Marcel Beyer
Marcel Beyer nace en 1965 en Tailfingen. Como autor, Beyer investiga la influencia de los medios de comunicación en el lenguaje. “Transformar el lenguaje externo en literatura”, dice Beyer, es algo que le fascina e inquieta.
Por su obra, Marcel Beyer ha sido distinguido con todos los premios alemanes más prestigiosos, entre ellos cabe mencionar el Premio Kleist y el Premio Georg Büchner.
Obras traducidas al castellano:
Kaltenburg; Espías; Comida falsa; El técnico de sonido
Por su obra, Marcel Beyer ha sido distinguido con todos los premios alemanes más prestigiosos, entre ellos cabe mencionar el Premio Kleist y el Premio Georg Büchner.
Obras traducidas al castellano:
Kaltenburg; Espías; Comida falsa; El técnico de sonido
Marcel Beyer nace en 1965 en Tailfingen. Durante sus estudios de filología inglesa y alemana y de literatura en Siegen, publica críticas en revistas literarias y musicales; traduce a Yeats y Burroughs, y coedita los poemas de Gertrude Stein. Marcel Beyer vive en Dresde.
Su primer volumen de poesía, Kleine Zahnpasta aparece ya en 1989. Pero Beyer se da a conocer con su primera novela Menschenfleisch (1991), novela de amor y celos. El éxito literario lo consigue 1995 con Flughunde (El técnico de sonido), donde se narra la historia de un experto en acústica que concibe la idea de investigar de manera sistemática el fenómeno de la voz humana. El lugar de la investigación es la misma cancillería alemana poco antes del final de la guerra, en 1945. Le sigue 2000 la novela Spione (Espías). Cuatro niños rastrean secretos familiares que se remontan a la Legión Cóndor y la Guerra Civil española. En 2008 publica la novela Kaltenburg que trata de la vida de un ornitólogo y científico que, tras la guerra, funda un instituto de investigación en Dresde. En sus obras el autor afronta, siempre desde perspectivas distintas, la historia de Alemania. Después del volumen de relatos Putins Briefkasten (2014) - sobre las impresiones alrededor del apartado de correos del presidente ruso que verdaderamente existió en Dresde en tiempos de la KGB ˗, el autor se vuelca de nuevo a la lírica con Graphit (2014). Como había ocurrido anteriormente con Erdkunde (2002), el volumen se convierte en todo un éxito. La preocupación por el lenguaje se refleja también en innumerables lecciones poéticas. Entre otros temas, Beyer investiga la influencia de los medios de comunicación en el lenguaje. “Transformar el lenguaje externo en literatura”, dice Beyer, es algo que le fascina e inquieta.
Por su obra, Marcel Beyer ha sido distinguido con todos los premios alemanes más prestigiosos, entre ellos cabe mencionar el Premio Kleist (2014) y el Premio Georg Büchner (2016).
Copyright: Goethe-Institut Barcelona
Texto: Ilka Haederle/ Traducción: Rosina Nogales Tudela
Su primer volumen de poesía, Kleine Zahnpasta aparece ya en 1989. Pero Beyer se da a conocer con su primera novela Menschenfleisch (1991), novela de amor y celos. El éxito literario lo consigue 1995 con Flughunde (El técnico de sonido), donde se narra la historia de un experto en acústica que concibe la idea de investigar de manera sistemática el fenómeno de la voz humana. El lugar de la investigación es la misma cancillería alemana poco antes del final de la guerra, en 1945. Le sigue 2000 la novela Spione (Espías). Cuatro niños rastrean secretos familiares que se remontan a la Legión Cóndor y la Guerra Civil española. En 2008 publica la novela Kaltenburg que trata de la vida de un ornitólogo y científico que, tras la guerra, funda un instituto de investigación en Dresde. En sus obras el autor afronta, siempre desde perspectivas distintas, la historia de Alemania. Después del volumen de relatos Putins Briefkasten (2014) - sobre las impresiones alrededor del apartado de correos del presidente ruso que verdaderamente existió en Dresde en tiempos de la KGB ˗, el autor se vuelca de nuevo a la lírica con Graphit (2014). Como había ocurrido anteriormente con Erdkunde (2002), el volumen se convierte en todo un éxito. La preocupación por el lenguaje se refleja también en innumerables lecciones poéticas. Entre otros temas, Beyer investiga la influencia de los medios de comunicación en el lenguaje. “Transformar el lenguaje externo en literatura”, dice Beyer, es algo que le fascina e inquieta.
Por su obra, Marcel Beyer ha sido distinguido con todos los premios alemanes más prestigiosos, entre ellos cabe mencionar el Premio Kleist (2014) y el Premio Georg Büchner (2016).
Copyright: Goethe-Institut Barcelona
Texto: Ilka Haederle/ Traducción: Rosina Nogales Tudela
TRADUCIDO AL CASTELLANO
Kaltenburg
Trad. de Gabriela Adamo, Edhasa Arg, Buenos Aires 2009
Espías
Trad. de Isabel Payno, Debate, Madrid 2002
Comida falsa
Trad. de Cecilia Dreymüller, Bassarai, Vitoria-Gasteiz 2002
El técnico de sonido
Trad. de Georg Pichler y Carmen Gómez, Debate, Madrid 1999
EN LENGUA ALEMANA
Novelas
Kaltenburg
Suhrkamp, Frankfurt a.M., 2008
Vergesst mich
DuMont Buchverlag, Köln 2006
Spione
DuMont Buchverlag, Köln 2000
Das Menschenfleisch
Suhrkamp Verlag, Frankfurt a.M. 1997
Flughunde
Suhrkamp Verlag, Frankfurt a.M. 1995
Poesía
Graphit
Gedichte. Suhrkamp, Berlin 2014
Erdkunde
DuMont Buchverlag, Köln 2002
Falsches Futter
Suhrkamp, Frankfurt a.M. 2002
HNO-Theater / Im Unterhemd
Zwei Gedichte. Uwe Warnke Verlag, Berlin 1995
Brauwolke
Uwe Warnke Verlag, Berlin 1994
Buchstabe Geist Buchstabe. 12 hilflose Einbrüche ins Textgeschehen, Copyzierte Angelegenheit
Köln 1990
Walkmännin
1988/1989, Patio, Frankfurt a.M. 1991
Kleine Zahnpasta
1987-1989, dead language press, Paris 1989
Ensayos
Aurora
Lyrik Kabinett, München 2006
Nonfiction
DuMont Buchverlag, Köln 2003
Narrativa
Putins Briefkasten
Suhrkamp, Frankfurt a.M. 2012
Vergesst mich
DuMont Buchverlag, Köln 2006
Zur See. Prosa
Uwe Warnke, 2001
Obsession. Prosa
Okeanos Presse, Bonn 1987
Kaltenburg
Trad. de Gabriela Adamo, Edhasa Arg, Buenos Aires 2009
Espías
Trad. de Isabel Payno, Debate, Madrid 2002
Comida falsa
Trad. de Cecilia Dreymüller, Bassarai, Vitoria-Gasteiz 2002
El técnico de sonido
Trad. de Georg Pichler y Carmen Gómez, Debate, Madrid 1999
EN LENGUA ALEMANA
Novelas
Kaltenburg
Suhrkamp, Frankfurt a.M., 2008
Vergesst mich
DuMont Buchverlag, Köln 2006
Spione
DuMont Buchverlag, Köln 2000
Das Menschenfleisch
Suhrkamp Verlag, Frankfurt a.M. 1997
Flughunde
Suhrkamp Verlag, Frankfurt a.M. 1995
Poesía
Graphit
Gedichte. Suhrkamp, Berlin 2014
Erdkunde
DuMont Buchverlag, Köln 2002
Falsches Futter
Suhrkamp, Frankfurt a.M. 2002
HNO-Theater / Im Unterhemd
Zwei Gedichte. Uwe Warnke Verlag, Berlin 1995
Brauwolke
Uwe Warnke Verlag, Berlin 1994
Buchstabe Geist Buchstabe. 12 hilflose Einbrüche ins Textgeschehen, Copyzierte Angelegenheit
Köln 1990
Walkmännin
1988/1989, Patio, Frankfurt a.M. 1991
Kleine Zahnpasta
1987-1989, dead language press, Paris 1989
Ensayos
Aurora
Lyrik Kabinett, München 2006
Nonfiction
DuMont Buchverlag, Köln 2003
Narrativa
Putins Briefkasten
Suhrkamp, Frankfurt a.M. 2012
Vergesst mich
DuMont Buchverlag, Köln 2006
Zur See. Prosa
Uwe Warnke, 2001
Obsession. Prosa
Okeanos Presse, Bonn 1987
Nacido el 23 de noviembre de 1965 en Tailfingen (Baden-Württemberg)
1987 - 1991 | Estudios de Filología Germánica, Inglesa |
y Literatura en Siegen | |
1988 | Fundación del Archivo Friederike Mayröcker |
de la Biblioteca Municipal y Estatal de Viena | |
1991 | Premio Ernst Willner; Premio Rolf Dieter Brinkmann |
1992 | Premio de Promoción concedido por el estado de Renania del Norte-Westfalia |
1989 - 2000 | Coeditor de la colección Vergessene Autoren der Moderne |
('Autores olvidados de la Edad Contemporánea') | |
1990 - 1993 | Lector editorial para la revista literaria "Konzepte" |
1992 - 1998 | Colaboración con la revista de música SPEX |
1996 | Medalla Johannes Bobrowski; |
Premio de la Asociación Alemana de Críticos; Premio Literario de la Ciudad de Berlín | |
1996 - 1998 | Writer in residence en el University College de Londres |
y en la University of Warwick de Coventry | |
1997 | Premio Uwe Johnson |
1999 | Premio de Promoción en el marco del Premio Lessing |
concedido por el Estado Libre de Sajonia | |
2001 | Premio Heinrich-Böll |
2003 | Premio Friedrich Hölderlin de la ciudad de Tübingen |
2004 | Premio Literario Spycher |
2006 | Premio Erich Fried |
2008 | Premio Joseph Breitbach para su obra; |
Writer in residence en el Instituto Max-Planck de la historia de la ciencia en Berlín-Dahlem | |
Puesto de profesor universitario "Liliencorn" en Kiel | |
2010 | Beca de la academia alemana Roma (Deutsche Akademie Rom) en la Villa Massimo |
2014 | Premio Kleist; Premio Oskar Pastior |
2015 | Premio de Literatura de la ciudad de Bremen |
2016 | Premio de Literatura de Düsseldorf |
Premio Georg Büchner | |
Reside en Dresde |
Esporas (De la novela Espías)
Enseguida se acordó de ella. Había descubierto su nombre por pura casualidad en un cartel pegado a un muro: una ópera de gira por su ciudad natal. Era vecino suyo, solían jugar juntos; casi siempre ellos dos solos, pues los niños del barrio se metían mucho con ella. Era por sus ojos, por esa mirada suya. Al principio se burlaban de ella, después también de él. Pero a él siempre le gustaron esos ojos italianos. Es la única de la familia que tiene esos ojos: si no recuerda mal, sus padres y sus hermanos los tienen de otro color. De todo esto hace más de diez años.
Cuando aquella mañana en la ciudad vio su nombre, de repente tuvo la sensación de que llevaba toda su vida buscando esos ojos. Hacía buen tiempo esa mañana, uno de los primeros días de primavera, y no se lo pensó dos veces: entró en la primera floristería que vio y encargó un ramo de flores, aun antes de ver si quedaban entradas.
Irá al camerino después de la representación y le dará una sorpresa. Las flores habrán llegado antes que él. Va en busca de sus ojos, y esta noche los habrá encontrado.
Hace solo un año no habría hecho una cosa así. No hubiera ido a la ópera estando sin trabajo, ni después, cuando no tenía puesto fijo. Tampoco aquel vendedor ambulante que iba de casa en casa con su muestrario y sus zapatos gastados, ni aquel hombre anuncio que recomendaba detergentes milagrosos, pelapatatas o modernos bigudíes para ondularse el pelo en la puerta de unos grandes almacenes. Ni siquiera se hubiera presentado ante su amiga de la infancia y adolescencia siendo ayudante de electricista: se pasó seis meses instalando conductos en una moderna colonia de chalets que hay allí arriba, detrás del fuerte, junto al campo de tiro.
Aquel olor a enfoscado fresco, y los conductos de los cables. Cuanto más trabajo lleva adelantado, más lento va: faltan cinco casas, luego tres, y sigue sin tener ni idea de cómo va a ganarse la vida cuando acabe. Solo queda el piso de arriba; solo los enchufes y los interruptores del dormitorio; y está otra vez sin trabajo. Cuando ya ha desconectado el último cable y está recogiendo sus cosas se le ocurre que podría alistarse en el ejército. Quizá allí no falten oportunidades para alguien como él, que sabe instalar cables y que podría familiarizarse rápidamente con los cables de transmisiones.
Le admitieron inmediatamente. Cambió los zapatos agujereados, que siempre le habían avergonzado, por un par de botas de piel. Efectivamente, sus conocimientos de electrónica le vinieron bien. Y también su excelente vista. Pero lo que más le benefició fue que tenía experiencia pilotando aviones. A los dieciséis años le atrajo el vuelo sin motor, y ahora a los veinticinco sigue tan entusiasmado como el primer día: ese suave y a veces imperceptible planeo por encima de los campos nunca perdí su atractivo En la cabina del piloto hay un silencio que ningún viento es capaz de destruir, por muy fuerte que sople.
Espías, , p. 9-10. Trad. de Isabel Payno Jiménez-Ugarte
© Debate, Madrid 2002
Enseguida se acordó de ella. Había descubierto su nombre por pura casualidad en un cartel pegado a un muro: una ópera de gira por su ciudad natal. Era vecino suyo, solían jugar juntos; casi siempre ellos dos solos, pues los niños del barrio se metían mucho con ella. Era por sus ojos, por esa mirada suya. Al principio se burlaban de ella, después también de él. Pero a él siempre le gustaron esos ojos italianos. Es la única de la familia que tiene esos ojos: si no recuerda mal, sus padres y sus hermanos los tienen de otro color. De todo esto hace más de diez años.
Cuando aquella mañana en la ciudad vio su nombre, de repente tuvo la sensación de que llevaba toda su vida buscando esos ojos. Hacía buen tiempo esa mañana, uno de los primeros días de primavera, y no se lo pensó dos veces: entró en la primera floristería que vio y encargó un ramo de flores, aun antes de ver si quedaban entradas.
Irá al camerino después de la representación y le dará una sorpresa. Las flores habrán llegado antes que él. Va en busca de sus ojos, y esta noche los habrá encontrado.
Hace solo un año no habría hecho una cosa así. No hubiera ido a la ópera estando sin trabajo, ni después, cuando no tenía puesto fijo. Tampoco aquel vendedor ambulante que iba de casa en casa con su muestrario y sus zapatos gastados, ni aquel hombre anuncio que recomendaba detergentes milagrosos, pelapatatas o modernos bigudíes para ondularse el pelo en la puerta de unos grandes almacenes. Ni siquiera se hubiera presentado ante su amiga de la infancia y adolescencia siendo ayudante de electricista: se pasó seis meses instalando conductos en una moderna colonia de chalets que hay allí arriba, detrás del fuerte, junto al campo de tiro.
Aquel olor a enfoscado fresco, y los conductos de los cables. Cuanto más trabajo lleva adelantado, más lento va: faltan cinco casas, luego tres, y sigue sin tener ni idea de cómo va a ganarse la vida cuando acabe. Solo queda el piso de arriba; solo los enchufes y los interruptores del dormitorio; y está otra vez sin trabajo. Cuando ya ha desconectado el último cable y está recogiendo sus cosas se le ocurre que podría alistarse en el ejército. Quizá allí no falten oportunidades para alguien como él, que sabe instalar cables y que podría familiarizarse rápidamente con los cables de transmisiones.
Le admitieron inmediatamente. Cambió los zapatos agujereados, que siempre le habían avergonzado, por un par de botas de piel. Efectivamente, sus conocimientos de electrónica le vinieron bien. Y también su excelente vista. Pero lo que más le benefició fue que tenía experiencia pilotando aviones. A los dieciséis años le atrajo el vuelo sin motor, y ahora a los veinticinco sigue tan entusiasmado como el primer día: ese suave y a veces imperceptible planeo por encima de los campos nunca perdí su atractivo En la cabina del piloto hay un silencio que ningún viento es capaz de destruir, por muy fuerte que sople.
Espías, , p. 9-10. Trad. de Isabel Payno Jiménez-Ugarte
© Debate, Madrid 2002
Graphit (Text übersetzen)
Jörg Magenau, Deutschlandradio Kultur 2015
Kaltenburg
"Kaltenburg" no es una novela clave sobre Konrad Lorenz y es mucho más que una novela de suspense encubierta de la historia científica alemana. Es una recopilación magistral de historia contemporánea en formato de novela, un libro que supera a la tan elogiada "Flughunde" de 1995.
Frankfurter Allgemeine Zeitung
Espías
A pesar de que Beyer no rehuye los efectos melodramáticos - introducidos con cuentagotas -, en comparación, se da relativamente poco en el libro. Los dramas interiores y las escenificaciones son de los que depende el lío familiar y la decadencia del pasado.
Wiener Zeitung
El técnico del sonido (Flughunde)
Tiene esta novela un curioso protagonista, uno muy poco al uso: el sonido.
Luis Fonseca en el archivo de Nessus, 1999
Marcel Beyer, con su novela publicada [1995], hace que seamos testigos de un proceso que termina con el desespero de la familia Goebbels, el envenenamiento de los seis hijos y el suicidio de los padres en un bunker de la cancillería destruída del Reich destruída. A pesar de que el autor insiste en que se trata de ficción, al leer surge la impresión angustiosa de autenticidad. Está narrada desde la perspectiva de la hija mayor de Goebbels, Helga, y del amigo de la familia, Hermann Karnau, un técnico de sonido al que le encantan los niños y los perros, pero que maltrata a las personas para realizar experimentos acústicos crueles.
Dieter Wunderlich, autor
Jörg Magenau, Deutschlandradio Kultur 2015
Kaltenburg
"Kaltenburg" no es una novela clave sobre Konrad Lorenz y es mucho más que una novela de suspense encubierta de la historia científica alemana. Es una recopilación magistral de historia contemporánea en formato de novela, un libro que supera a la tan elogiada "Flughunde" de 1995.
Frankfurter Allgemeine Zeitung
Espías
A pesar de que Beyer no rehuye los efectos melodramáticos - introducidos con cuentagotas -, en comparación, se da relativamente poco en el libro. Los dramas interiores y las escenificaciones son de los que depende el lío familiar y la decadencia del pasado.
Wiener Zeitung
El técnico del sonido (Flughunde)
Tiene esta novela un curioso protagonista, uno muy poco al uso: el sonido.
Luis Fonseca en el archivo de Nessus, 1999
Marcel Beyer, con su novela publicada [1995], hace que seamos testigos de un proceso que termina con el desespero de la familia Goebbels, el envenenamiento de los seis hijos y el suicidio de los padres en un bunker de la cancillería destruída del Reich destruída. A pesar de que el autor insiste en que se trata de ficción, al leer surge la impresión angustiosa de autenticidad. Está narrada desde la perspectiva de la hija mayor de Goebbels, Helga, y del amigo de la familia, Hermann Karnau, un técnico de sonido al que le encantan los niños y los perros, pero que maltrata a las personas para realizar experimentos acústicos crueles.
Dieter Wunderlich, autor