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Smile to vote
¡Sonría... y vote!

Smile to Vote: captura de pantalla de la ficticia página oficial
Smile to Vote: captura de pantalla de la ficticia página oficial | Foto (detalle): © Alexander Peterhaensel, 2017

El proyecto de arte multimedia “Smile to Vote” presenta una cabina de votación que, tras escanear los rostros de los electores, vota autónomamente. El artista Alexander Peterhaensel critica así la penetración cada vez mayor de los sistemas informáticos en nuestra esfera privada.

De Petra Schönhöfer

El votante promedio del CDU tiene un mentón pronunciado. Quien tenga una nariz fina votará a los Verdes. Y una frente alta delata a un partidario del SPD. ¿Puras tonterías? ¿Disparate completo? Tal vez… tal vez no. El artista multimedia berlinés Alexander Peterhaensel ha diseñado una cabina de votación que en pocos segundos y mediante un escaneo del rostro finge determinar la orientación política de cualquier persona y luego votar por ella. Basta una mirada a la cámara y el elector ha ya votado. La ficticia cabina de votación ha sido inventada y distribuida por la empresa, igualmente ficticia, Smile to Vote.

Psicometría y política

Hasta ahora, “Smile to Vote. Political Physiognomy Analytics” no es más que un proyecto artístico. Pero la idea de una cabina electoral con semejantes características no es completamente descabellada, pues se basa en tecnologías y procedimientos que ya se aplican en otros campos.
 
Peterhaensel se inspiró en los resultados de las investigaciones de Michal Kosinski, psicólogo estadounidense y profesor de la Universidad de Stanford, que en un estudio publicado en 2017 presentó un software que, a partir del rostro, puede deducir con alta precisión si una persona es homosexual o heterosexual. Según Kosinski, con sólo una foto esa Inteligencia Artificial logra acertar en el ochenta y uno por ciento de los casos si un varón es heterosexual u homosexual. En el caso de las mujeres, el grado de precisión es de setenta y cuatro por ciento. La Inteligencia Artificial compara la imagen del individuo en cuestión con un conjunto de datos de personas heterosexuales y homosexuales y así encuentra los elementos comunes.

El proceso de escaneo de Smile to Vote El proceso de escaneo de Smile to Vote | Foto: Smile to Vote, captura de pantalla del programa de análisis psicométrico © Alexander Peterhaensel, 2017 Peterhaensel se quedó asombrado con estos resultados. Para su proyecto artístico, llevó al límite esta idea aplicándola a la ideología política: la cabina de votación Smile to Vote supuestamente compara el rostro del elector con un conjunto de fotos de políticos. En un instante saca conclusiones sobre las –supuestas– preferencias políticas. El elector no necesita confirmar el resultado: de acuerdo al proyecto, de inmediato es transmitido como voto válido a las autoridades electorales correspondientes.

La creencia en una objetividad suprahumana

Con su proyecto, Peterhaensel quiere mostrar el riesgo de que las sociedades sigan delegando cada vez más decisiones en los sistemas informáticos. El tema lo ocupa desde hace mucho tiempo... sobre todo la despreocupación con que los políticos y los ciudadanos están listos para dar sus datos y confiar en los algoritmos. Por ejemplo, en las fases previas a las elecciones de 2017, pudo comprobar “lo terriblemente grande que era la ignorancia de los líderes políticos en cuanto a la Inteligencia Artificial y el reconocimiento facial”.
 
El reconocimiento facial permite que mediante una cámara un software pueda identificar a cualquier persona cuyos datos biométricos ya hayan sido recogidos antes. El consorcio Apple, por ejemplo, usa en los teléfonos que tienen la función Face-ID poderosas tecnologías de reconocimiento facial y elabora registros fisionómicos de alta resolución con los datos de los usuarios. Por su parte, en 2017, el gigante informático chino Alibaba introdujo en un restaurante de comida rápida el pago mediante el reconocimiento facial. “El reconocimiento facial se transforma así en componente de un estilo de vida deseable y que está de moda, sin que el usuario sea consciente de la disminución de la esfera privada y la delegación de decisiones en sistemas informáticos”. De aquí que el Smile to pay de Alibaba inspirara el título del proyecto artístico de Peterhaensel.

En el límite de la realidad y la fantasía

En la cabina de votación se escanea la fisionomía del elector. En la cabina de votación se escanea la fisionomía del elector. | Foto: Smile to Vote, Wahlkabine © Alexander Peterhaensel, 2017 La cabina de votación de Smile to Vote existe de verdad. Sin embargo, la votación es ficticia y también la empresa que está detrás de todo. Una de las metas de esta obra conceptual, que combina diversas perspectivas, es que la votación y la empresa resulten lo más reales posible. Por eso la startup gubernamental Smile to Vote hace publicidad en una página web que parece auténtica: “Por supuesto, aquí también cumplió un papel la crítica estética de la industria informática”, comenta Peterhaensel, que trabaja como colaborador artístico del Institut für zeitbasierte Medien (Instituto de Medios Basados en el Tiempo) de la Universidad de las Artes de Berlín.
 
Otro componente es el papel de la ciencia: Peterhaensel no sólo publicó un artículo científico sobre Smile to Vote sino que desarrolló un video informativo, supuestamente científico, que muestra el funcionamiento de la cabina de votación electrónica. No pocos espectadores lo tomaron en serio y reaccionaron a veces con críticas enérgicas. La hipótesis en que se basa la cabina sostiene que a partir de los rasgos faciales se pueden sacar conclusiones sobre las características de las personas. Que esta idea causó muchos daños a través de la doctrina racial del nacionalsocialismo es algo que frecuentemente le dicen a Peterhaensel. Ahora bien, son poquísimos los que critican la creencia en una objetividad suprahumana de los procesos de decisión algorítmica, creencia que propagan los grandes consorcios informáticos acompañada de la pretensión casi religiosa de mejorar el mundo “En el fondo, Smile to Vote es también una pregunta por la condición humana: ¿Qué es la humanidad? ¿Qué tan humanos o inhumanos son los procesos informáticos que participan de la construcción de nuestra realidad y de las decisiones que tomamos en ella?”
 
El mismo Peterhaensel es parte de Smile to Vote, pues cuando sale de su casa o está de viaje siempre lleva en su bolso tarjetas de visita de la empresa ficticia. Cuando los inversores le ofrecen poner dinero en la startup, la supuesta conversación comercial se transforma en una performance.
 

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