Thomas Brussig
Thomas Brussig nace en 1965 en el Berlín Este. “La RDA da para buenos relatos”, afirma Thomas Brussig, quien con sus novelas y películas ha llegado a millones de personas convirtiéndose en uno de los autores de más éxito de la generación posterior al cambio.
Am kürzeren Ende der Sonnenallee (La Avenida del Sol), de 1999, “un bonito libro sobre una época fea” obtiene un enorme éxito. En 1999, junto al director Leander Haussmann, recibe el premio al mejor guión alemán por la película Sonnenallee.
Obras traducidas al castellano:
La Avenida del Sol
Am kürzeren Ende der Sonnenallee (La Avenida del Sol), de 1999, “un bonito libro sobre una época fea” obtiene un enorme éxito. En 1999, junto al director Leander Haussmann, recibe el premio al mejor guión alemán por la película Sonnenallee.
Obras traducidas al castellano:
La Avenida del Sol
Thomas Brussig nace en 1965 en el Berlín Este. Cursa formación profesional en la especialidad de construcción y obtiene el bachillerato. Trabaja, entre otras cosas, como transportista de muebles, conserje de museo, lavaplatos, guía turístico, obrero en una fábrica y portero de hotel. De 1990 a 1993 estudia Sociología en la Universidad Libre de Berlín, pero luego se decanta por la dramaturgia, estudios que realiza en la Escuela Superior de Cinematografía Konrad Wolf en Postdam-Babelsberg. Desde 1995 Brussig vive como escritor y guionista independiente en Berlín y Mecklenburg.
“La RDA da para buenos relatos”, afirma Thomas Brussig, quien con sus novelas y películas ha llegado a millones de personas convirtiéndose en uno de los autores de más éxito de la generación posterior al cambio. Considera que la RDA es un pozo inagotable de historias y sucesos, un verdadero paraíso narrativo. Brussig deja atrás a la RDA con una sonrisa, pero se mantiene fiel a ella.
Tras su primera novela Wasserfarben (1991), le llega el reconocimiento en 1995 con Helden wie wir – según Brussig una novela política con recursos sexuales. También la comedia sobre el muro Am kürzeren Ende der Sonnenallee (La Avenida del Sol), de 1999, “un bonito libro sobre una época fea” obtiene un enorme éxito. En él, Brussig cuenta sobre una juventud transcurrida justo al lado del muro, donde también se ríe y se ama como en cualquier parte del mundo. Después de convertir en película sus dos superventas, Thomas Brussig se centra una y otra vez en personas que crecieron durante el real socialismo. Junto a varios guiones cinematográficos y versiones para teatro, Brussig escribe el libreto para el musical Hinter´m Horizont con el título de la mundialmente conocida canción de Udo Lindenberg sobre un trágico amor entre Este y Oeste. En su monodrama Männer bis Welt (2001), toma la palabra un entrenador de fútbol de provincias, cuya vida no es exactamente un éxito. En Wie es leuchtet (2004) se tematiza de nuevo el estado de ánimo de la Alemania del Este en 1989. En su novela Das gibts in keinem Russenfilm (2015), Thomas Brussig narra la aventurera y luminosa biografía del famoso escritor Thomas Brussig manteniéndose de esta manera fiel a su humor, absurdo y exagerado.
En 1999, junto al director Leander Haussmann, recibe el premio al mejor guión alemán por la película Sonnenallee. En 2000 la ciudad de Neumünster le otorga el Premio Hans Fallada. En 2005 recibe la Medalla Carl Zuckmayer y en 2012 gana el Premio Comedy alemán.
Copyright: Goethe-Institut Barcelona
Texto: Ilka Haederle/ Traducción: Rosina Nogales Tudela
“La RDA da para buenos relatos”, afirma Thomas Brussig, quien con sus novelas y películas ha llegado a millones de personas convirtiéndose en uno de los autores de más éxito de la generación posterior al cambio. Considera que la RDA es un pozo inagotable de historias y sucesos, un verdadero paraíso narrativo. Brussig deja atrás a la RDA con una sonrisa, pero se mantiene fiel a ella.
Tras su primera novela Wasserfarben (1991), le llega el reconocimiento en 1995 con Helden wie wir – según Brussig una novela política con recursos sexuales. También la comedia sobre el muro Am kürzeren Ende der Sonnenallee (La Avenida del Sol), de 1999, “un bonito libro sobre una época fea” obtiene un enorme éxito. En él, Brussig cuenta sobre una juventud transcurrida justo al lado del muro, donde también se ríe y se ama como en cualquier parte del mundo. Después de convertir en película sus dos superventas, Thomas Brussig se centra una y otra vez en personas que crecieron durante el real socialismo. Junto a varios guiones cinematográficos y versiones para teatro, Brussig escribe el libreto para el musical Hinter´m Horizont con el título de la mundialmente conocida canción de Udo Lindenberg sobre un trágico amor entre Este y Oeste. En su monodrama Männer bis Welt (2001), toma la palabra un entrenador de fútbol de provincias, cuya vida no es exactamente un éxito. En Wie es leuchtet (2004) se tematiza de nuevo el estado de ánimo de la Alemania del Este en 1989. En su novela Das gibts in keinem Russenfilm (2015), Thomas Brussig narra la aventurera y luminosa biografía del famoso escritor Thomas Brussig manteniéndose de esta manera fiel a su humor, absurdo y exagerado.
En 1999, junto al director Leander Haussmann, recibe el premio al mejor guión alemán por la película Sonnenallee. En 2000 la ciudad de Neumünster le otorga el Premio Hans Fallada. En 2005 recibe la Medalla Carl Zuckmayer y en 2012 gana el Premio Comedy alemán.
Copyright: Goethe-Institut Barcelona
Texto: Ilka Haederle/ Traducción: Rosina Nogales Tudela
TRACUDIDO AL CASTELLANO
La Avenida del Sol
Trad. de Rosa Pilar Blanco, Ed. Siruela, Madrid 2001
EN LENGUA ALEMANA
Novelas
Das gibts in keinem Russenfilm
S. Fischer, Frankfurt a. M. 2015
Berliner Orgie
Piper, München 2007
Schiedsrichter Fertig
Eine Litanei
Residenz Verlag, St. Pölten 2007
Wie es leuchtet
S. Fischer, Frankfurt a.M. 2004
Leben bis Männer
S. Fischer, Frankfurt a.M. 2001
Am kürzeren Ende der Sonnenallee
Verlag Volk & Welt, Berlin 1999
Helden wie wir
Verlag Volk & Welt, Berlin 1995
Wasserfarben
Aufbau Verlag, Berlin 1991
Narraciones
Der Wurm am Turm
mit Kitty Kahane (Co-Autorin)
Hansisches Druck- und Verlagshaus, 2011
Otros
Die Weihnachtsgans Hermine
Bilderbuch mit Illustrationen von Katja Wehner
Aufbau Verlag Berlin 2016
La Avenida del Sol
Trad. de Rosa Pilar Blanco, Ed. Siruela, Madrid 2001
EN LENGUA ALEMANA
Novelas
Das gibts in keinem Russenfilm
S. Fischer, Frankfurt a. M. 2015
Berliner Orgie
Piper, München 2007
Schiedsrichter Fertig
Eine Litanei
Residenz Verlag, St. Pölten 2007
Wie es leuchtet
S. Fischer, Frankfurt a.M. 2004
Leben bis Männer
S. Fischer, Frankfurt a.M. 2001
Am kürzeren Ende der Sonnenallee
Verlag Volk & Welt, Berlin 1999
Helden wie wir
Verlag Volk & Welt, Berlin 1995
Wasserfarben
Aufbau Verlag, Berlin 1991
Narraciones
Der Wurm am Turm
mit Kitty Kahane (Co-Autorin)
Hansisches Druck- und Verlagshaus, 2011
Otros
Die Weihnachtsgans Hermine
Bilderbuch mit Illustrationen von Katja Wehner
Aufbau Verlag Berlin 2016
Nacido el 19 de diciembre de 1965 en Berlín Oriental
1981 - 1984 | Formación profecional en la construcción; bacillerato |
1984 - 1990 | Actividades laborales diversas, como portero de museo |
y de hotel, friegaplatos, guía turístico u obrero de fábrica; servicio militar | |
1990 - 1993 | Estudios de Sociología en Berlín (sin concluir) |
desde 1993 | Estudios de Dramaturgia en la Escuela Superior de Cine |
Konrad Wolf, Potsdam-Babelsberg | |
desde 1995 | Actividad como escritor autónomo |
1999 | Premio del Gobierno Federal al mejor guión por Sonnenallee |
2000 | Premio Hans Fallada de Neumünster |
2005 | Medalla Carl-Zuckmayer de de Renania-Palantinado |
2008 | Premio Quirinius-Kuhlmann para "literatura cómica por error" |
Estreno de Schiedsrichter Fertig en el teatro Staatstheater Nuremberg | |
2011 | Libreto del musical Hinterm Horizont, con motivo del |
20°aniversario de la Reunificación de Alemania | |
(estreno en enero 2011 en el teatro Potsdamer Platz) | |
2012 | Premio Comedy alemán |
Reside en Berlín y Mecklemburgo |
El puro apagado de Churchill (de: La Avenida del Sol)
En la vida se presentan innumerables ocasiones de dar la propia dirección, y Michael Kuppisch, que vivía en la Sonnenallee, la Avendida del Sol en Berlín, percibía una y otra vez la capacidad de esa calle para suscitar emociones pacíficas, sentimientales incluso. Sabía por experiencia que la Sonnenallee actuaba justo en momentos de inseguridad y de tensión. Hasta la hostilidad de los sajones solía trocarse en amistad cuando se percataban de que tenían que vérselas con un berlinés de la Sonnenallee. A Michael Kuppisch no le costaba mucho imaginar lo que debió suceder en el verano de 1945, cuando Josef Stalin, Harry S. Truman y Winston Churchill dividieron en sectores la antigua capital del Reich en la Conferencia de Potsdam: entonces la simple mención de la Sonnenallee ejerció su influjo. Sobre todo en Stalin; ya se sabe que los dictadores y los déspotas suelen ser proclives a los delirios poéticos. Stalin se negaba a ceder a los americanos una calle con el hermoso nombre de Sonnenallee, o al menos toda ella. Así que se la reclamó a Harry S. Truman, y éste, como es lógico, se negó. Pero Stalin no cejó en su intento, y muy pronto la situación se agudizó, amenazando con llegar a las manos. Cando las puntas de las narices de Stalin y Truman casi se rozaban, el primer ministro británico se interpuso entre ellos y, tras separarlos, se situó ante el mapa de Berlín. De una rápida ojeada comprobó que la Sonnenallee medía más de cuatro kilómetros de largo. Por regla general, Churchill estaba de parte de los americanos, de modo que todos los presentes dieron por sentado que negaría a Stalin la Sonnenallee. Además, conociendo a Churchill, seguro que daría una chupada a su puro, reflexionaría un instante antes de exhalar el humo y luego, meneando la cabeza, pasaría al punto siguiente de la negociación. Sin embargo, cuando Churchill chupó el puro a medio consumir, comprobó con enorme disgusto que se le había apagado de nuevo. Stalin, atento, le dio fuego, y mientras Churchill saboreaba la primera calada y se inclinaba sobre el mapa de Berlín, pensó en la manera más adecuada de responder al gesto de Stalin. Cuando expulsó de nuevo el humo, Churchill le cedió al ruso sesenta metros del tramo final de la Sonnenallee y cambió de tema.
Así debió de suceder, pensaba Michael Kuppisch. ¿Cómo si no se les había ocurrido dividir una calle tan larga poco antes del final? Otras veces se decía: “Si el imbécil de Churchill hubiera tenido más cuidado con su puro, hoy viviríamos en el Oeste”.
La Avenida del Sol, p. 13-14
Trad. de Rosa Pilar Blanco © Ed. Siruela, Madrid 2001
En la vida se presentan innumerables ocasiones de dar la propia dirección, y Michael Kuppisch, que vivía en la Sonnenallee, la Avendida del Sol en Berlín, percibía una y otra vez la capacidad de esa calle para suscitar emociones pacíficas, sentimientales incluso. Sabía por experiencia que la Sonnenallee actuaba justo en momentos de inseguridad y de tensión. Hasta la hostilidad de los sajones solía trocarse en amistad cuando se percataban de que tenían que vérselas con un berlinés de la Sonnenallee. A Michael Kuppisch no le costaba mucho imaginar lo que debió suceder en el verano de 1945, cuando Josef Stalin, Harry S. Truman y Winston Churchill dividieron en sectores la antigua capital del Reich en la Conferencia de Potsdam: entonces la simple mención de la Sonnenallee ejerció su influjo. Sobre todo en Stalin; ya se sabe que los dictadores y los déspotas suelen ser proclives a los delirios poéticos. Stalin se negaba a ceder a los americanos una calle con el hermoso nombre de Sonnenallee, o al menos toda ella. Así que se la reclamó a Harry S. Truman, y éste, como es lógico, se negó. Pero Stalin no cejó en su intento, y muy pronto la situación se agudizó, amenazando con llegar a las manos. Cando las puntas de las narices de Stalin y Truman casi se rozaban, el primer ministro británico se interpuso entre ellos y, tras separarlos, se situó ante el mapa de Berlín. De una rápida ojeada comprobó que la Sonnenallee medía más de cuatro kilómetros de largo. Por regla general, Churchill estaba de parte de los americanos, de modo que todos los presentes dieron por sentado que negaría a Stalin la Sonnenallee. Además, conociendo a Churchill, seguro que daría una chupada a su puro, reflexionaría un instante antes de exhalar el humo y luego, meneando la cabeza, pasaría al punto siguiente de la negociación. Sin embargo, cuando Churchill chupó el puro a medio consumir, comprobó con enorme disgusto que se le había apagado de nuevo. Stalin, atento, le dio fuego, y mientras Churchill saboreaba la primera calada y se inclinaba sobre el mapa de Berlín, pensó en la manera más adecuada de responder al gesto de Stalin. Cuando expulsó de nuevo el humo, Churchill le cedió al ruso sesenta metros del tramo final de la Sonnenallee y cambió de tema.
Así debió de suceder, pensaba Michael Kuppisch. ¿Cómo si no se les había ocurrido dividir una calle tan larga poco antes del final? Otras veces se decía: “Si el imbécil de Churchill hubiera tenido más cuidado con su puro, hoy viviríamos en el Oeste”.
La Avenida del Sol, p. 13-14
Trad. de Rosa Pilar Blanco © Ed. Siruela, Madrid 2001
Héroes como nosotros
La novela Héroes como nosotros de Brussig, de 1995, es una alegre sátira sobre la caída de la RDA: grosera, barullera, obscena. El protagonista, Klaus Uhltzsch, un chaval ambicioso y preocupado por su virilidad, a quien le habría gustado hacer carrera en la Stasi, provoca sin querer, según las alusiones del libro, el fin de la RDA: como exhibicionista que, con su inmenso pene, saca de sus casillas a los guardias de la frontera. Títulos de capítulos como Der geheilte Pimmel [La minina curada] (parodia del título de la novela Der geteilte Himmel [El cielo dividido] de Christa Wolf) demuestran que Brussig se desmarca bastante de toda la seriedad de la anterior literatura de la RDA.
Volker Hage, Der Spiegel 1999
La Avenida del Sol
Brussig se presenta esta vez como un simpático satírico que, a la suave luz de la retrospectiva, convierte la RDA en un campo de aventuras en el que viejos chochos y jóvenes bribones andan a la greña y se pitorrean. Brussig consigue bajo mano una historia costumbrista de la RDA de lo más ameno. Se comprende mejor que nunca por qué este país debía desaparecer.
Claus-Ulrich Bielefeld, Süddeutsche Zeitung 1999
La novela Héroes como nosotros de Brussig, de 1995, es una alegre sátira sobre la caída de la RDA: grosera, barullera, obscena. El protagonista, Klaus Uhltzsch, un chaval ambicioso y preocupado por su virilidad, a quien le habría gustado hacer carrera en la Stasi, provoca sin querer, según las alusiones del libro, el fin de la RDA: como exhibicionista que, con su inmenso pene, saca de sus casillas a los guardias de la frontera. Títulos de capítulos como Der geheilte Pimmel [La minina curada] (parodia del título de la novela Der geteilte Himmel [El cielo dividido] de Christa Wolf) demuestran que Brussig se desmarca bastante de toda la seriedad de la anterior literatura de la RDA.
Volker Hage, Der Spiegel 1999
La Avenida del Sol
Brussig se presenta esta vez como un simpático satírico que, a la suave luz de la retrospectiva, convierte la RDA en un campo de aventuras en el que viejos chochos y jóvenes bribones andan a la greña y se pitorrean. Brussig consigue bajo mano una historia costumbrista de la RDA de lo más ameno. Se comprende mejor que nunca por qué este país debía desaparecer.
Claus-Ulrich Bielefeld, Süddeutsche Zeitung 1999