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Los alemanes y las compras
¿A los Alemanes les gusta ahorrar?

En un supermercado alemán
En un supermercado alemán | Foto: Pixabay

¿Dónde hacen sus compras? ¿Cómo ahorran? ¿Usan las ofertas especiales? ¿Y qué piensan de los legendarios supermercados de Alemania? Les pregunté a alemanes de antiguos y nuevos estados federados por sus hábitos de compra.

“La gente de clase media se avergonzaba de comprar ahí. Entrabas y veías filas y filas de estantes y cajas con productos que nadie conocía. Nadie quería ser visto con una bolsa plástica de la tienda de descuentos, mucho menos que lo pillaran haciendo compras allá. ‘No les alcanza el dinero para hacer compras de verdad’, podían decir tus vecinos hace cuarenta años. Hoy, en cambio, haces compras en cualquier Lidl o Aldi“. Gudrun, una antigua oficinista de Alsbach, en el sur de Hesse, recuerda así los inicios de la cultura del descuento en Alemania.
 
Pero antes de que Gudrun me contara más sobre los hábitos adquisitivos de sus compatriotas y me llevara a dar un paseo por las tiendas de la zona, me di a aprender algunas cosas sobre la historia del comercio minorista alemán. Entre otras, supe que tanto antes como después de la Segunda Guerra Mundial lo habían compuesto pequeños negocios. Y uno de ellos había sido la pequeña tienda de comestibles que Anna Albrecht abrió en 1914 en Essen-Schonnebeck. Cuando sus hijos Karl y Theo volvieron a casa después de la guerra, notaron que el almacén de su madre había sobrevivido a la destrucción y que estaba funcionando bastante bien. En 1948, Karl y Theo inauguraron cuatro sucursales más y, poco a poco, crearon un imperio: el grupo de supermercados de descuento Aldi, que hoy tiene sucursales en cuatro continentes y es el séptimo vendedor de alimentos más grande del mundo. Cuando murió en 2014, Karl Albrecht, el mayor de los hermanos, era la persona más rica de Alemania.
 
Gudrun vive en una colina y para ir de compras debe usar su carro. Todas las tiendas principales están en un solo lugar. Hay un supermercado del Grupo Edeka, una de las corporaciones más grandes de Alemania fundada en Leipzig en 1907, que después de la Segunda Guerra Mundial abrió supermercados e hipermercados en todo el país. También hay sucursales del grupo minorista de descuento Aldi, que en 2020 logró ventas de más de cincuenta mil millones de euros, de la empresa de descuentos Lidl, que solo en Alemania tiene 3.301 locales, y de la cadena de supermercados orgánicos Alnatura. Gudrun tiene sus productos favoritos en cada lugar y los visita, uno a uno, con una lista de compras en la mano. También ojea los folletos, pero solo elige los productos que necesita en el momento. Sobre todo, le gusta comprar los productos en oferta, por ejemplo mantequilla.
Una lista de compras ayuda a ahorrar dinero. Una lista de compras ayuda a ahorrar dinero. | Foto: Pixabay El té de hierbas y la crema dental con vitamina D las compra en Alnatura, y la fruta y la verdura, en Lidl, pues allá siempre están frescas y a un buen precio. “Hoy nadie se avergüenza de comprar en una tienda de descuento”, agrega. “La percepción cambió cuando los dueños decidieron ampliar la oferta y remodelar los interiores. Las cajas desaparecieron y aparecieron las estanterías. Hoy es posible encontrar en Aldi salmón ahumado, langostinos y champaña. Hace veinte años, eso no era así. Se suma que los alimentos básicos siguen siendo muy baratos. Los alemanes tienen fama de ser gente muy ahorradora”, dice esta mujer de Alsbach mientras se ríe. Según Eurostat, Alemania tenía hace tres años la segunda tasa de ahorro en hogares más alta de Europa, después de Luxemburgo. Durante nuestra conversación, Gudrun recuerda la controvertida campaña publicitaria de 2002 de la cadena de tiendas electrónicas Saturn. “Ser tacaño es genial”, rezaba el eslogan. Como consecuencia, el debate sobre la frugalidad alemana terminó en la mira del público.
 
Gudrun cuenta: “Algunos de mis conocidos prácticamente competían entre sí para ver quién era capaz de conseguir las mejores ofertas o las condiciones más favorables. Hay, por supuesto, personas que deben ahorrar dinero porque no tienen ingresos suficientes. Pero hay otras para las que ahorrar se ha convertido en un deporte. Quieren las mejores ofertas a cualquier precio, en especial en las tiendas de descuento. He visto con frecuencia a gente que, una vez ha recibido la factura de compra, revisa rápidamente el documento para saber si la cuenta quedó bien hecha”. Pero Gudrun también ha visto a los tractores bloqueando las bodegas de los supermercados, que es la forma como los agricultores protestan cuando los precios están demasiado bajos. “Queremos ser más conscientes del medioambiente, queremos que los animales vivan mejor y que los productos químicos desaparezcan del campo y de los alimentos, pero no queremos pagar por nada de eso. Lo ideal es que las cosas salgan gratis o lo más barato posible”, dice.

También en tiempos de pandemia los alemanes han seguido ahorrando, pero ya no son los líderes en Europa. En un estudio del Banco ING de agosto de 2020 sobre la influencia de la crisis del coronavirus en el ahorro, solo 17 por ciento de los alemanes dijo que estaba gastando menos que antes (en Polonia fue el 24 por ciento).

“En la pandemia he salido menos de compras, una vez a la semana y con cuidado. Otros seguramente han hecho lo mismo. En la fila de la caja solo pueden estar los carros. Incluso, ahora hay unas máquinas para introducir el carro completo y desinfectarlo”

cuenta Gudrun. “Las personas ya ni siquiera se detienen a charlar. Ya no es tan fácil reconocer a alguien, porque todo el mundo tiene una máscara puesta“, añade.

ESTANTES DESBORDADOS

Antje, de Zwickau, dice que pertenece a una especie rara. “Soy un ama de casa jubilada que no ha ejercido una profesión durante la mitad de su vida”, explica. Desde que sus cinco hijos se volvieron adultos, pasa la mayoría del tiempo en el jardín de dos hectáreas de la casa de sus padres en Zwickau. En 1989, tres meses antes de la caída del Muro, se fue de Berlín Oriental y llegó allá.
 
Con las frutas de su huerto, Antje podría abastecer medio mercado semanal. Ella cosecha melocotones, manzanas, peras, ciruelas, frambuesas y arándanos, y almacena una gran parte en el sótano para el invierno. Solo una vez por semana, va de compras, y las hace en Lidl porque es la tienda de descuento más cercana y puede llegar a pie. El nombre de la tienda no le importa, a pesar de que Lidl sea, con más de once mil sucursales en Europa, Estados Unidos y Hong Kong, un auténtico símbolo comercial alemán. Dieter Schwarz, hijo del fundador de la empresa y hoy de ochenta y un años, es la persona más rica de Alemania con 41,8 mil millones de euros. El Grupo Schwarz, al que pertenecen Lidl y Kaufland, es una de las empresas familiares más grandes del país.
Con las frutas de su huerta, Antje podría abastecer medio mercado semanal. Con las frutas de su huerta, Antje podría abastecer medio mercado semanal. | Foto: Pixabay explica Sonja. Sus otros clientes son principalmente viajeros, muchos de los cuales, al estar de vacaciones, le dan una impresión más relajada. “A los clientes alemanes les encanta hacer preguntas“, agrega. Ya en la entrada le dicen qué producto específico están buscando y le preguntan dónde está sin antes haberse dado una vuelta por la tienda. O le piden encargar un producto en especial. “Eso ya me parece un poco molesto“, explica. “Sobre todo, cuando empieza a alargarse la fila en la caja”.
 
En una de esas filas se encuentra ahora mismo Robert, un instalador de Renania del Norte-Westfalia. “La gente aquí en la fila es muy amable. Si estoy comprando solo un par de cosas para el desayuno y además traigo puesta la ropa de trabajo, suelen dejarme pasar. Cuando se mudó hace seis años a los alrededores de Dortmund, lo primero que le llamó la atención fue el depósito para envases. “Un alemán no tira una botella al basurero así nomás. En las tiendas hay máquinas de depósito. Una botella de agua de un litro y medio cuesta, por ejemplo, cuarenta y un centavos, pero si retornas la botella recibes veinticinco centavos de vuelta o la persona de la caja te los descuenta de la compra. Por eso es muy raro ver una botella de plástico botada en un bosque o un parque“, dice Robert.
 
También la cultura alemana de la bebida le pareció al principio interesante. En la caja, Robert suele ver clientes que compran dos o incluso cuatro cajas de cerveza. “La venta de cerveza, vino y espumante está permitida en Alemania a personas a partir de los dieciséis años, y el límite de alcohol para los conductores es 0,5 más alto que en Polonia. Sin embargo, beber y conducir no es un gran problema en Alemania y el número de fallecidos en accidentes de tránsito es relativamente bajo”, explica. Las estadísticas del Consejo Europeo de Seguridad del Transporte confirman sus palabras: en 2019, por cada millón de habitantes hubo apenas 36,85 fallecidos en accidentes de tránsito (en Polonia fueron 76,61).

“¿Las ofertas especiales? Los alemanes no las necesitan a la hora de comprar alimentos. Si uno piensa en la cantidad de dinero que la gente gana acá (según Eurostat, en 2019 el salario mínimo en Alemania fue de 1.584 euros), los alimentos básicos no cuestan casi nada. Pero, para otros productos, los alemanes sí acuden a las rebajas“, explica Robert. Cuando en diciembre de 2020 su hijo, como tantos otros jóvenes alemanes, quiso usar un descuento para comprar el recién salido juego de computador Cyberpunk 2077, el juego ya llevaba algunas horas agotado.
 
“No es posible resumir en una sola palabra los hábitos de compra de los alemanes. La Alemania de hoy es un crisol de culturas. Aquí viven personas de todas partes del mundo. Cada quien es distinto, y cada quien tiene sus propias costumbres”, explica.

Alemania hoy

Bild „Deutschland“ „MPD01605“ via flick.com. Lizenz: Creative Commons 2.0 Lea más sobre la vida política y privada, sobre el clima, sobre tecnologías y nuevos fenómenos en nuestras series de columnas y reportajes sobre las tendencias más interesantes de la sociedad alemana.

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