente el hecho de que se encuentra en constante cambio, ya que artistas mexicanxs y extranjerxs han hecho suyas las paredes de cada rincón de este recinto.

  • El arte urbano y el grafiti parecen haber estado siempre presentes en la Ex Fábrica de Harina. © Atómica Films
    El arte urbano y el grafiti parecen haber estado siempre presentes en la Ex Fábrica de Harina.
  • Artistas mexicanxs y extranjerxs han hecho suyas las paredes de cada rincón de este recinto. © Atómica Films
    Artistas mexicanxs y extranjerxs han hecho suyas las paredes de cada rincón de este recinto.
  • El lugar estuvo abandonado por casi nueve años. © Atómica Films
    El lugar estuvo abandonado por casi nueve años.
  • Ruinas matizadas por el tiempo y una ubicación descentralizada atraen a artistas mexicanxs y extranjerxs. © Atómica Films
    Ruinas matizadas por el tiempo y una ubicación descentralizada atraen a artistas mexicanxs y extranjerxs.
  • Ex Fábrica de Harina, CDMX 05 © Atómica Films
    Existen más de 40 murales en la Ex Fábrica de Harina, al norte de la Ciudad de México.
  • La empresa constructora, propietaria del espacio, tenía planeado demoler el molino y levantar unas bodegas. © Atómica Films
    La empresa constructora, propietaria del espacio, tenía planeado demoler el molino y levantar unas bodegas.
  • Ex Fábrica de Harina, CDMX 07 © Atómica Films
    Cuando los promotores Jorge Arellano y Jerren Ronald empezaron a producir eventos “under” vieron el potencial y ofrecieron a los dueños de la Ex Fábrica un proyecto para recuperar el espacio.
  • La idea era convertir a la Ex Fábrica de Harina en el primer distrito de arte de la Ciudad de México. © Atómica Films
    La idea era convertir a la Ex Fábrica de Harina en el primer distrito de arte de la Ciudad de México.
  • El espacio ha adquirido vida propia y cada vez evoluciona más. © Atómica Films
    El espacio ha adquirido vida propia y cada vez evoluciona más.

Alejandro Pinpon © Atómica Films

Si algo tiene este lugar es apertura.

Alejandro Pinpon

Alejandro Pinpon es uno de los artistas y co-creador de esta comunidad. Al platicar con él, su energía positiva y entusiasmo por narrar todo lo que se ha logrado creativamente, es evidente. Orgulloso de cuántos artistas han pasado por los muros, y los que faltan… Alejandro nos explica, “tú puedes llegar y pintar, depende de que tu chamba esté chida o no, los murales se van pisando, y se van quedando los que van cumpliendo con ciertos estándares de calidad. Si algo tiene este lugar es apertura. No hay presupuesto, pero hay infraestructura para crear”, dice con respecto a cómo se sostiene el espacio y el apoyo a los artistas.
 
“Por ejemplo, tuvimos un tiempo Galería Peligro, una galería de arte alternativa, donde quitábamos el foco de atención hacia la gente para llevarlo al arte. Todo era negro: techo negro, la gente se vestía de negro y solo había luz direccional hacia los cuadros y música de fondo. El concepto era disfrutar la música y la pintura. Este es el tipo de cosas que han ayudado a que la gente se venga a asomar a la Ex Fábrica de Harina. Aunque es real que el presupuesto hace falta y se vuelve difícil el hecho de que no hay apoyo económico, sí está la apertura y la disposición de materiales: andamios o cualquier cosa que se necesite de construcción, siempre nos lo prestan”, afirma.

Francisco Siller © Atómica Films

Nunca hemos querido tener marcas aquí adentro (..) No queremos comprometer el arte ni el lugar.

Francisco Siller

“Somos un proyecto donde no hay comercialización. Nosotrxs nunca hemos querido tener marcas aquí adentro. A lo mejor es sencillo conseguir patrocinios, pero los patrocinios siempre piden algo a cambio y eso condiciona el trabajo y no queremos comprometer el arte ni el lugar”, asegura Francisco Siller, mientras platicamos dentro del espacio y nos muestra todos los murales existentes.  
 
Francisco Siller es el gestor cultural y responsable de que las cosas pasan aquí, en términos de producción, curaduría y logística. Para él, lo importante del espacio es conservar su autenticidad, y que el concepto que ha preservado la arquitectura del lugar tampoco condicione el tipo de piezas de gran formato o sus murales.
 
Existen más de 40 murales y Francisco nos cuenta que buscan tener canvas para cada uno de los artistas que entra al lugar y dar espacios a todxs. Esto va muy de la mano de la importancia de cómo el arte visual, en un formato que utiliza al espacio público o semi público, también permite que las y los artistas lleguen a una audiencia mucho más amplia y eso vuelva el arte más accesible.
 
Sin embargo, también es relevante mencionar la importancia de la economía creativa, la cual representa el 3.5% del PIB nacional en México y genera anualmente 1.9 millones de empleos, e ingresos superiores a 175.000 millones de dólares, según datos del Banco Interamericano de Desarrollo y un informe de ProMéxico de 2020. Hablar de espacios de arte donde no existe remuneración económica para los y las artistas, ni tampoco para quienes gestionan los proyectos, es un tema delicado y tampoco debería tomarse a la ligera, por más colaboración y apertura que haya. Esto nos deja muchas preguntas de cómo podemos lograr operar espacios creativos sin comprometer el arte, pero también sin dejar de pagar el trabajo que implica a todos los involucrados.

UNEG © Atómica Films

Yo noté desde el principio que iba a ser un lugar icónico de arte urbano y de la escena musical.

UNEG

UNEG es otro de los primeros artistas que pintó un mural en este lugar. “Me subí a pintar y fue muy rápido todo, lo logramos sacar en dos días. Titulé la pieza ‘Natura Post Mortem’, porque justo era un cráneo en el centro, rodeado de naturaleza, con flores, unos troncos y un pajarito. Quise poner mucho mi estilo, porque desde un principio cuando empezó la Ex Fábrica de Harina, yo noté que iba a ser un lugar muy icónico para el arte urbano, y para la escena musical. Entonces lo vi como una oportunidad de poder proyectar mi trabajo, tal cual 100% mi estilo. Ni siquiera me pidieron un boceto. Me dieron libertad creativa. Me pusieron todo lo que fuera necesario para pintar y listo. Duró lo que tenía que durar, obviamente, pero fue una experiencia padre”, asegura UNEG.  

Alucina © Atómica Films

Cuando pinto, no siento que exista el género. Nuestras obras hablan por nosotrxs.

Alucina

Alucina es una de las pocas artistas femeninas que tiene piezas en este lugar y nos platica cuál es su mirada del proyecto: “Sentí el abrazo de muchxs artistas mexicanxs. Participar en un evento en la Ex Fábrica de Harina, donde se reúnen talentos de todo el mundo, como colombiana significó una gran responsabilidad, pero me sentí tan acogida que solo sentí que fluía mientras pintaba. Participar en las batallas de arte por encima de sentir que competía, fue un aprendizaje; ver tantas técnicas y otras maneras de desarrollar las obras”.
 
“También, cuando pinto, no siento que exista el género, nuestras obras hablan por nosotrxs, y haber ganado fue una sorpresa, porque solo sentía que me divertía mientras lo hacía, no sentí nunca que fuera una competencia. Sí es cierto que en el medio la mayoría son hombres, pero eso no significó ningún obstáculo, ni una diferencia. Y esa noche lo demostramos. ¡Fue una energía increíble con todxs! Me encantó que en este lugar y en las batallas de arte, así como yo, no vieron limitantes en el género, porque en la historia reconozco el proceso de llegar a lo que vivimos hoy en día, pero cada vez siento que no hay diferencia, y las ganas de pintar, son las mismas dentro de todxs los participantes”, afirma Alucina.
 

En la Ex Fábrica de Harina es fácil notar la creatividad surgida de una necesidad por reclamar un lugar, donde los grupos de artistas, al carecer de espacios de reconocimiento, como ha ocurrido a lo largo de la historia del arte mismo, son capaces de autogestionar y exigir sus propios sitios y hacerlos suyos a partir de su trabajo visual y pictórico.
 
Al entrar a este lugar se respira ese deseo por escapar de realidades abrumadoras que habitan las calles de nuestra ciudad; ahí encuentran un encauce entre muros que se caen a pedazos, contenedores, silos y el piso de concreto, donde el color se come al gris que baña esta gran urbe. Los muros se vuelven respuestas a demandas sociales, expresan colores y formas; letras, personajes, historias y todo aquello que parece no ser escuchado, pero ahí sí lo hace a través de las paredes; ya que el arte demanda, manifiesta lo que incomoda, lo que se siente y muchas veces no se puede decir de otra manera. La Ex Fábrica de Harina se ha convertido en un espacio seguro para generar diálogos entre la gente que lo visita y los artistas que pasan por el lugar.

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