Acceso rápido:

Ir directamente al segundo nivel de navegación (Alt 3) Ir directamente al primer nivel de navegación (Alt 2)

Pop y música electrónica en 2021
¿Dónde queda el refuerzo?

Concierto en la playa en Alemania
Concierto en la playa en Alemania. | Foto (detalle): © Steinsohn

2021 debía ser el año del pop postpandémico. Al menos con esa esperanza inició el verano cultural en el ámbito musical y de eventos alemán —estremecido por el coronavirus— y, por un corto tiempo, todo pareció marchar como de costumbre. Luego llegó la cuarta ola y dejó una cosa clara: la confianza y la creatividad no mantienen a nadie con vida cuando faltan dinero y estrategia.

De Jennifer Beck

Es octubre de 2021 en la Hofbräuhaus, en Múnich, 142 personas hacen el saludo al sol recostadas en tapetes, al ritmo de los metales combinados con música de yoga de LaBrassBanda. El conjunto del trompetista Stefan Dettl, procedente de Chiemsee, ya había grabado su álbum contemplativo Kiah Royal en 2014... en un establo de vacas. Ahora apareció Yoga Symphony No.1, una nueva infusión de ultrarrelajación con resabios de apropiación cultural, truquitos publicitarios propios de los tés Sonnentor y una sesión en vivo competentemente dirigida por un maestro de yoga. Según Dettl, todo eso es "sonido salido directo del cuerpo". En cuanto a los tapetes que hay bajo el revestimiento de madera burgués, al parecer, luego de años de sufrir un freno cultural de emergencia, ahora son del grosor justo. En paralelo, por todo el territorio federal retumbaban conciertos de relajación en la playa, certificados por el Premio al Turismo Alemán. ¿En eso había terminado el supuesto año pop postconfinamiento de Alemania?

En todo caso, en realidad nadie puede sostener que los artistas y promotores alemanes también hayan perdido la imaginación junto con su dinero. Por el contrario, con los centros de vacunación llegó el verano cultural: por un lado, gracias a los desempleados repentinos del ámbito musical y de los eventos en vivo, que se inscribieron como voluntarios de vacunación en Berlín. Gracias a los altavoces, la Terminal C del aeropuerto de Tegel se sentía como un club. Después, en los antiguos foros, como la Arena de Berlín-Treptow, hubo pruebas piloto de las primeras fiestas de vacunación, donde además de piquetes también se ofrecieron sesiones nocturnas de DJ y programas escénicos. Por otro lado, el verano cultural fue impulsado de manera literal por un paquete de fomento de 30.5 millones de euros presentado por la Fundación Cultural de la Federación en mayo de 2021. Estaba pensado para apoyar directamente sobre todo a los artistas independientes, la escena libre y los actores locales, para recobrar la vida cultural en la zonas urbanas. El programa, llamado Neustart Kultursommer, ayudó a 117 proyectos, entre ellos algunos eventos musicales al aire libre en 63 ciudades y 54 municipios.

La ola entre las olas

Bajo las restricciones pandémicas, los proyectos como HÖR Berlin, la radio de la Torhaus —un espacio comunitario autogestivo instalado en una antigua portería de Tempelhofer Feld— o el festival completamente femenino de Ulm FEMTASTIQUE —transmitido por internet gracias a un enorme esfuerzo técnico— se establecieron como espacios inclusivos, seguros y valiosos para colectivos diversos de músicos y DJ. Sin embargo, luego de que se aplanara la curva de contagios en la primavera de 2021, el llamado a regresar a la normalidad de forma responsable fue cada vez más fuerte por razones existenciales individuales, pero también como respuesta a la exigencia colectiva de cambios estructurales que incluyan el reconocimiento de la cultura como factor del entorno y parte del sistema económico. En resumen: ¿Quo vadis, relevancia sistémica?

El reconocimiento de los clubes y foros en vivo como foros culturales por parte de la Comisión de Vivienda del Parlamento Federal en mayo de 2021 fue un rayo de esperanza retrasado y urgente, pero seguirá siendo pura política simbólica mientras falte el fundamento para el funcionamiento y mantenimiento de esos espacios: el dinero. Desde junio, una agrupación creciente de asociaciones y sociedades se está movilizando bajo el lema Wir.Sind.Kultur. en actos públicos y rondas de discusión a favor de una ley de fomento a la cultura en Berlín que ayude a los artistas a superar la crisis, garantice la reconstrucción de la escena cultural y la asegure de forma duradera. Es cierto que durante la primera mitad del año, la federación apoyó a los artistas autónomos y por contrato temporal, al igual que a pequeñas sociedades de capital con un "anticipo de asistencia para el reinicio" de hasta 7,500 euros. Sin embargo, tales ofertas siguen siendo cortoplacistas y en general están limitadas a individuos. En pleno segundo año de la pandemia, sigue faltando un plan de fomento financiero estandarizado y duradero.

Por esa y otras razones, en junio volvieron a remar embarcaciones de protesta por el Landwehrkanal de Berlín. Ese acto generó sentimientos encontrados porque recordó una manifestación similar hecha en el marco de las protestas por Black-Lives-Matter, que había sacrificado en gran parte las medidas anti-COVID en aras de la celebración. Al final, el 2021 trajo sobre todo una cosa para el ámbito musical: ¿la misma tonada de siempre con una letra distinta?

El balance de los eventos en vivo quedó tan escindido como el año mismo. Luego de que el Fusion Festival se cancelara en mayo a pesar de medidas ingeniosas contra el coronavirus, en verano, algunos festivales en clubes y festivales de nuevos talentos como Pop-Kultur, en la Kulturbrauerei de Berlín, se lanzaron como eventos híbridos. El Reeperbahnfestival de Hamburgo; 3HD y Atonal de Berlín, y el Balance Festival de Leipzig siguieron su ejemplo.

El APPLAUS-Award de la Initiative Musik honró la imaginación y la iniciativa de muchos organizadores con premios especiales por formatos creativos, mientras que la Comisión de Clubes en la Capital apoyó con dinero e infraestructura a proyectos piloto, como la serie de eventos por más diversidad y espacios seguros LINK, en conjunto con el colectivo de DJ de ghetto house Raiders, proveniente de Marzahn. Los creadores de la Administración Senatorial Cultura y Europa y la Comisión de Clubes de Berlín también juzgaron de forma positiva la première de la política piloto Clubculture Reboot, acompañada científicamente por la Charité. Entre el 6 y el 8 de agosto se llevaron a cabo eventos bajo techo con ingreso restringido según pruebas de PCR en seis clubes con 2,110 sujetos de pruebas, para demostrar que las noches de fiesta seguras también son factibles bajo restricciones pandémicas.

En agosto, después de que se revocara oficialmente la prohibición al baile en la capital luego de un fallo por decisión urgente del Tribunal Administrativo de Berlín, todo se sintió casi como siempre durante unas semanas. Tras la apertura de Berghain en octubre, hubo un brote de COVID en ese tecnobúnker berlinés el mismo mes. Después de la confusión por los reglamentos específicos a cada estado y evento —3G (vacunado o curado o con prueba), 2G+ (vacunado o curado y prueba) y 2G (vacunado o curado)— y a pesar de los planes de seguridad ejemplares, los grandes eventos se cancelaron de último momento, primero en Sajonia y luego en el resto del país.

Entre los cancelados estuvo el festival Transcentury Update de Leipzig, ya pospuesto desde 2020, en el cual Anika —una de las artistas y DJ experimentales más emocionantes del año— iba a presentar su nuevo álbum, que porta el título esperanzador de Change. El hecho de que se permitiera su presentación en el Synästhesie-Festival de Berlín durante el mismo periodo pone de manifiesto uno de los problemas principales de no tener una política sanitaria unificada a nivel federal: la decisión de dar trato preferente a un evento en una ciudad y no en otra se convirtió en cosa de suerte y, dependiendo de las condiciones y la incidencia locales, podía significar ganancias o pérdidas de la noche a la mañana. Además, los boletos de Leipzig —al igual que muchos otros— ya no se pudieron aprovechar para el siguiente año. Por lo tanto, es de temer que la cuarta ola haya acabado por fin con algunos organizadores autónomos y no subsidiados.

Colapso, escape y un poquito de esperanza

La pausa de los eventos en vivo y el aislamiento voluntario u obligatorio también fomentó la creatividad de ciertos artistas alemanes y germanoparlantes. Con Die Gruppe, la banda austriaca de diskurspop mudada a Berlín Ja, Panik hizo su regreso apocalíptico. Sus canciones, algunas de las cuales ya habían nacido en 2019, se oyen como comentarios contemporáneos. Incluyen saxofón, préstamos de roxy-music y referencias a la pandemia, el colapso climático y sistémico. En general, el brincoteo estuvo a la orden del día en el año del pop 2021. Los nuevos álbumes de Max Rieger, alias All Diese Gewalt —de Essling—, de Isolation Berlin y del músico Drangsal —quien en Exit Strategy dio un giro hacia las canciones pegajosas en su forma, pero se mantuvo en la parte oscura de la existencia humana dentro del monstruo urbano en su contenido— muestran a lo mucho la creencia optimista de que siempre podemos estar peor. Un rayo de esperanza, al menos en el nombre: pop agnóstico fresco de parte de la Indie-Garde School of Zuversicht hamburguesa.

De hecho, la vida y obra de la berlinesa por elección y autodenominada "apátrida" Françoise Cactus encontraron un fin sorpresivo en febrero. La mente creativa detrás de la icónica banda de synthpop Stereo Total murió demasiado joven —a los 56 años— de cáncer de mama, y tras de sí dejó, junto con bastantes álbumes, innumerables piezas radiofónicas, libros, pinturas y objetos. Al igual que Cactus, también el grupo de dark wave de Berlín Occidental Malaria! —formado en torno a las ex-Stereo Total Bettina Köster y Gudrun Gut— pertenecía a las Genialen Dilletanten, quienes en los años ochenta fusionaron el arte de vanguardia, la música y los sótanos de Kreuzberg con los clubes nocturnos del centro de la ciudad.

Para su cuarenta aniversario, Köster, Gut y su compañera Beate Bartel iniciaron un amplio proyecto editorial sobre las tres bandas underground Mania D, Malaria! y Matador en Ventil Verlag, M_Dokumente, que refleja sobre todo la mirada femenina sobre la escena del hágalo usted mismo de finales de los años setenta y principios de los ochenta. Por otro lado, en el año del #DeutschRapMeToo, las periodistas y músicas Sandra y Kersty Grether echaron una mirada feminista contemporánea similar a la historia general del pop alemán en Ich brauche eine Genie, aparecido en microtextos. En ese blog, las dos exautoras de SPEX entregaron un caudal revelador, tan nostálgico como crítico, de letras de canciones de más de sesenta músicas de distintas décadas y géneros —entre ellas Malaria!— con acordes de acompañamiento, fotos, portadas de disco y material de archivo. También se escribe una página más en la historia de la música: la institución de los clubes berlineses que es Tresor festejó en 2021 su treinta aniversario.

Al mirar hacia adelante queda la pregunta de si las vacunas de refuerzo también le darán un impulso a la música y los clubes en 2022. Para los vendedores de boletos, organizadores, técnicos, productores musicales y fanáticos, resuena por tercera vez la misma decisión: oír su propia historia y las de sus diversos compañeros de infortunio en el podcast producido en 2021 por DJ Gigola y Spotify, Our House — Clubs und ihre Geschichten, y guardar la esperanza.

Top