Ciclo de cine Yo tenía 19

Konrad Wolf, 115 min., 1968

Sólo dos años después de que el XI Plenario del Comité Central en diciembre de 1965 hubiera arrasado con innumerables películas como consecuencia de la política cinematográfica del SED (Partido Socialista Unificado), la DEFA logró realizar un filme fuera de lo común, TENÍA 19 AÑOS, que cuestiona temas que hasta ese momento habían sido tabú.

El director Konrad Wolf (nacido en 1925) incluyó en su décimo largometraje fuertes momentos autobiográficos. Hijo del poeta comunista Friedrich Wolf, pasó su infancia a partir de 1934 en el exilio en Moscú. En 1936 se hizo ciudadano ruso y como tal fue incorporado al Ejército Rojo en 1942. En la RDA no sólo era un cineasta muy atareado, sino que desempeñaba diferentes puestos estatales. Por ejemplo, fue Presidente de la Academia de Bellas Artes desde 1965 hasta su muerte en 1982. Puede que tanto su propia reputación política, así como la de su padre y su hermano Markus Wolf (coronel general del Ministerio de Seguridad), le otorgasen ciertas libertades a la hora de realizar sus películas. El hecho de que él aprovechase estas libertades al máximo demuestra una magnitud de valor cívico que no debe sobrentenderse.

En la película TENÍA 19 AÑOS el alter ego de Konrad Wolf es el teniente Gregor Hecker (Jaecki Schwarz), soldado de una unidad de exploración de la armada soviética que tras la ruptura de las líneas de defensa alemanas en los ríos Oder y Neiße avanza hacia Berlín, la capital del Reich. Desde el altoparlante de un camión y con éxito moderado, Gregor insta a las tropas alemanas en retirada a que capitulen. En los pueblos y ciudades alemanes tiene encuentros contradictorios con sus antiguos compatriotas. Tras ser nombrado de pronto comandante de la ciudad de Bernau, el protagonista logra hacerse una imagen más diferenciada de la población civil. Más tarde actúa como intérprete de un mediador y contribuye así a la entrega pacífica de la ciudadela de Spandau, en las afueras de Berlín. Al final es testigo de cómo su amigo soviético más querido es asesinado en las últimas horas de la guerra por una unidad de las SS que se niega a rendirse.

La vuelta a la patria de Gregor Hecker es un proceso de acercamiento doloroso a un pueblo que se ha vuelto extraño para él. Aunque habla su lengua materna con la gente con la que se encuentra, no parece posible un entendimiento verdadero. Konrad Wolf encuentra metáforas muy persistentes para la estupefacción y la docilidad de los alemanes: por ejemplo, el caso de un arquitecto paisajista (Wolfgang Greese) que los aburre hasta el cansancio relatándoles de forma complicada a él y a sus camaradas las supuestas nobles causas de su “exilio interior”. En la parte trasera de una camioneta, Gregor encuentra a un soldado ciego de las Fuerzas Armadas Alemanas que aún cree en la “victoria final”. Por otro lado, también se encuentra con personas que tras el choque de la derrota han comenzado a transformar su forma de pensar, como por ejemplo un suboficial (Dieter Mann) que se rindió ante los rusos y que toma las armas junto a los soldados soviéticos para luchar contra una división de fanáticos de las SS.

En esta película, la novedad a la hora de describir el final de la guerra y las partes de la población afectadas por la misma es el alto grado de matices individuales. Por primera vez, los alemanes de 1945 no están divididos, a priori, en soldados de la resistencia y fascistas, sino que son descritos con diferentes matices en lo que se refiere a su biografía y motivación. La estructura de la película en forma de episodios (guión de Wolfgang Kohlhaase) hace posibles estas excursiones mentales a las diferentes historias desde la perspectiva del narrador en primera persona. Además la película tematiza algunos hechos históricos (como por ejemplo los ataques de los soldados soviéticos a la población civil alemana) que hasta ese momento habían sido tabú en la historiografía oficial.
 

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