Literatura infantil y juvenil  Ni azul ni rosa

Foto: Claudia Casarino Foto: Claudia Casarino

La actual literatura infantil y juvenil es tan igualitaria, diversa y liberal como nunca antes. ¿Pero traerán estas nuevas imágenes en el futuro también una nueva repartición del poder?

La literatura infantil y juvenil refleja mundos infantiles pero también relaciones, normas y valores sociales. Las historias contadas en texto e imagen son hijas de la época. El clásico libro para niñas Der Trotzkopf (Cabeza dura), de Emmy von Rhoden, aparecido en 1885, correspondía a la imagen que se tenía de las mujeres y a los ideales pedagógicos de entonces. Hoy, por el contrario, la historia de Ilse, la niña que debe vivir en una pensión y convertirse en una mujer decente y, sobre todo, digna de casarse, ya ha quedado atrás. Sin embargo, en otoño de 2020 volvió a editarse como audiolibro, leída por la actriz alemana Heike Makatsch. ¿Cómo puede ser? ¿Será que la literatura infantil y juvenil es de hecho tan conservadora que busca retener y afirmar roles de género ya superados?

Tan igualitaria y diversa como nunca antes

La respuesta a esta pregunta puede y debe ser un claro “no”. La literatura infantil y juvenil es tan igualitaria, diversa y liberal como nunca antes. Ahora bien, no se puede negar que, al igual que nuestra sociedad misma, todavía tiene un largo camino por recorrer en lo que se refiere a una equidad amplia o el abandono de los roles de género tradicionales.

Pero no es fácil medir hasta qué punto la actual literatura infantil y juvenil está emancipada. Con un sondeo meramente cuantitativo , el grado de equidad o el trato con los roles de género pueden captarse sólo de modo limitado. Una evaluación única de catálogos de términos clave tiene poca eficacia, ya que la literatura es mucho más que la suma de palabras: con este método no se perciben las ambivalencias en el retrato de los personajes así como tampoco los estereotipos o acciones que en determinadas circunstancias juegan justamente con esos clichés y rompen de modo irónico con ellos.

Tampoco el examen del diseño de tapas o de las secciones de libros infantiles es fiable porque allí se trabaja –apuntando al marketing y a los números de ventas– los colores de moda y los hábitos visuales de los consumidores. En la composición del stock de una librería puede verse más bien la visión de los libreros y las libreras, el modo en que conforman su oferta a partir de los catálogos y de las más de 8500 novedades que aparecen por año sólo en la literatura infantil y juvenil en lengua alemana. Si la librera o el librero tiene una posición poco crítica respecto al marketing de género y a la representación tradicional de los roles o si los clientes preguntan mucho por esos libros y los compran, esto se reflejará en las estanterías y el stock de la librería. Pero ya en la siguiente librería la literatura infantil y juvenil puede manifestarse de un modo completamente diferente.

Las tapas y los títulos pueden engañar

Como sea, si se observa atentamente, el mercado editorial ofrece una multiplicidad de libros –del ilustrado al texto de divulgación pasando por los dedicados a niños y jóvenes– que abordan los roles de género de manera ejemplar y comunican una convivencia igualitaria despojada de clichés. Ahora bien, muchas veces estos libros son –justamente porque la igualdad de los géneros es algo obvio– más difíciles de identificar que aquellos que trabajan con estereotipos o según un esquema tradicional. No se destacan mediante señalizaciones de color ni mediante conceptos clave. Sin embargo, ahora también sorprenden positivamente libros que, por su tema o su diseño harían esperar una imagen tradicional del niño y la niña según la clásica división de roles. Y viceversa, algunos textos que exhiben una ambición literaria defraudan a los/as lectores/as por la cantidad de clichés que incorporan. No hay una regla infalible y general, precisamente la tapa y el título pueden engañar. Mucho más confiables es la orientación del/de la autor/a: quien ha construido en un texto una imagen del mundo libre de prejuicios, por lo general la conservará en sus otros textos.

Volviendo al comienzo de este aporte, los textos de literatura infantil y juvenil son transportes de los valores y posturas de la época en que surgieron. Quien elige las lecturas teniendo en cuenta su carácter ejemplar y les reconoce una función didáctica deberá prestarle atención sobre todo a la producción actual. O usar textos más viejos para poder establecer una conversación sobre roles de géneros superados, sobre la igualdad y su valor y así hacer avanzar el discurso.

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