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Cómo dar un beso en Colombia y Alemania

¿Cómo se besa en ambos países? ¿Qué tabúes respecto al cuerpo hay en Alemania y Colombia? Una guía corporal e intercultural.

No hay nada más universal que el cuerpo: todos tenemos uno. Así mismo, las sensaciones que experimentamos a través del cuerpo –hambre, placer o dolor– parecerían manifestarse de forma semejante en todo el mundo. No obstante, la forma en que “usamos”, exhibimos y juzgamos el cuerpo difiere radicalmente de una cultura a otra.

Las diferencias entre el modo en que se experimenta el cuerpo en Alemania y Colombia pueden sorprender. Lo que en un país es natural, en otro es inusitado o incluso mal visto. Hemos reunido algunas observaciones sobre cómo se comportan y se comunican los cuerpos alemanes y colombianos.

El beso

Bogotá: una pareja camina de la mano por la calle. De pronto, ella se lanza sobre él para darle un beso. Ella pone su mano en el cuello de él; él la suya en la cintura de ella. Olvidan por un instante el afán permanente del peatón bogotano y se pierden en su beso apasionado... De repente, un hombre detiene su coche, toca la bocina estruendosamente frente a la pareja y grita pícaramente: “¡Páguele pieza!”. La pareja se ríe. Saben que quien se besa con pasión en la calle se arriesga a la broma pública. “Es que aquí la gente es muy chismosa y moralista”, dice Jessica G., una bogotana. “Chismosa” u observadora en exceso, lo cierto es que, en Colombia, la gente tiende a juzgar –humorísticamente o no– en voz alta.

Una situación así es improbable en Alemania. Ana María C., una visitante bogotana en Berlín, recuerda: “Las parejas se besaban en la calle sin ningún problema, ¡y eso que pensamos que los alemanes son fríos!”. En Alemania, el beso romántico público y, en general, las expresiones de amor entre parejas, parecerían ser menos “misteriosas”, estar menos sujetas a la curiosidad y a los juicios morales.

Esta naturalidad no se refiere a todos los besos: en Alemania no es usual que la gente se salude con un beso. Por el contrario, si los colombianos no suelen besarse románticamente en la calle, sí se besan cientos de veces al día en la mejilla, para saludarse y despedirse. A este beso fugaz los colombianos lo llaman “pico”. Si usted va a Colombia, prepárese para repartir “picos” o pasará por frío o incluso arrogante. Muchos padres acostumbran saludar a sus hijos con “picos” en la boca, y algunas personas se saludan con un “pico” en la frente. Se puede decir que Colombia es el país de los “picos”.

Abrazos

En vez de besos, algunas personas en Alemania saludan con un abrazo. Pero no siempre. Dos amigos se encuentran después de largo tiempo; un hijo visita a sus padres en Navidad: es posible que el saludo se limite a darse las manos con una sonrisa o a un abrazo algo austero y controlado. ¿Falta de cariño? Por supuesto que no. Para el observador cuidadoso, resulta claro que en Alemania la distancia física no implica necesariamente distancia emocional. Simplemente el abrazo no forma parte esencial del andamiaje emocional de muchas personas.

Algo muy distinto sucede en Colombia y en gran parte de Latinoamérica. Allí, la falta de ternura física podría identificarse con frialdad emocional. Qué tanto nos tocamos es qué tanto nos queremos. Un ejemplo: una señora bogotana observa las fotos del matrimonio de una pareja. Después de verlas, comenta: “Ese matrimonio no va a durar... ¡No se abrazan en ninguna foto!”. Y en Colombia, una fiesta es una verdadera orgía de abrazos: entre hombres, mujeres, entre hombres y mujeres. No es necesario que dos personas se conozcan bien para que se abracen con entusiasmo. Lo cual, a su vez no implica necesariamente una cercanía emocional profunda.

“Sin tetas no hay paraíso”

Catalina, una niña colombiana de 14 años proveniente de una familia pobre, sueña con operarse los senos, pues solo así podrá salir de la pobreza. O eso cree, pues eso ha visto en el ambiente que la rodea. Esa es la historia de la novela colombiana “Sin tetas no hay paraíso” de Gustavo Bolívar, la cual se convirtió en un éxito al ser adaptada a la televisión y luego al cine. El personaje de Catalina está inspirado en muchas colombianas que sueñan con ser voluptuosas. Según la Sociedad Internacional de Cirugía Plástica, en el año 2011 se realizaron 211,879 cirugías estéticas en Colombia.

¿Una explicación? “Con ese cuerpo no va a conseguir marido”: en algunas regiones de Colombia, esto lo pueden escuchar las mujeres jóvenes que no son voluptuosas. Se dice que esto es resultado de una estética promovida con el auge del narcotráfico a partir de los años ochenta y el gusto de los narcotraficantes. Pero las cirugías estéticas también son aceptadas en familias tradicionales colombianas que jamás han hecho nada ilegal. “Si tengo la posibilidad de sentirme mejor conmigo misma y la ciencia ha avanzado para eso, por qué no operarme”, dice una mujer.

Algo muy distinto ocurre en Alemania. Allí, aunque hay fanáticos del bótox y el “lifting”, muchos rechazan las operaciones estéticas de nariz, senos o cola. Eso está relacionado con la fuerte tradición feminista alemana, pero también puede con el sentimiento tradicionalista de desconfianza frente a la manipulación del “cuerpo natural”, el cual se percibe también en el hecho de que, en Alemania, muchas mujeres tienden a maquillarse menos que las de otros lugares del mundo, y a apreciar más una “estética natural”.

“Como dios los trajo al mundo”

Quien visite una sauna en el invierno alemán, deberá estar preparado para compartir esta saludable experiencia con docenas de personas completamente desnudas. Y en verano, en los lagos o el mar se pueden ver secciones de playa repletas de gente “como dios la trajo al mundo”. El nudismo público, o la llamada “Cultura del cuerpo libre”, se remonta a finales del siglo XIX, y está desvinculada de objetivos sexuales. Por el contrario, la filosofía nudista se contrapone al enjuiciamiento moral de la desnudez y ve al cuerpo como parte de la naturaleza.

En Colombia, y probablemente en toda Latinoamérica, el nudismo es una rareza. ¿Cuándo se desnuda allí una persona frente a otra? Casi exclusivamente cuando van a tener sexo. Igualmente, mostrar o ver un cuerpo desnudo adquieren en esta región de tradición católica y patriarcal una connotación erótica o incluso “indecente”, en especial el cuerpo femenino. Pero también, para muchos hombres colombianos o latinos resultaría incómodo desnudarse en una playa pública. Curiosamente, al parecer justo en un punto tan espinoso como la desnudez, el tabú no discrimina por sexo.

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