Cine para niños y jóvenes El niño necesita aire fresco

Una expedición Foto: UFA Fiction GmbH

Mié, 18.03.2020

19:30

Goethe-Institut Perú

Polvo de carbón y carnaval


Director artístico: Caroline Link, color, 100 min., 2017/18

Basada en las memorias del cómico Hape Kerkeling, la película trata su juventud en una región del Ruhr marcada por carbonilla y carnavales, de una manera cómica, triste y cálida al mismo tiempo. Desde muy pequeño Hans-Peter (Hape sería el acortamiento de su nombre) se había dado cuenta de que tenía la habilidad de hacer reír a las personas: a sus abuelos, a los clientes de la tienda de su abuela, a sus parientes fiesteros, a los padres de sus compañeros – tan solo a su madre, que sufre de depresión, es a quien no logra ayudar, ya que ésta se quita la vida cuando él tiene nueve años.

 
 


Recklinghausen, en la región del Ruhr, principios de los años 1790. Hans-Peter tiene nueve años y es un poco gordito. Mas esto no afecta el autoestima del pequeño tarambana, puesto que logra hacer reír a la gente con sus bromas y parodias, talento que años después lo convertirá en Hape Kerkeling, uno de los mejores y más conocidos cómicos de Alemania. La película, dirigida por la ganadora del Oscar, Caroline Link (En un lugar de África) se basa en sus memorias.

Pese a su comicidad, Der Junge muss an die frische Luft (El niño necesita aire fresco) también ofrece un estudio de una sociedad reprimida, de un pueblo aún traumatizado por la Segunda Guerra Mundial que necesita la risa como aire para respirar. Es algo que Hans-Peter ha comprendido desde muy temprano. Mas fracasa frente a la persona más importante para él: Su madre que sufre de depresión, termina quitándose la vida cuando Hans-Peter tiene tan solo nueve años.

Mediante mucho sentido del detalle y figuras creadas con cariño, como los abuelos protectores, los parientes fiesteros y más tipos de la región del Ruhr, esta película biográfica ofrece un relato cálido del ambiente y un retrato de una época en la historia de la república federal de Alemania.

Voces públicas

“De la tragedia surge una gran comedia, y quien se haya preguntado de dónde Hape Kerkeling saca su humor tan cálido y a sus figuras como Hannilein y Horst Schlämmer, habrá encontrado respuestas en el su libro “Der Junge muss an die frische Luft“ (El niño necesita aire fresco). Cuando él tenía nueve años su madre se quitó la vida. (...)“
Una tragicomedia que verdaderamente los junta a ambos: a la risa y al llanto. Usa el humor como medio eficaz para defenderse de las exigencias de la vida. Un humor usado por la gran familia como fundamento por el cual caminar. Una obra de arte idiomática que hace brillar al slang de esta región en todos sus matices: rudo y claro, sincero y cálido. El lenguaje no es exagerado, mas respira vida. Cualquiera que salga del cine podría caer en la tentación de usar “wat y dat“ (slang de la zona) en vez de “das y was“ (alemán estándar) para hacer del mundo un lugar menos estricto.“
(Oliver Kaever, Zeit Online)

“El joven Julius Weckauf, quien fue descubierto en una papelería, es un golpe de suerte. Es así como Hape Kerkeling debió haberse visto y haber actuado cuando era niño. El mismo Kerkeling lo dice: No puedo evitar decir que por un lado estuve muy conmovido al verlo actuar, por otro lado estoy más que entusiasmado. Tiene talento, tiene carisma. Es gracioso y dramático. Estuve muy contento al ver las primeras grabaciones de Julius.’“
(Krischan Koch, NDR)

“Der Junge muss an die frische Luft (El niño necesita aire fresco) es (…) una película de verano. La luz de las imágenes es realmente cálida. Se ve un poco como lo que hizo la cámara Super 8 a las pantallas caseras. La luz y el calor están ahí y llevan a la película. La mantienen clara y suave, incluso cuando la oscuridad llega a la familia.
Al igual que las imágenes, el equipamiento también nos mantiene un poco distantes de la historia de una manera cálida. La ciudad de Recklinghausen es reconstruída sin necesidad de parecerse a un parque de Disney muerto tras una amistad fallida. Es por aquí que Caroline Link hace que las abuelas y tías de Hape manejen, bailen y caminen. Uno no se cansa de ver las cosas de ese entonces, los detalles. Uno quiere parar la película, contárselo a sus hijos y hacer el ridículo. Como un Opel Rekord renovado, este diorama tiene huellas de desgaste, vive y cuenta historias detrás de las historias.“
(Elmar Krekeler, Die Welt)

“Finalmente ‘Der Junge muss an die frische Luft’ (El niño necesita aire fresco) gira al rededor de la vieja pregunta del cómo llegamos a ser, quiénes somos, y cómo nuestra infancia nos continúa influyendo, nos marca y define. Lo que nos conmueve es la nostalgia de volver a contactar al niño desesperado que un día fuimos, consolarlo, abrazarlo y decirle que todo estará bien. En la película lo es posible: un tiro, otro tiro, un rápido corte y ahí se encuentran las miradas del pequeño Hans-Peter y el adutlo Hape. Se saludan y sonríen. El corte es un poco cursi, pero aquí está permitido.

En la narración se escuchan las últimas frases de la autobiografía de Kerkeling – frases con las que aclara él ser más que su propio trauma, frases que tachan todo tipo de fatalismo y que ven el vínculo con el mundo como resilencia.: ‘Y al mismo tiempo soy la tía Lore y la dirección por la que me lleva en coche. Soy la vaca manchada sobre la pradera, el maíz amarillo en el campo y la amapola roja al borde del camino. Soy el camino estrecho y su final. Soy el cielo sin nubes. Estoy despierto.’“
Qué singular, qué consolador. (Elena Meilicke, Spiegel Online)

Frederik Lang, 11.07.2019

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